Los vampiros vuelven a estar de moda (si es que alguna vez han dejado de estarlo), tal y como demuestran algunas de las últimas novedades editoriales. Han vuelto a erigirse como figuras de terror puro, alejados de los estereotipos popularizados durante la pasada década: todo colmillos, garras y maldad. Raymond A. Villareal demuestra, en su primera novela, que es posible un nuevo acercamiento a estos personajes. Para ello utiliza parte del imaginario cultural y social de los últimos años. Si «Guerra Mundial Z» es uno de sus referentes, tampoco es una obra ajena a los movimientos sociales actuales o al modelo de sociedad en el que vivimos. «Historia popular del levantamiento vampiro» es una crónica interesante, con ciertas particularidades, pero que no acaba de rematar, de explotar sus virtudes (que son muchas y variadas).
Los vampiros son llamados crepusculares pero su características y peligro se mantienen intactas.
Para comenzar a hablar de esta novela, editada por Nocturna en España, hay que hacer referencia a su estructura. Como se citaba anteriormente y a poco que se le eche un vistazo, el estilo de «Guerra Mundial Z» de Max Brooks (la novela, no la película) ha calado hondo en Villareal. La novela de Brooks ha sido utilizada, en esta ocasión, mas como referente de estilo que como guía. En «Historia popular del levantamiento vampiro» nos encontramos con una planificación en base a archivos y entrevistas con personajes relevantes, que van ahondando en la aparición, investigación y posibles evidencias de la presencia y planes de dominio de los vampiros (aquí llamados crepusculares). La diferencia reside en que, mientras que en «Guerra Mundial Z» se buscaba la visión en conjunto del fenómeno desde diferentes puntos de vista, tales como el social, científico, militar…, aquí se ve reducido a una visión científica, religiosa y burocrática, restando parte de la espectacularidad que se podría esperar. Tampoco se puede criticar una novela respecto a lo que tú, como lector, pensabas que ibas a encontrar dentro de una lectura (el hype y las ideas preconcebidas) pero si que, en esta ocasión, hacen que la novela resulte algo mas densa de lo que se podría pensar.
La estructura en forma de crónica favorece la lectura y las múltiples visiones del fenómeno.
La novela no esconde sus cartas. En el prefacio se explica lo que se va a leer: una narración de hechos de un fenómeno surgido hace poco tiempo. La investigación arranca con la aparición de unos cuerpos en Nogales, Arizona. La posterior desaparición de los cuerpos de la morgue arranca la acción. La doctora Lauren Scott investigará el caso para el CCPE (Centro para el Control y Prevención de Enfermedades) casi hasta la obsesión. Todo se complicará cuando aparece un reguero cadáveres exangües apuntando en una dirección: la fallecida y desaparecida Liza Sole. La investigación del llamado virus THON (Trastorno Hematológico Orgánico de Nogales) por parte de la doctora Scott y sus aliados es uno de los pilares de la novela. Quizás sea la parte mas corriente de la novela pero funciona a la perfección. Hay un exceso de terminología científica, que puede abrumar a lectores no científicos.
Los tres pilares de la narración son ciencia, política y religión.
Plantea cuestiones y soluciones a fenómenos interesantes. Uno de ellos es la recreación (conversión de humano en vampiro) a nivel corporal y celular. Aporta la visión de que humanos y crepusculares, aún siendo casi idénticos, no parecen ser de la misma especie (en términos biológicos). Los crepusculares, aparte del cambio en su nomenclatura y su origen en base a un virus, son similares a los vampiros clásicos. Se alimentan de sangre, infectan a sus víctimas moribundas, no soportan la luz solar, tienen habilidades potenciadas y nula empatía.
Los dos patas restantes que soportan la novela están relacionadas con la religión y aspectos políticos y burocráticos. La religión, como en muchas obras vampíricas, tiene un gran peso. Esta parte se va desarrollando mediante entrevistas transcritas con el padre Reilly, sacerdote católico y jesuita. Los hechos que atañen al personaje resultan muy interesantes y su camino se irá relacionando con el agente del FBI Hugo Zumthor y su investigación. Los aspectos religiosos se centran en la interferencia del fenómeno crepuscular con la iglesia católica y la presencia de recreados en la misma. La parte religiosa funciona, algo dispersa en el devenir del libro, pero termina evolucionando en la parte final del mismo.
Novela original, en forma de crónica. Presta atención a varios aspectos de una posible invasión vampira pero sin llegar a explotar del todo.
La parte burocrática tiene varias ramificaciones a lo largo de la lectura, desde la parte de derechos sociales, a la empresarial, de dominación o política. Un mundo frío y sin sentimientos, como los propios crepusculares. Esa falta de empatía de los propios crepusculares y recreados hacen que las similitudes con el mundo político o de altas esferas sean sencillas y visibles. La discusión sobre si los crepusculares deben ser considerados humanos y contar con sus mismos derechos centran el inicio de la problemática. Hay que tener en cuenta que son individuos que no pueden salir con la luz solar.
Es una parte importante de la trama pero no termina de funcionar. Por ejemplo: hay varios capítulos donde se discute si los crepusculares deben ser reconocidos como discapacitados debido a que su condición actual se debe a la infección por un virus. Se argumentan todos los aspectos, desde que son humanos enfermos por un virus, hasta que muchos se recrean a sabiendas, infectándose a posta para adquirir habilidades crepusculares. Una discapacidad es una condición que te sobreviene, no se elije. Es una discusión interesante, dando valor social y una visión actual al vampirismo. Las argumentaciones se alargan tanto que, mientras leía, no dejaba de pensar en la excelente serie «What we do in the shadows» (está en HBO, una maravilla). En un episodio, Nandor se acerca a la junta del ayuntamiento para decir que su clan de cutres vampiros van a invadir la calle de al lado.
La cuestión política está tratada de manera mas resultona. El analista y asesor político Joseph Barrera es el protagonista del fragmento. Un poderoso crepuscular que quiere presentarse al senado norteamericano contrata a Barrera para lanzar su campaña. Esta parte funciona como un interesante thriller político, con algunos detalles escabrosos y que enriquecen la visión que da el libro del fenómeno. Uno de sus absolutos puntos positivos.
En resumen:
«Historia popular del levantamiento vampiro» no es, para nada, una mala novela o aburrida. Su valoración en conjunto resulta dañada por la falta de remate en algunas cuestiones o de mejorar sus (que no son pocos) puntos positivos y originales. En el tramo final se aportan ideas originales y arriesgadas. Esas ideas se aprecian en pinceladas, destellos. La estructura en crónica favorece la lectura, siempre interesante, pero que muchas veces adolece de ser demasiado fría, burocrática, mas cercano a un relato jurídico o científico. Otras veces parece asomarse al estilo «true crime» con un exceso de datos y nombres de personajes involucrados.
La edición en castellano de Nocturna mantiene la calidad acostumbrada de la editorial, siempre excelente. Ni una pega a la traducción de una clásica como Pilar Ramírez Tello, con la calidad a la que nos tiene (mal)acostumbrados. La primera obra de Raymond A. Villareal es original e interesante para los aficionados a los vampiros y al fantástico, pese a que un poco mas de ambición en su tramo final nos dejaría con un mejor sabor de boca.