Para el tercer episodio, Hitman deja de inspirarse en James Bond y opta por un thriller político más serio. Ya no deberemos infiltrarnos en una mansión que esconde un laboratorio secreto donde se está creando un virus letal. Aquí la trama parte de una premisa más realista. El CEO de un banco se ha llevado millones del pueblo marroquí y, tras lograr escapar en su camino a prisión, ha logrado refugiarse en la embajada sueca donde una muchedumbre enfurecida amenaza con asaltarla. Todo esto mientras un general marroquí pretende aprovechar la situación para provocar un golpe de estado.
Un polvorín. O al menos eso es lo que debería ser, ya que a la hora de la verdad IO Interactive no ha sabido trasladar esa sensación. Sí, hay una masa indignada frente a la embajada sueca, y sí, hay soldados del ejército marroquí desplegados por todo el mercado. Y sin embargo, en el interior de la embajada todo sigue igual. Tranquilidad absoluta. O en el colegio, donde aguardan los futuros golpistas sin la más mínima tensión aparente.
Tensiones ausentes
Marrakech continúa ofreciendo un mapa enorme que explorar y, por primera vez en este nuevo Hitman, los objetivos están en dos puntos diferentes. Algo que resulta positivo y negativo al mismo tiempo. Por una parte, nos obliga a estudiar dos escenarios antes de acometer nuestros asesinatos, incrementando las posibilidades, entre las que destaca la opción de que el banquero y el general se encuentren. Por otra parte, la embajada y el colegio son considerablemente pequeños para lo visto en anteriores capítulos y el resto del mapa está algo vacío.
Podíamos explorar Sapienza en profundidad para conocer cada pequeño detalle, pero la villa seguía siendo un lugar enorme. El mercado de Marrakech es precioso y muy interesante de explorar, pero su protagonismo es casi nulo. Su uso es ofrecer varias oportunidades que nos faciliten un asesinato y algunas de ellas pueden dar mucho juego. Pero es una sección tan grande y tan poco utilizada la mayor parte del tiempo que se siente desaprovechada.
Esta vez la dificultad ha aumentado levemente. Al encontrarse los objetivos en dos puntos distintos y estar todo el mundo muy armado, cualquier pequeño error puede pagarse aún más caro.
Un fallo conectado a la ambientación, y que resta algo de credibilidad, es la total ausencia de un doblaje acorde con la zona en la que nos encontramos. Los anteriores capítulos también padecían este error, pero quizá por lo cosmopolita de París o lo hipnótico de Sapienza, uno podía pasarlo por alto con facilidad. Aquí tanto los marroquíes como los suecos están desprovistos de unas voces acordes. Es cierto que puede considerarse un detalle menor, pero al ser este un capítulo con un tono tan serio es sorprendente que algo así haya pasado sido por alto. Parece, llegados a la tercera misión, que IO Interactive no tiene planes de cambiar.
Siguiendo con esta disonancia respecto al tono y a lo mostrado, se echa en falta alguna ocasión en la que podamos instigar a la muchedumbre. O, incluso, que si los soldados nos disparen y abaten a algunos de los manifestantes, estos no se limiten a huir, olvidando la rabia que hasta hace unos segundos estaban demostrando. Puede excusarse en que esas opciones pondrían en riesgo los intereses de la parte contratante, pero deberían estar ahí para dar mayor sensación de que se respira vida en el escenario.
Conclusión
Hitman deja a un lado el rocambolesco escenario de Sapienza para ofrecer un tono más serio con Marrakech. En esta ocasión IO Interactive no ha sabido dar en todas las teclas necesarias para ofrecer un capítulo redondo. Si bien las posibilidades jugables continúan siendo muy ricas, gran parte del escenario en esta misión está terriblemente desaprovechado. Esto hace que la satisfacción jugable se reduzca a pesar de una leve subida en la dificultad para ofrecer un desafío mayor.
También hay algunos detalles menores en el doblaje o la IA que restan parte de seriedad al tono que se ha querido dar. Es cierto que son errores que se han repetido en anteriores capítulos, pero llegados al tercero parece que no hay intención de cambiar de rumbo