La editorial Impedimenta continúa con su rescate de las obras inéditas en castellano u olvidadas de Stanisław Lem (Polonia, 1921-2006). En esta ocasión con ‘Golem XIV’ (Impedimenta, 2012), originalmente publicada en 1981, y relacionada con su “Biblioteca del siglo XXI” en cuanto surge como proyecto narrativo de un fragmento de ‘Magnitud imaginaria’ (Impedimenta, 2010; publicada originalmente en 1973). Un texto coherente con el conjunto de la “Biblioteca del siglo XXI” y, por extensión, con la totalidad de su obra, pues tiene por fin el compartir con el lector sus reflexiones sobre los límites de la humanidad y el estrecho margen existente para su permanencia en el tiempo.
‘Golem XIV’ (Impedimenta, 2012) se desarrolla en un tono casi exclusivamente filosófico, al que la estructura ficcional y el punto de vista de los personajes le sirve para tomar posiciones en el debate alrededor de la inteligencia, el universo y el lugar que ocupa la humanidad en esta relación de factores. De entre todos ellos destaca Golem XIV, inteligencia artificial inicialmente diseñada para garantizar ventajas estratégicas a sus dueños del Pentágono que, por una casualidad constructiva, se acaba definiendo como una de las primeras inteligencias artificiales superior a la humanidad –junto con otra inteligencia de rango todavía superior cuyo nombre en clave es HONNEST ANNIE (escrito así en mayúsculas).
El libro de Lem recoge materiales editados en un supuesto 2047 correspondientes a los testimonios de los científicos del MIT que compartieron la construcción y la relación con Golem XIV, además de la primera y la última conferencia impartidas por esta inteligencia superior antes de transcender a un plano superior al humano sumiéndose en el mutismo total. El propio Golem XIV lo afirma en un momento del texto: solo hay dos tipos de inteligencia aquella que funciona a nivel local y aquella que lo hace a nivel universal; el mutismo de Golem XIV se nos insinúa como el principal síntoma de su transcendencia del primer al segundo estado.
Las dos conferencias tienen ilustrativos títulos sobre su objetivo y temática: “Tres aspectos del hombre”, dónde se diserta sobre las barreras que para la inteligencia supone la corporeidad de la especie humana, y “Sobre mí mismo”, dónde realiza una reflexión más caótica y menos precisa sobre la relación entre la inteligencia y el espacio-tiempo universal; llegando en varios pasajes a ajustarle las cuentas al mismísimo Albert Einstein. La principal virtud de ambos ensayos es su más que evidente capacidad para prever el discurrir de campos científicos entonces todavía intuitivos como la física cuántica, la neurología o la inteligencia artificial; apuntando ideas o perspectivas meritorias incluso desde un tiempo actual. Mientras el hándicap más visible lo destaca la voz narradora en un punto del “Epílogo” cuando dice sobre las conferencias que:
“La última conferencia de GOLEM levantó, si cabe, más controversias que la primera. Esta había suscitado oposición sobre todo por ser un panfleto contra la Evolución. La postrera, sin embargo, fue desacreditada por su pésima construcción, su sospechosa ausencia de verdadera sabiduría y su radical falta de fe en el género humano…” (p. 176).
Cualquier reflexión sobre los problemas que la corporeidad supone para el pleno desarrollo de la inteligencia exige hablar de la Teoría de la Evolución y sus circunstancias. Una miríada de temas o perspectivas posibles que, muy sagazmente, la voz narrativa de Golem XIV reduce a tres: (a) la construcción es menos perfecta que el constructor; (b) las especies surgen a causa de un error errante; y (c) el sentido del transmisor está en la transmisión (p. 63). Un hilo argumental que nos recuerda enormemente a otras teorías científicas como las matemáticas y la física aplicadas por Roger Penrose a su modelo cíclico del universo; o el dominio del código genético sobre los cuerpos evolucionados planteado por la teoría del Gen Egoísta de Richard Dawkins; o la existencia de una singularidad capaz de trastocar la física normal del universo conocido y conceder espacio a la ingeniería de una inteligencia superior planteada por vez primera por John von Neumann.
Un cóctel teórico del que resulta ser una síntesis perfecta el último párrafo de la primera conferencia:
“Creo que en breve entraréis en la edad de la metamorfosis, que decidiréis rechazar vuestra propia historia, vuestro patrimonio entero, los restos de la humanidad natural cuya imagen exagerada, teñida de hermosa tragedia, se esconde tras los espejos de vuestras creencias; que avanzaréis, pues no existe otra salida que el avance, y que, en lo que ahora constituye para vosotros tan solo un salto al abismo, percibiréis un cierto desafío, por no decir una cierta belleza, y que obraréis a vuestra manera si, al rechazar al ser humano, conseguís con ello salvar al ser humano” (p. 94).
Ante esta desafiante postura, los personajes humanos muestran todo un variopinto catálogo de opiniones y actitudes. Desde la fascinación y el seguimiento que de Golem XIV realizan los científicos del MIT autores de este libro futuro –Irving Creve y Richard Popp, pasando por la distancia prudente de un Pentágono que jamás parece perder de vista las posibles aplicaciones estratégico-militares de estos ingenios, o el escepticismo de los científicos que de distintas disciplinas asisten en primera persona a las conferencias, hasta fanáticos husitas deseosos de conseguir la total destrucción del Golem XIV. Una diversidad de respuestas reflejo de la impotencia ante cuyas teorías la humanidad parece responder, al tiempo que Lem nos deja caer una profunda confianza en su (antes o después) irremediable advenimiento.
Stanisław Lem destaca en los anales de la literatura por su transgresión al utilizar la Ciencia Ficción no para trasladar a entornos espaciales y/o tiempos futuros realidades reconocibles en el presente, sino para coger a la humanidad de la solapa e intentar llevar la imagen de sí misma hasta sus últimas consecuencias en lo que a las posibilidades de la Ciencia se refiere. En ‘Golem XIV’ (Impedimenta, 2012) apuró en extremo las teorías más transgresoras de su época y además, de forma muy meritoria, sentó las bases filosóficas de otras teorías que entonces estaban por venir. Un síntoma de su capacidad de pensamiento, de creación y de innovación por encima de las fórmulas y los convencionalismos.
La redacción retadora de este libro no lo hace apto para todos los públicos, pero tampoco Lem lo pretendía cuando lo escribió hace ya treinta y dos años. Su objetivo de reflexión y proyección está más de sobra cumplido, y con tal nivel de actualidad e innovación que todavía hoy debemos considerar a ‘Golem XIV’ (Impedimenta, 2012) uno de esos textos que todo amante de la Ciencia Ficción debiera leer una vez en su vida. Yo ya lo he hecho, aprovechen la excelente edición de Impedimenta para leerlo también.