Después de leer «Gideon la Novena», editada por Nova, me lancé a la red en busca de ilustraciones, impresiones y zarandajas varias. Casi resulta abrumador la cantidad de feedback que encontré, en apenas unos segundos de búsqueda. No es un método científico exacto pero, en los tiempos que corren y con la enorme producción de material susceptible de ser interesante que hay, semejante repercusión es interesante y significativa.
«Gideon la Novena» es un bombazo de novela pero hay que conocer al tipo de lector al que se recomienda.
Agarrad vuestros grimorios, tened a mano las esquirlas de hueso y vigilad las sombras.
El argumento.
El Emperador necesita nigromantes. La nigromante de la Novena necesita una espadachina. Gideon tiene una espada, unas revistas guarras y ninguna paciencia para tonterías con los muertos vivientes.
Después de haber sido criada por profesoras antipáticas y osificadas, sirvientes vetustos y una infinidad de esqueletos, Gideon está lista para abandonar una vida de servidumbre y un más allá como cadáver reanimado. Mete su espada y sus revistas guarras en la maleta y se prepara para su audaz escapada. Pero su némesis de la infancia no piensa dejar que se libere así como así.
Harrowhark Nonagesimus, reverenda hija de la Novena Casa y extraordinaria bruja de los huesos, ha sido convocada. El Emperador ha invitado a los herederos de cada una de sus leales casas a una prueba mortal que someterá a examen su inteligencia y sus habilidades. Si Harrowhark Nonagesimus tiene éxito, se convertirá en una sirviente inmortal y todopoderosa de la Resurrección, pero ningún nigromante ha sido capaz de conseguirlo sin la ayuda de su caballero. Sin la espada de Gideon, Harrow fracasará y la Novena Casa terminará por desaparecer.
Y hay cosas que es mejor dejar muertas.
Un universo de nigromantes, divididos en planetas y separados en casas. Un Emperador y nueve casas, especializadas en distintas artes oscuras. La Novena casa, alejada y marginal, es la encargada de custodiar la Tumba Sellada, un sepulcro sellado que guarda un profecía.
Y ahí, el el culo de ese Universo nigromántico, encontramos a Gideon.
Gideon, la rara en un mundo de nigromantes, ignorada y temida a partes iguales, oculta bajo la potente oscuridad que emana de Harrow, la futura mandamás de la Novena Casa y una nigromante de un talento extremo.
La premisa inicial de «Gideon la Novena» se completa con un llamamiento. El Emperador necesita nuevos lictores, nuevas personas poderosas de confianza y cada casa debe enviar a una pareja formada por nigromante y caballero a pasar la prueba definitiva: encontrar los secretos en un palacio encantado y sobrevivir. Obviamente, Gideon solo quería escapar de la Novena Casa pero Harrow tiene otras ideas y un plan… porque Harrow siempre tiene un plan.
La premisa inicial ya deja claro que «Gideon la Novena» se mueve dentro de unos particulares límites.
Tomaos un momento para mirar bien la portada.
Gideon, pintura de batalla, gafas de sol, pelo corto pelirrojo, espada en mano y un montón de esqueletos reventados. Quizás sea esa la mejor escenificación de lo que guarda la novela, ni más ni menos. Un acercamiento al pulp más lúdico, llena de entretenimiento, bastante chulería y una mezcla de ideas y géneros que, casi de manera sorprendente, funciona. Ni syfy elevada ni sesudas genealogías espaciales…ni falta que le hace.
«Gideon la Novena» es pura diversión y personalidad.
Nigromantes y caballeras.
Quizá Gideon sea el personaje protagonista que no sabías que necesitabas. A ratos arquetípica, otros sorprendente, Gideon muestra varias facetas para alejarse de su rol de caballera letal del espacio nigromántico exterior.
Y chula.
Porque Gideon, chula, lo es un rato.
Sus cortes y respuestas están más afiladas que su propio mandoble. Una especie de Jack Burton, el papel de Kurt Russell en «Golpe en la pequeña China» de John Carpenter, pero con menos testosterona, menos camiones y bastantes más nigromantes y esqueletos (que Lo Pan nos perdone). O, quizás, su ejemplo televisivo más acertado sea la encarnación de Winnona Earp (Melanie Scrofano) de la serie del mismo título de Syfy, es decir, una pendenciera inadaptada, peleona, pero con su corazoncito.
Gideon es necesaria, a pesar de que unas veces la quieras o otras la quieras ahogar con tus propias manos.
