Un álbum ilustrado que presenta, de una manera bellamente gráfica, la evolución de la vida sobre el planeta, comenzando por los primeros organismos unicelulares y terminando con el ser humano.
Mi relación como lector con la editorial Impedimenta tiene su origen en la literatura policiaca. Obras como la serie de novelas de Edmund Crispin protagonizada por Gervase Fen o la de Margery Allingham protagonizada por Albert Campion, algunas de las cuales hemos reseñado en Fantasymundo.
De ellas me gusta casi todo. Tanto los propios relatos como el aspecto material de la edición: su encuadernación en rústica, sus ilustraciones de portada de época, su sobrecubierta verjurada, sus fuentes de texto… etc.
Este libro, Historia de la vida, es mi primer contacto con otra de las facetas de esa editorial: la que se ocupa de la divulgación, con la mirada puesta en los lectores más jóvenes, en su colección Visita nuestro Museo. Una colección tan o más exquisita que las que ya conocía.
Escrito por Fiona Munro y Ruth Symons, y traducido al español por Miguel Ros, Historia de la vida ofrece a los lectores un esplendoroso recorrido gráfico por la evolución de la vida en el planeta Tierra, desde las primeras bacterias precámbricas hasta los mamíferos actuales, entre los que nos encontramos.
Y es que, si bien los textos son importantes, es en el apartado gráfico donde brilla de verdad esta obra. De ahí que el protagonismo de la misma recaiga no tanto en los autores antes mencionados como en la artista británica Katie Scott, que es quien ha creado las bellísimas ilustraciones que llenan sus páginas.
«La Tierra se formó hace unos 4500 millones de años, en la espiral de rocas y polvo surgidos tras el Big Bang. Tuvieron que pasar otros 500 millones de años para que apareciesen las primeras formas de vida. De hecho, durante el 90% de su historia no hubo plantas ni animales sobre la faz del planeta. […] La vida tal y como la conocemos es el fruto de millones de años de evolución. Nuestros ancestros humanos aparecieron hace aproximadamente 200.000 años, lo que significa que solo llevamos aquí un 0,0004% de la historia de la Tierra»
El libro juega con la analogía entre leer un libro y visitar un museo.
Abrir sus tapas equivale a abrir las puertas de un clásico museo de historia natural. Leer sus capítulos es como recorrer sus salas.
En la entrada a este museo de papel, es decir, en sus primeras páginas, se explica el origen de la Tierra y de la vida, y el concepto de teoría de la evolución.
Un bonito esquema recoge la cronología de la vida en el planeta.
La primera sala corresponde al Precámbrico, era en la que aparecieron los primigenios animales unicelulares.
La segunda sala está dedicada al Paleozoico, en el que tuvo lugar la explosion cámbrica de la vida, aparecieron las plantas leñosas, los insectos, los saurópsidos y sinápsidos y los reptiles mamiferoides.
La tercera sala se adjudica al Mesozoico, con sus grandes dinosaurios y las primeras aves.
La cuarta y última sala se ocupa del Cenozoico, llamando al atención del lector hacia la megafauna de mamíferos gigantes y la aparición del ser humano.
Concluye el libro con una última dependencia de ese museo de papel, a la que llama Biblioteca. Se trata, en realidad, de un glosario de términos.
«La evolución es la teoría científica que explica cómo los seres vivos cambian paulatinamente para crear nuevas especies. Este proceso se lleva a cabo gracias a la selección natural, mediante la cual los organismos mejor adaptados para sobrevivir en su medio transmiten sus rasgos a la siguiente generación. Ahora sabemos que la teoría de la evolución vincula todas las formas de vida de la Tierra con un único ancestro común, en un proceso de cambio que sigue vigente hoy en día»
Obviamente, un libro ilustrado de solo ochenta páginas no pretende ofrecer una explicación exhaustiva de la historia de la evolución de la vida. Se trata más bien de despertar la curiosidad de los lectores jóvenes, animándolos a profundizar en el tema. Con amenidad, concisión y una estructura bien ordenada.
Algo similar a lo que hacen los museos, donde se presenta información concreta bien seleccionada y estructurada, evitando abrumar al visitante mostrando todos sus fondos.
Las ilustraciones son verdaderas obras de arte, hermosas y detallistas. Recuerdan a las meticulosas pinturas de artistas-naturalistas de siglos pasados. Las que tanto contribuyeron a divulgar la belleza de las especies animales y vegetales, que entonces comenzaban a estudiarse sistemáticamente, en una época anterior a la fotografía.
Si tuviera que elegir una única ilustración, y sin desmerecer imágenes como la del Archaeopteryx o el Tyrannosaurus rex, me quedaría sin dudarlo con la del Smilodon.
No en vano recuerdo haber dibujado de niño, con solo siete u ocho años, una imagen de ese felino prehistórico sobre un trozo de tela, a modo de bandera infantil para olvidados juegos de recreo escolar.
Encuadernado en cartoné, como objeto físico este libro es un muestrario de buen hacer, de las tapas y las guardas al tono marfileño de sus páginas de alto gramaje.
Qué bien se hacen las cosas en Impedimenta.
(1988) es una artista británica conocida por su trabajo en el campo de la ilustración de naturaleza.
Estudió ilustración en la Universidad de Brighton y ha trabajado para la BBC, el New York Times, Universal Records y Phaidon Press.