“The Minx” es la historia de Anna Schwarz, una joven veinteañera cuyo máximo problema al inicio del cómic es cuándo y dónde perder la virginidad junto a su apuesto y encantador novio Tom Jones, que no es El Tigre de Gales pero hace campaña a favor del senador Ben Sharkey, “un hombre con visión” —según reza su eslogan de campaña— que curiosamente siempre lleva puestas unas gafas oscuras.
Se me olvidaba, Anna recibe mensajes telepáticos de un dios mono que ha anunciado su venida a la Tierra procedente del espacio exterior y que de camino se comunica con algunos humanos llamados “receptores” a los que escoge con criterios desconocidos por los hijos de la creación.
¿Impresiona verdad? Pues a los habitantes de Nueva York y del resto del mundo también les ha perturbado un poco. Algunos han formado sectas para adorar al dios mono, otros se han unido para exterminar a los monos en nombre de las Tres Grandes religiones (judaísmo, islamismo y cristianismo; a los hindúes lo de tener una deidad simiesca les parece aceptable) y los demás hacen lo más extraño de todo: seguir con su vida como si tal cosa.
Por lo demás, la vida de Anna es bastante tranquila, salvo cuando se transforma en su alter ego: la granuja, una sinvergüenza con poderes paranormales que da título a la serie y gusta de lucir una chupa de cuero punk con el lema “No hay futuro”. Al más puro estilo del Dr. Jekyll y Mr. Hyde —en palabras de la propia Anna— la cara perversa de la niña de papá no duda en liarse la manta a la cabeza y hacer todo aquello que da pudor a Anna, un poco porque le divierte, fundamentalmente por hacerle la puñeta a su compañera de cuerpo.
Y qué mejor manera de complicarle la vida a la joven neoyorkina que indagar para descubrir quién es su verdadero padre después de que la madre de Anna tuviera el buen gusto de confesar a la familia, durante el velatorio de su suegra, que su hija fue fruto de una violación bajo los efectos del speed durante un concierto de los Sex Pistols en Londres.
Así que ni corta ni perezosa, a petición del presidente de los Estados Unidos y de Angus McAnguish (un sórdido anciano que dirige el Instituto del Dios Mono y parece tener la clave de todos los misterios), la granuja viaja a la capital del Reino Unido para recibir al babuino divino.
La trama, a pesar de ser compleja, está perfectamente estructurada, centrando los tres primeros números en las semanas previas a la llegada del dios mono, aprovechadas por una psicópata hermafrodita para perseguir a los receptores del mensaje del simio con el objetivo de “transformar su alma” —ya veréis cómo…— y liberarlos del horror de su antigua existencia.
“El cuarteto del mono” está dedicado a la llegada del mesías a la Tierra. Gracias al viajero espacial la humanidad conocerá al fin los deseos del Señor –lo que no quiere decir que les satisfagan- y el enigma de su origen será revelado antes de abandonar a Anna en helicóptero por cortesía de “la leyenda del pop de los sesenta Billy Nice”.
Debido a su cancelación, el número ocho concluye “The Minx” con un final abierto pero coherente con la trama. Nos quedaremos con ganas de más, pero el cierre de Milligan a “La granuja” es igual de impactante e intrigante que el resto de la serie.
Para finalizar, el tomo de Grandes Autores de Vertigo incluye dos historias cortas publicadas en Vertigo Winter’s Edge que sirvieron para presentar la colección a los lectores y que completan el hilarante trabajo de Milligan y Phillips en “La granuja”.
Compra aquí «GAV: Peter Milligan y Sean Phillips – La granuja«.