Y si Gideon es necesaria, Harrow es inevitable. El reverso de Gideon en casi todo, tan distintas que resultan iguales y complementarias.
Pero Harrow…
Harrow es otra cuestión que habrá que tratar cuando la segunda entrega de la trilogía de la Tumba Sellada llegue a nuestras librerías.
La galería de personajes tampoco se queda atrás. Cuando me lanzo a la lectura de novelas así, siempre me entra una vacío ante la lista de casas, personajes y relaciones. Juega muy a favor de Tamsyn Muir que, pese al lío de casas, personajes de extraños nombres y relaciones peculiares, te quede todo bastante claro con apenas unas pinceladas. Y, además, la edición de Nova lleva una indispensable guía de personajes y casas. Un reparto muy variado de nigromantes y caballeros, que van a ir desganando sus secretos poco a poco, encerrados en el templo donde transcurre la prueba.
Entre Agatha Christie y un Metroidvania.
Uno de los puntos brillantes de «Gideon la Novena» es su mezcla de intereses, ideas y referencias muy actuales. Hay una intensa sensación de anime en el desarrollo y presencia de muchos personajes, unos enfrentamientos entre caballeros y nigromantes que rozan el pulp y un ambiente de videojuego imposible de obviar. Unos personajes encerrados en una gigantesca mansión encantada, que encierra una enorme cantidad de puertas cerradas, pasadizos secretos y alas ocultas. A poco que hayas tocado una consola en la última década reconocerás la fórmula: un metroidvania de manual, donde los personajes van avanzando gracias a conseguir nuevas habilidades que les permitan acceden a zonas, hasta ese momento, vedadas.
Otro punto a su favor es la inesperada atmósfera a lo Agatha Christie. Un misterio de habitación cerrada, donde van apareciendo cadáveres sin que sea fácil reconocer al asesino. El grupo de personajes es limitado y no hay injerencias del exterior así que el culpable está entre ellos. Una mezcla de misterio y nigromantes espaciales, totalmente inesperado pero funciona muy bien.
Al igual que su sistema de nigromancia. Nunca había sido consciente de lo que podía hacer una nigromante hasta que leí las habilidades de Harrow. Impresionantes.
«Gideon la Novena» es un feroz entretenimiento. Cuando su maquinaria se pone a funcionar es imbatible. Una novela ágil, con una explosiva mezcla de ideas, un amplio sentido de la chulería y llena de todo lo que mola: esqueletos, nigromantes, duelos a espada, palacios espaciales encantados, misterio…
Son casi seiscientas páginas y a pesar de contar con un ritmo ágil y una serie de evidentes aciertos, en «Gideon la Novena» hay algunos puntos menos brillantes. Un final demasiado dilatado (hay un enfrentamiento en concreto que recuerda a algunos videojuegos por su excesiva duración), personajes que no terminan de brillar, algún punto inconexo en la explicación del misterio y algunas relaciones personales que rozan el amor/odio de high school típico y tópico de serie juvenil. Ningún obstáculo que impida disfrutar de la novela pero si que, junto con su aire de serie b, pueda resultar demasiado para algún lector. No ha sido mi caso, que conste.
Y luego, su final.
El final es una putada.
Una jodida putada porque necesitas más, más nigromantes, más tanatonergía y más Novena Casa.
En definitiva.
«Gideon la Novena» (no Guideon, como indica por error el encabezado de las páginas del libro) es un feroz entretenimiento. No se le puede exigir más. Cuando su maquinaria se pone a funcionar, es imbatible: ágil, con una explosiva mezcla de ideas y referentes y un amplio sentido de la chulería y de lo que mola. Esqueletos, nigromantes, duelos a espada, palacios espaciales encantados, misterio y hay lugar para sentimientos y relaciones personales. Gideon y Harrow son dos personajes excelentes, inolvidables, antagónicamente inseparables.
Tamsyn Muir debuta como una ágil narradora, con unas ideas claras y originales, transmitiendo una gran personalidad propia. Y eso, hoy en día, es motivo de celebración.
La edición en castellano de Nova es una gozada: tapa dura, sobrecubierta con la portada original, detalles interiores y una traducción de David Tejera Expósito que no pierde esa mala leche (sobre todo en Gideon y sus cortes) y traslada al castellano un nuevo mundo de ideas nigrománticas.
El resto de la Trilogía de la Tumba Sellada espera, para intentar confirmar las buenas impresiones de «Gideon la Novena».
Nova, esperemos que la segunda entrega no tarde en llegar… ¡por el Emperador!