Así que bueno, procedamos a hincarle el diente: las primeras escenas son cautivadoras, tranquilas… sí, no empieza con ninguna burrada, pero sí con una situación un poco surrealista, ya que tenemos a Harley Quinn pasando un rato de relax en un spa con su amiga Poison Ivy, en una interacción que perfectamente podría haber sido sacada del “Sirenas de Gotham City” de Paul Dini y Guillem March. Humor sutil, tranquilidad, calidez… una relación profunda, sin duda.
Imaginaos, si no, el reiniciar de nuevo la historia del personaje, con cinco nuevas páginas en las que presentamos –otra vez- al enorme elenco de personajes. Todos tienen su cuota de página, y habría sido una labor complicada dado lo limitado del formato. Así que se dan las circunstancias para que el nuevo lector pueda recuperar la colección previa y ponerse al día con el elenco. Porque, no nos engañemos, la somera presentación inicial no es suficiente.
Lo curioso es que, esta vez, salvo por algunas excentricidades propias de Harley, el peso del humor no lo lleva ella, sino el elenco de secundarios. Aun así, magistral la escena en la que Harley envía a Mortandad -¡menudo guiño a Masacre, amigos lectores!- al hospital y cómo lo hace. Por lo demás, volviendo al tema de la presentación de los secundarios, imaginemos un ejemplo: soy un chavalín que decido gastarme el eurete que cuesta la grapa para hacerme con el cómic. Oye, que el dibujo mola, que hay pelea, acción, pero… ¿Quién narices es la vaca alienígena, por ejemplo? ¿Qué pinta Mortandad? ¿De qué está hablando con Harley? ¿Quién es Harvey?
Quería ahora hablar de que esta apuesta por la continuidad no sería lo mismo sin el estilo visual y dinámico de HArdin, que evoca el estilo de Conner con singular pericia. Personajes expresivos, secuencias de acción bien planificadas, humor, fantasía… y una secuencia memorable, un pequeño interludio en el que se explora el origen de la plaga zombi, con las imágenes de Hardin y una paleta de colores vibrantes de Alex Sinclair guiando la secuencia. Lo dicho: Hardin es lo más parecido a Conner que se pueda lograr sin que sea la misma Amanda en persona: juega con los colores y los gestos igual que lo haría ella. En fin, resumiendo: que si te gustaba ya esta serie, te la vas a seguir comprando, aun sin que sea un salto limpio adelante y apueste por una continuidad artificial disfrazada de “renacimiento”.
Eso sí: vas a pasarlo bien: excentricidad, ingenio, acción plasmada con singular destreza, momentos ‘chill out’ protagonizados por Harley y Hiedra, humor gamberro, también negro. Otro ejemplo de entretenimiento ligerito y honesto. Ideal para el transporte público o para el entretenimiento rápido sin más pretensiones. ¿Qué más quieres por lo que cuesta? ¡Échate unas risas!