El número 44 de la edición USA comienza resolviendo un cliffhanger tan impactante como innecesario: nuestro Barry Allen ahogándose en las profundidades del mar y salvándose in extremis gracias a sus poderes. Si, hemos sufrido por la amenaza y la posible pérdida (aunque sepamos que eso no va a pasar), pero todo ese espectáculo emocional, visual y narrativamente bien ejecutado no afecta para nada a la trama.
Mientras, Eobard Thawne espera junto a sus esbirros en Central City. La forma tan directa en la que se presentan Dillon, Magali, Bloque, Selkirk y Xolani en reiteradas ocasiones dentro de este volumen recuerda a las fórmulas de los cómics sesenteros, y funciona muy bien para no malgastar tiempo en personajes que no tienen tanta importancia. También es interesante que todos ellos tengan, de alguna u otra forma, un poder relacionado con la velocidad o el tiempo, aunque no se exploren del todo.
Pero los autores asumen la calidad de villano de opereta del Profesor Zoom cuando el propio personaje, en vez de tirar a Flash a un volcán o a la Luna, pretende dejarlo vivo pero desposeído de su calidad de héroe, ya que si lo mata se convertiría en mártir. Esto puede casar con la historia interna de Zoom, pero resalta a todas luces un “no vayamos a matar al héroe, dejémosle que venza” tan típico.
Y el “infalible” plan de Thawne consiste en atacar la propia comisaría donde trabaja Allen y hacer ver que todo es culpa del velocista escarlata, responsabilizándole de la destrucción de la misma, ya que la bomba preparada adquiere energía de la Fuerza de la velocidad de Flash. Lo extraño es que, tratándose de una especie de atentado de falsa bandera, los propios esbirros y Zoom atacan a cara descubierta (es un decir, van con sus uniformes), pero la táctica funciona.
Con esta idea nos hemos introducido ya en el número 45 USA, donde, aparte de ver la persecución policial a Flash y la voladura de la comisaría, descubrimos que Henry Allen, el padre de nuestro protagonista, lejos de haberse fugado, está secuestrado por Zoom, quien le ha obligado a crear un guante que absorbe los poderes de otros (otro leitmotiv clásico del género), apartado que prueba con Magali, cuyos poderes, ahora robados, ralentizan el envejecimiento de la materia. Que de pronto el padre de Flash sea un científico tan resolutivo, y aunque se ha tirado décadas encerrado aún es capaz de crear un artefacto tan avanzado genera un poco de desconfianza hacia los creadores de la trama.
El número 46 nos muestra ya, sin ambages, la gran batalla entre Flash y Flash Reverso, ayudados por todos sus esbirros menos la desposeída Magali. Una lucha bastante dinámica e interesante, dada la cantidad de poderes distintos y nada usuales que están involucrados. En cierto punto, los propios esbirros descubren la traición de Zoom, ya que Magali, sin poderes, y el propio Henry aparecen en escena, cambiando las tornas. La verborrea de opereta de Thawne es casi tan rápida como él mismo, haciéndonos saber durante el transcurso de la pelea cuáles son sus planes y sus motivaciones.
En el último número, el 47 USA, la batalla se traslada a un escenario común de la génesis de Flash: el hogar de los Allen, donde Thawne mató a su madre e incriminó a su padre. Los esbirros, engañados pero sin ser unos héroes, ya se han retirado a otros menesteres.
La lucha queda entre los dos Flash y Henry Allen como espectador. Como ya dije en la anterior reseña, esta es una de las historias base del personaje, un arco que se repite una y otra vez en cualquier continuidad de Allen. No es de extrañar que los elementos que aquí aparezcan sean muy parecidos incluso a los de la reciente serie de televisión, aunque con diferencias notables. Esta batalla final, sin embargo, se nos torna un tanto enrevesada, demasiado llena de flashbacks y flashforwards (nótese la ironía del juego de palabras) y con demasiados momentos álgidos en los que uno u otro está a punto de vencer, pero falla.
No se logra entender algunos momentos en los que el propio Henry se involucra en la pelea. ¿No van a velocidades cercanas a la luz? ¿De verdad Henry tiene siquiera tiempo de reaccionar como para darle un palazo a Zoom? En otras ocasiones se puede valorar, dentro de la trama, que sea la persona de a pie quien ayude a tumbar al villano, pero en esta ocasión está un poco cogido con pinzas.
Venditi y Jensen han intentado una huida hacia adelante con el guión de este arco. No es que sea un arco disparatado, pues las bases del mismo son lógicas (y por ello predecibles), en tanto ocurre lo que siempre cuando aparece la némesis del protagonista (y no me refiero sólo al caso de Flash), pero sí es cierto que han tratado el tema, paradójicamente, con demasiada velocidad. Debería haber sido una trama con más profundidad, que abarcase más números o al menos puesta desde otro enfoque.
El archivillano clave de una serie, que además es partícipe en la génesis del protagonista, no puede actuar como un villano de opereta tan cutre, puesto que así no parece la verdadera amenaza que es. Los planes complejamente absurdos, los artefactos sacados de la manga y los diálogos donde cuenta sus planes son elementos que aunque podamos encontrar en los mejores cómics, denotan ciertas carencias, más aún cuando ya no estamos en aquellos años donde lo naif tenía más cabida, o sencillamente: si presentas el resto del cómic con un grado de seriedad, no lo rompas por otro lado.
Las pequeñas subtramas o detalles que aparecen salpicando la historia con personajes secundarios que podrían estar incluso interesantes (la relación homosexual del exvillano Flautista con uno de los policías, por ejemplo) pero que se quedan en mera anécdota que no conduce a ninguna parte ni aporta nada más que un intento de tridimensionalidad, y en otras ocasiones, un deus ex machina del tamaño de un camión (y la comparación no es aleatoria).
Se nota que el cómic explora, en este punto de la historia, todas aquellas facetas en la que el dibujante es fuerte, que no son sino las puntos álgidos de cualquier cómic superheroico. Me gustaría destacar varias páginas del último número, donde, con cierto sentido narrativo, usa una técnica, un entintado y unos colores más propios de hace unos años que de la estética actual, con unas tintas totalmente negras, un alinea más fluida y unos fondos que no se aprovechan de la edición digital para jugar con los diferentes planos, sino que es la definición propia la de la línea (y los colores planos) los que consiguen el resultado.
¿Quién ganará el combate de némesis entre Flash y el profesor Zoom? ¿Qué repercusiones tendrá? ¿Cómo afectará a Barry conocer quién es el asesino de su madre? ¿Verá por fin Henry Allen la libertad? Lo veremos en el próximo número.