En un 2022 en general, para qué nos vamos a engañar, bastante decepcionante en cuanto a estrenos seriéfilos, nos hemos decidido a mirar atrás y buscar alguna joyita que pasase bastante desapercibida y que, por calidad, superase en bastante a lo actualmente disponible. Una de estas propuestas es, claro, «High Maintenance» (Vimeo primero, HBO después).
La serie tuvo una longeva trayectoria gracias a que, aunque nació primero en Vimeo, su extraordinaria calidad la hizo merecedora de un salto de calidad que la llevaría a dónde la podemos encontrar hoy: HBO. Allí estuvo cuatro estupendas temporadas que son de las que, básicamente, os vamos a hablar aquí.
«High Maintenance» acaba siendo, en sus cuatro temporadas, una reivindicación de la alegría, de la inocencia, de la vida sin rencores y sin temores
La serie tiene una premisa tan simple como un botijo: un repartidor-vendedor de marihuana, conocido simpáticamente solo como “el tío”, va de aquí para allá con su bicicleta. En su trasiego tiene acceso a personajes e historias que nos permiten adentrarnos en distintos perfiles sociológicos y psicológicos de los habitantes de la ciudad de Nueva York. E historia sobre historia, con una media de dos por capítulo, que se cruzan habilidosamente de forma siempre curiosa e inteligente, se nos muestra un espejo de las sociedades urbanas occidentales.
Es verdad que el comienzo es bastante prototípico, y que si no se le da unos pocos capítulos todos estos retratos parecen los de unos burgueses urbanitas bastante excéntricos, pero a partir de la mitad de su primera temporada se lanza, con valor, a explorar unas honduras que van mucho más allá de las apariencias iniciales.
Historias y perfiles diferentes
De forma que, con cada nueva entrega, y en cada nueva temporada, son historias y perfiles totalmente diferentes los que nos presentan un cuadro amplísimo de las sociedades urbanas tan heterogéneo como apasionante. Nueva York se dibuja así, ante nuestros ojos, como un universo cosmopolita diverso, multirracial y de clases dónde conviven, a través del fino hilo de la marihuana, en busca de una vitalidad existencial que parece esconderse en las pequeñas cosas de la vida.
La serie acaba siendo, en sus cuatro temporadas, una reivindicación de la alegría, de la inocencia, de la vida sin rencores y sin temores, dónde los demás juegan un papel decisivo en el día a día de todos nosotros; sean esos “demás” conocidos o desconocidos. Por eso la serie dedica algún chascarrillo a los mensajes (y personajes) sembradores de odio y de desconfianza quirúrgicamente dirigido contra los lazos invisibles que nos unen los unos a los otros.
Completamente doblada al castellano
Lo positivo de la serie, su tono a medio camino entre la carcajada y la sonrisa, tan bien llevado y equilibrado casi todo el tiempo, además de la habilidad de los guiones para desarrollar y empatar dos historias casi sin aparente conexión. Hacen de esta serie un producto de calidad digno de ser visto.
La tenéis, oculta entre tantos estrenos, en el catálogo de HBO Max y completamente doblada al castellano. No os la perdáis.