¿Qué es Galicia? La respuesta a esta pregunta los gallegos la tenemos más o menos clara. Pero la cosa se complica si preguntamos a algún oriundo de más allá de Pedrafita y O Cebreiro, fronteras físico-míticas de la Galicia peninsular. En un reciente estudio del Centre d’Estudis d’Opinió, sobre cuáles eran los habitantes de una comunidad autónoma que mejor imagen tenían, los gallegos teníamos el honroso tercer lugar, solo por detrás de los andaluces y los asturianos. Un puesto que extrañaría a más de uno, antes del s. XIX, pues durante muchos siglos la imagen de mi pueblo no era “de las mejores” que se diga…
Precisamente, para eliminar los tópicos y disipar las dudas, desde Galicia están comenzando a publicarse ensayos para intentar explicar y aclarar, más allá de imágenes preconcebidas, qué es este sujeto sociopolítico llamado “Galicia”. En tiempos recientes, inaugura esta tendencia el periodista Miguel-Anxo Murado con «Otra idea de Galicia» (Debate, 2008). Su éxito, incluso dentro de Galicia, llevó a la editorial madrileña a sacar una traducción al gallego «Outra idea de Galicia» (Debate, 2009), y a su autor le abrió la puerta para sacar otro ensayo de igual argumento pero distinto objeto de estudio como fue «La invención del pasado. Verdad y ficción en la historia de España» (Debate, 2013).
En cierto sentido, Miguel-Anxo Murado le encontró al sector editorial galaico un filón que todavía hoy explota. Desde entonces, diversos ensayos, más o menos especializados, escarban en nuestro pasado histórico para intentar explicar, tanto a aborígenes como a colonos, los orígenes históricos y míticos de mi tierra. Entre los autores más dedicados a este menester, destaca con especial luz propia el exrector y catedrático de Historia Contemporánea Ramón Villares (Xermade, Lugo, 1951). Especialista con varios libros dedicados a la historia de Galicia en su haber, el más importante publicado en 1984, revisado y notablemente ampliado en 2004 -con edición tanto en gallego como en castellano-.
En los últimos tiempos, la obra de Villares ha optado también por esta línea inaugurada por Murado. Su obra más reciente es «Galicia. Una nación entre dos mundos» (Pasado & Presente, 2019). Un ensayo claramente conectado con otro libro anterior suyo, «Identidade e afectos patrios» (Galaxia, 2017); este último escrito en lengua gallega. Pues ambos persiguen explicar Galicia a través de los mitos y las mitologías sobre las que su identidad cultural se ha asentado antaño y, respecto a algunos de ellos, sigue asentada todavía hoy día.
La primera parte de este libro, “Formación de una nación-cultura. Fortalezas y debilidades” asienta su argumento, de forma especial, en el territorio y el paisaje. Existen numerosos factores vinculados con el territorio que explican la tendencia del pueblo gallego tanto a su concentración, como pueblo, como a su dispersión, en pequeños núcleos de población del que la “parroquia” es su base más ilustrativa. Villares los recorre todos, con la especial guía del intelectual que más y mejor haya (quizás) estudiado estos aspectos en sus ensayos, y mejor los haya desarrollado en su obra de ficción, como fue Don Ramón Otero Pedrayo.
En la segunda parte, “La búsqueda de antepasados. Celtismo y medievalismo”, Villares nos propone como motor argumentativo el viejo debate entre dos de las principales voces regionalistas de la Galicia del siglo XIX: Manuel Murguía y Benito Vicetto. El primero, a través de sus ensayos históricos, fue el primero en proponer un pasado galaico de base étnica, asentado en los celtas como pueblo mítico, proyectando a la categoría de pilar cultural la teoría de José Verea y Aguiar (1839) sobre que Galicia fue el origen celta del que después se extendería este pueblo a otros territorios más al norte. El segundo fue a través de sus novelas, y especialmente con «Los hidalgos de Monforte» (1851), como irguió un pasado de fuerte cariz medieval y con los castillos como principal referencia.
De esta lucha dialéctica entre ambos saca Villares el título de una de sus mejores piezas, “Un balance: castillos contra castros”, con el que cierra esta segunda parte, y en el que hace un rápido repaso a las razones por las cuales parece ser el pasado medieval el que mejor pervive en la memoria colectiva de los gallegos; respecto al ya relegado discurso étnico de raza céltica. Un pasado asentado en las figuras, tan debatidas como recurrentes, de Don Diego de Xelmírez o del mariscal Pardo de Cela; nombres inexistentes en la línea céltica excepto por el mítico Breogán.
“La conexión americana. Buenos Aires, La Habana y São Paulo” es el título de la tercera parte. En esta se dedica a trazar la relevancia que tiene, hoy en día, la comunidad americana en el presente y el futuro de Galicia. Lo hace utilizando como motor explicativo otro contraste, el de la vitalidad identitaria gallega en comunidades donde su cultura y su lengua era diferencial (especialmente en Argentina, Uruguay o México), respecto a otros países donde esta identidad no resultaba tan diferencial y, para distinguirse de la comunidad local, se confundía la comunidad gallega con el conjunto de la española (caso de Brasil y, especialmente, de Salvador de Bahía).
Nos ilustra también Villares con la relevancia de figuras que, en el exterior, mantuvieron viva la llama de Galicia viva a través de iniciativas propias, culturales y sociales. En el siglo XIX, la comunidad gallega de La Habana promovió, a través de sus muchas asociaciones, la edición de importantes obras hoy imprescindibles de la cultura gallega (como, sin ir más lejos, «Follas novas» de Rosalía de Castro). En el siglo XX, la referencia cubana se trasladó a Buenos Aires, donde, además de dar acogida (a partir de 1940) a Afonso Daniel Rodríguez Castelao, se promovieron otras muchas iniciativas culturales promovidas por hombres entre los que Villares destaca, especialmente y por méritos propios, a Luis Seoane.
En “Galicia. Una nación entre dos mundos” (Pasado & Presente, 2019) se hace un repaso a lo más importante, sobre un argumento que ya dio el mismo Villares en una entrevista suya de 2006, cuando era entonces presidente del Consello da Cultura Galega, “Galicia é nación porque creou unha cultura” (Galicia es nación porque creó una cultura). Una forma peculiar de construirnos como pueblo que nos ha traído tanto aspectos positivos como negativos. Entre los positivos, el poseer una cultura propia claramente identificable con una notable capacidad para permear y conectar con otras culturas; lo que nos ha hecho revertir la mala fama que teníamos hasta finales del s. XVIII y llegar incluso a ser “populares” (hay aquí un doble sentido escondido para mis lectores nativos).
Entre los negativos, está la tendencia a convertir lo reconocible en un conjunto de clichés y estereotipos que reduzcan la inmensa riqueza de nuestro pasado y nuestro presente a una imagen simplificada con capacidad, incluso, de representarnos. De ahí que esta línea editorial, y ensayos como “Galicia. Una nación entre dos mundos” (Pasado & Presente, 2019), y cualquier otro de este tenor que pudiese venir tras él, son tan imprescindibles. Pues nos recuerda a los gallegos, y extiende entre los demás, que tras el estereotipo se esconde una imagen rica en matices, y que han contribuido a dibujar insignes figuras que, con su esfuerzo y tesón, han sentado las bases de lo que Galicia es hoy.