Los parásitos del escarabajo que se aferraron a una abeja primitiva hace 100 millones de años podrían haber causado un error de vuelo que, aunque mortal para el insecto, es una bendición para la ciencia actual.
La abeja hembra, que quedó atrapada en resina de árbol y por lo tanto, conservada en ámbar, ha sido identificada como perteneciente de una nueva familia, género y especie, por el investigador de la Universidad del Estado de Oregón (OSU) George Poinar Jr.
Este fósil del Cretácico medio de Myanmar proporciona el primer registro de una abeja primitiva con polen, y también el primer registro de parásitos de escarabajo, que siguen apareciendo en las abejas modernas.
Los hallazgos, publicados en la revista BioOne, arroja una nueva luz sobre los primeros días -geológicamente hablando- de las abejas, un componente crucial en la historia evolutiva y la diversificación de las plantas con flores. Los insectos polinizadores ayudan a la reproducción de las plantas con flores en todo el planeta, y son críticas a nivel ecológico como promotores de la biodiversidad. Las abejas son las portadores más habituales, ya que están presentes en gran número, y porque son el único grupo polinizador que se alimenta exclusivamente de néctar y polen durante todo su ciclo de vida.
Las abejas evolucionaron a partir de avispas apoides, que son carnívoras. Sin embargo, no se sabe mucho acerca de los cambios que sufrieron las avispas cuando hicieron esa transición dietética.
Poinar, profesor emérito en la Facultad de Ciencias de OSU, y experto internacional en el uso en investigación de animales y plantas conservados en ámbar, con el fin de aprender sobre la biología de tiempos remotos, clasificó este nuevo hallazgo con el nombre de Discoscapa apicula, de la familia Discoscapidae.
La abeja fosilizada comparte rasgos con las modernas, como los pelos plumosos, un lóbulo pronotal redondeado y un par de espuelas en la tibia posterior, y también otros de las avispas apoides, como unas cuencas antenales muy bajas y ciertas características de las venas de las alas.
«Algo único sobre esta nueva familia que no se ha hallado en ningún linaje de avispas apoides o de abejas supone una vía bifurcada”, comenta Poinar, refiriéndose a la base de antena de dos segmentos. «El registro fósil de las abejas es muy grande, pero la mayoría datan de los últimos 65 millones de años, y se parecen mucho a las modernas. Fósiles como este pueden decirnos mucho sobre los cambios que experimentaron ciertos linajes de avispas cuando se convirtieron en palinívoros (aquellos que se alimentan de polen)«.
Los numerosos granos de polen que pueden verse en esta Discoscapa apicula muestran que la abeja había estado recientemente en una o más flores, antes de verse atrapada.
«Hay evidencia adicional de que esta abeja fósil había visitado varias flores: las 21 triungulinas de escarabajo -larvas-, en el mismo pedazo de ámbar, que estaban enganchadas para emprender un viaje de regreso al nido de las abejas, con el fin de alimentarse de las larvas de abejas y sus provisiones, de comida dejada por la hembra«, insiste Poinar. «Ciertamente es posible que la gran cantidad de triungulinas causó que la abeja volara accidentalmente hacia la resina«.
Fuente: BioOne.