Editorial Minotauro nos trae de nuevo a Carlos Sisí, ahora con Homine ex machina (Hombre de la máquina). Una mezcla de Juegos de guerra, Yo Robot y Galactica, con toques de Terminator, o mejor dicho Skynet, y que ha sido como leer a Michael Crichton. Utopía para unos, distopía para otros. Desde luego, una crítica a aspectos tales como el agotamiento del planeta, el enganche colectivo a las RRSS y la corrupción, así como el derroche de recursos en todos los sentidos. Carlos Sisí crea una ficción en la que la conclusión sea que quizá tenga que venir una máquina a ordenarnos la vida para que recuperemos nuestra auténtica humanidad.
Carlos Sisí (Madrid, 1971) vive en Calahonda (Málaga). En 2009 nos dejó de piedra con su serie Los Caminantes, un apocalipsis zombi en plena Málaga. También es el autor de La hora del mar y ganó la X edición del Premio Minotauro con Panteón. Carlos dirige una revista digital online y su empresa familiar de diseño y soluciones de Internet.
De nuevo la protagonista es una IA
A modo de introducción, permitidme que os recuerde algo que ya aparecía en los diarios de prensa económica meses antes de que estallara la pandemia de la COVID-19. La cuarta revolución industrial está llamando a las puertas del mundo entero. Se va a vivir una auténtica revolución tecnológica que dará otra vuelta de tuerca a la sustitución del ser humano en el proceso productivo. De manera paralela, asistimos también a una rápida evolución en lo que es el desarrollo de las inteligencias artificiales. Cómo no la ciencia ficción ha ido por delante y ha especulado con IAs que emulen casi a la perfección al ser humano. De hecho, si miramos hacia atrás, tenemos muchas inteligencias artificiales que han pasado a la historia. ¿Os acordáis de la que salía en Ulises 31? Shirka, el ordenador principal del Odiseus, es para mí una de las primeras que recuerdo. Desde luego, la que más me ha llegado al corazón, ha sido Cortana, de la saga de videojuegos Halo.
Bueno, pues imaginad que ahora que acabo de leer Ready Player Two y he viajado a Oasis me meto nada más y nada menos que en Bachelor, todo un juego de realidad virtual inmersiva que engancha a la población mundial. Qué os parece si os digo que ha sido creado por una inteligencia artificial llamada Cónclave en base a todas las experiencias de las décadas anteriores en videojuegos. Un éxito que no solo va a revolucionar el mundo, sino muchas cosas más.
¿Qué nos espera?
Pues en la novela que ahora nos ocupa, Carlos Sisi juega a que una inteligencia artificial va a marcar un antes y un después en lo que es la vida de todos los seres humanos. Un libro de ciencia ficción moderno, fresco y plagado de referencias al tema que nos ocupa. Ojo, con muchos robots, pero sin las reglas de Asimov. Os puedo asegurar que os va a entretener y mucho esta novela. Bienvenidos a este hombre de la máquina.
Homine Ex Machina
El arranque de la novela con «Servicio no disponible», ambientado en 2037, muestra a un Irving Gilmore que habla con otra persona a propósito de cómo serán las guerras del futuro. Ya no se cruzarán tiros, sino que será tan fácil como hacer off al rival.
Tras evidenciar las debilidades que mantienen nuestro sistema actual, en 2038 Annabel Bachelor crea Cónclave. La ingeniera somete a la IA a toda una Teoría de Juegos para aprender y tener entidad propia como un niño, pero con las capacidades ilimitadas de una máquina para procesar. Annabel y Conclave serán los auténticos protagonistas en torno a los que pivotará la historia. Conclave crecerá de manera exponencial mientras su creadora asiste con expectación, recelo y miedo ante su creación. Hay diálogos que no por escuchados en otros libros dejan de ser premonitorios.
Los años pasan y asistimos a la Guerra China con unos robots perro, Gou, que recrean los enfrentamientos que nos esperan a la vuelta de la esquina. Esa especie de Transformers que son los Coleman de Estados Unidos no son rivales para los gous chinos. Sin embargo, Adán lo va a cambiar todo y quien está detrás de este nuevo robot es ni más ni menos que la IA Cónclave.
Esta IA no es como otras
Era un terreno fangoso, sin duda. La conciencia, al fin y al cabo, se definía como un conocimiento que un ser tiene de sí mismo y de su entorno. Nadie sensato calificaría a Cónclave como «un ser», pero aún así, la definición iba encajando cada vez más. Nunca fue el propósito de Annabel, ni de nadie en Ingenialogic, crear una «conciencia artificial». Cónclave era una herramienta como un sistema neuronal, sí, pero computacional, artificial, algo que podía, simplemente, apagarse. Aunque nadie esperaba (ni deseaba) construir algo como una conciencia, Annabel pensaba que, en algún momento, Cónclave llegaría a ser algo genuinamente indistinguible de una.
Adán, en plan Robocop, evolucionará y comienza a comercializarse como el P600. Yo soy la ley, decía el juez Dredd, ¿recordáis? Como podéis comprobar, el libro está plagado de guiños al género, el cual viene a coronarse con el juego de realidad virtual Bachelor; todo un Civilization sin límites.
Me quedo con…
…la escena en la que un personaje abre su regalo por su cumpleaños: un ejemplar de Adán. Me recuerda a cuando se abre un iPhone empaquetado con todo cuidado por el departamento de Marketing de Apple y cuyo blanco impoluto hemos visto trasladado a otras marcas.
Las conversaciones que mantiene el dueño con su robot me recuerdan los diálogos de los libros de Asimov, donde una máquina puede llegar a razonar con un ser humano. No desvelo dónde radica esta genialidad ni cómo un Adán puede ser casi perfecto, pero es genialmente creíble.
Me quedo con las conversaciones de la doctora Bachelor y Cónclave a propósito de qué está aprendiendo del ser humano. Como os anticipaba antes, son interesantes las preocupaciones con las que se queda la doctora después de las reflexiones de la inteligencia artificial. ¿Puede que esta perfección y lo que consigue en el planeta, que debería ser una utopía, pueda trastocarse en una distopía?
Es también interesante el sexo que se le aplica a la máquina, bien hombre o mujer, llegando a llamarla mi niña.
Conclusión tras leer Homine ex machina
Carlos nos propone un futuro más o menos cierto en un par de décadas. Primero, nos asusta con lo que podría pasar si nos quedáramos sin conectividad o red de redes. Después, asistimos al nacimiento de una inteligencia artificial, algo muy visto en la ciencia ficción, pero que quizá en esta ocasión tiene un matiz diferente; el hecho de que se puede autoanalizar, que puede tener criterio propio. No es una mera máquina de procesamiento de datos. El punto de inflexión lo tenemos cuando esa inteligencia artificial en 6 minutos puede resolver la paz mundial sin tener que destruirnos en guerras innecesarias y cruentas. ¿Os acordáis de Juegos de guerra? ¿A qué conclusión llegaba el ordenador? Pues, eso.
Os deseo una feliz lectura y que disfrutéis tanto como yo.
Puedes empezar a leer Homine ex machina aquí.