Para quien aún no conozca esta serie su argumento es muy curioso pues plantea la cocina como un despiadado ring culinario donde solo los más fuertes consiguen llegar a la cima, aun cuando algo parecido se ha hecho en otras obras anteriores del género que mezcla el shonen y la cocina, tales como Yakitate Japan y Toriko.
En la historia nos pondremos los zapatos de un joven llamado Yukihira Soma, hijo de un propietario de un típico “bar de barrio” donde sirven especialidades y por ello Soma desde muy pequeño ha aprendido, a base de perder contra su nada prepotente padre (notese el sarcasmo), a cocinar una gran variedad de platos. La meta de Soma es heredar el restaurante Yukihira cuando acabe el instituto, pero su padre sabiendo esto le complica la vida, aún más si cabe a su hijo, dejándolo solo sin casi ninguna explicación y mandandolo a que se matricule a una escuela de cocina, pero claro, no podía ser una escuela normal.
La escuela a la que se refiere su padre es una institución de elite donde los mejores cocineros de todo Japón se preparan desde muy pequeños y que los que no han sido seleccionados intentan entrar a golpe de billetera o de contactos de todo tipo, pero allí tanto talento tienes tanto vales. Soma allí conocerá a personas con cocina muy diferentes a la suya que le concederán otros puntos de vista, lo que hará que tanto él como ellos crezcan como cocineros.
Dos de los personajes más relevantes para Soma en la academia los conoce en este tomo, que son Megumi Tadokoro, su compañera en las clases que aprenderá a tener más confianza en sí misma después de conocer a Soma y cocinar junto a él, y Erina Nakiri, nieta del director de la escuela, poseedora de la habilidad apodada como lengua divina, que aquí no es ningún superpoder como podría ser en otros Shonen, solo es una capacidad absoluta para discernir todos los ingredientes y preparaciones de un plato, consiguiendo así que su cocina sea la mejor de todos los de primer año sin ningún atisbo de duda. Erina aborrece a Soma desde que lo conoce pues no lo ve con derecho, ni a él ni a su cocina por supuesto, a estar donde está.
Además el tomo lleva dos historias cortas, la primera, y para mi la más interesante, es el oneshot que ha sido el germen que ha hecho crecer la obra. Pues todas las series tienen un primer capítulo autoconclusivo que mandan a las editoriales donde muestras en pocas páginas personajes, ideas para la historia, etc. En esta historia podemos ver que Erina y Soma eran algo diferentes de lo que luego han sido. Y la segunda historia nos muestra la visión que tiene una compañera de secundaria de Soma sobre él mismo y sobre su cocina.
Ahora pasemos a hablar del apartado artístico, Food Wars debía tener un dibujo detallado aunque solo fuera para los momentos en que los protagonistas están cocinando o comiendo, por eso Saeki ha sido tan buena elección para el dibujo, pues tiene un maravilloso desarrollo artístico en cuanto a dibujar comida como al otorgarle dinamismo a las técnicas culinarias, ya sea cortar ingredientes, donde se tiene que utilizar muchas líneas de movimiento para crear el efecto de que están cortando muy rápido, o remover los wok de manera que los ingredientes vuelen. Pero ese detallismo también está presente en los personajes, donde podemos reconocer muchas expresiones típicamente shonen pero sin ser exageradas, como los típicos “chibis”, pues aqui aunque las batallas sean culinarias los contrincantes se lo juegan todo.
Una obra que no dejará insatisfecho a nadie, un shonen con un toque diferente pero que es divertido e intenso. Yo me quedaré la espera del siguiente plato que nos sirva Soma y compañía