De vuelta en New Port City tiempo después, Batou se ha reinventado como empleado de la empresa de paquetería “Envíos Smile” (guiño, guiño). La vida civil es complicada y el trabajo, como todos, le dura poco.
La muerte de su compañero de armas George Nukawa y su familia hace que Borma, Ishikawa y Batou vuelvan a unir sus destinos para investigar quién está detrás del asesinato de Nukawa y si su muerte guarda relación con la del teniente coronel Mamuro, jefe de la 501, Unidad formada por cíborgs de la dependen el Grupo de Experimentación y Desarrollo del Ejército, la Unidad de Experimentación Médica, la Sección de investigación de Prostéticos y el Departamento de Investigaciones Especiales; y a la que pertenece la mayor Motoko Kusanagi, precisamente la principal sospechosa del asesinato de Mamuro tras ser grabada por una cámara de seguridad en el lugar y momento del crimen.
Aunque el trío de sabuesos aún no lo sepa, Kusanagi también está sobre la pista de las minas terrestres móviles utilizadas para atentar contra Nukawa. Bajo la atenta —aunque lejana— mirada de Batou, el teniente de la Policía Militar Paz, que actúa como agente infiltrado, informa a la Mayor de que las minas salieron del Área de Maniobras 6, unas instalaciones dirigidas por el capitán Shujiro Kanzai, un militar de pasado oscuro abalado por el mismísimo viceministro de defensa Sadamoto.
Mejor hubiera sido que guardaran fuerzas, porque sin tiempo para recuperar el aliento hacen su aparición los agentes especiales de inteligencia Moto Seta y Amuri Noto, dos cíborgs de combate bajo el mando de Kanzai que parecen el reverso tenebroso de Motoko y Batou.
Del lío los sacará el teniente Paz siguiendo instrucciones de Aramaki. El viejo zorro aporta las piezas del rompecabezas que faltaban para que entre todos descubran el nombre y apellidos de quienes están detrás del telón y juntos, aunque todavía no como equipo, se pongan manos a la obra para detener a los responsables de la trama corrupta antes de que el dúo de cíborgs psicópatas elimine los cabos sueltos.
Además de para comprobar que Borma las mata callando, la misión ha servido para que Aramaki recomiende a Kusanagi formar su propio equipo con el fin de comandar la unidad especial que tiene previsto crear el Equipo de Rescate Internacional. Pensando en los seis miembros que la acompañarán cierra Motoko el arco en el que comienza a tomar forma el mítico equipo de Ghost in the Shell.
La parte final del tomo 3 de Ghost in the Shell Arise nos devuelve a la República de Kuzan para repasar los acontecimientos por los que se ha juzgado al coronel y el pasado como militares y camaradas de Batou, Borma e Ishikawa. Una “Intervención” en la que volveremos a ver el lado más oscuro de la guerra y lo largos que son los tentáculos de la corporación Harimadara, fuertemente vinculada a la Unidad 501.
¿Y qué ha sido del joven enamoradizo que dejamos esperando la llegada del fin mundo al inicio de “El final del verano”? Tranquilos, todo apunta a que Morino encontrará el amor, pero debe darse prisa, porque el asteroide parece que también se va a encontrar con la tierra…La pequeña historia a cargo de Oyama incluida en los tres primeros tomos ha resultado ser un plus interesante que, a salvo de otra sorpresa similar en los siguientes números, se echará de menos.
El segundo arco de Arise sienta las bases de la futura unidad liderada por la mayor Kusanagi con un guion marca de la casa en el que abundan los burócratas corruptos, las apariencias que engañan y la mejor acción, a la que el trabajo de Takumi Oyama vuelve a servir de manera inmejorable con un apartado gráfico sencillamente perfecto.