Norma Editorial continúa con la publicación de uno de sus shonen más recientes: “Im. El sumo sacerdote Imhotep”, de Makoto Morishita, cuyo 2º y 3º tomo salieron en los meses de abril y mayo respectivamente, y que desde Fantasymundo hemos tenido la oportunidad de leer.
Esta historia sigue a Im, un poderoso sacerdote del antiguo Egipto que despierta en el Japón actual para hacer frente a las monstruosas criaturas llamadas magai.
Si no conoces el manga o no estás al día, te recomiendo que leas las reseñas de los primeros tomos, donde te cuento sin spoilers qué puedes esperarte de esta serie, ya que este artículo puede contener datos de la trama hasta el volumen 4.
Tras revelarnos en su segundo tomo el misterioso pasado de Im, los Sacerdotes de Amón solicitan su ayuda para acabar con la existencia de su antiguo amigo Zoser, creador de los magai. Una petición que deja al protagonista sumido en un mar de dudas justo cuando Zoser hace su aparición en el tercer volumen. ¿Será capaz Im, con la ayuda de Harugo y el resto de sacerdotes, de detener a tan poderoso enemigo?
Ya en el cuarto tomo, los Sacerdotes de Amón acogen a Imhotep como novicio y lo hacen formar equipo con un más que reticente Harugo. Tras la desaparición del padrastro de este, los sacerdotes más jóvenes se unen para rescatarle y hacer frente a una nueva enemiga que resultará más que conocida a cualquier lector.
Todo ello mientras “Im. El sumo sacerdote Imhotep” nos va descubriendo el sueño más íntimo del protagonista, el pasado de Harugo, los propósitos de Zoser y sus seguidores o cómo funcionan los Sacerdotes de Amón y la misteriosa Enéada.
Con la aparición del que seguramente será el archienemigo hasta el final del manga y de un buen puñado de segundarios que se unen a la lucha, la historia da un giro hacia el shonen más clásico: el de un grupo de personajes liderados por un protagonista carismático que luchan contra las fuerzas del mal encarnadas en un gran antagonista.
Y si bien esta trama es más bien típica, el vínculo entre Im y Zoser, el hecho de que el prota sea tan poderoso desde el primer momento y las continuas referencias a personajes y criaturas mitológicas del antiguo Egipto hacen que esta serie mantenga la chispa.
Los secundarios encajan más en roles prestablecidos muy característicos de este tipo de manga, con sus típicas personalidades y sus típicos problemas, pero logran mantener al lector interesado.
Curioso es el caso de Hinome, que en estos dos tomos de “Im. El sumo sacerdote Imhotep” ha sido desplazada por los Sacerdotes de Amón, apareciendo brevemente y solo como apoyo del protagonista o como alivio cómico. Yo solo espero que no termine convirtiéndose en el cliché de la chica secuestrada por el malo.
Visualmente frenético
El manga shonen es, por norma general, un género con muchas escenas de acción y que, por tanto, debe saber transmitir el movimiento para no terminar convertido en un caos de líneas. Y Makoto Morishita aprueba con creces. “Im. El sumo sacerdote Imhotep” es una historia visualmente muy intensa, con bastantes escenas de batalla que despliegan ataques físicos y mágicos. Unas escenas frenéticas que el lector es capaz de seguir con facilidad, y que transmiten fuerza y épica.
Por su parte, el diseño de personajes se adapta muy bien al género, molón y algo badass. Las características más distintivas del mangaka recaen en Im y en la simbología egipcia que aparece por todas partes.
En definitiva, un manga visualmente muy adictivo, que no decepcionará a los amantes de la acción.
¿Un shonen más?
En su 3º y 4º tomo “Im. El sumo sacerdote Imhotep” ha dado un giro hacia la típica trama de shonen que tantísimas veces hemos visto. Es ahora cuando la historia arranca de verdad, funcionando los dos primeros volúmenes como mera introducción.
Pero esto no es necesariamente malo. Aún con algunos de los elementos más típicos del género, la serie engancha y aporta las suficientes características distintivas como para hacerse un hueco entre los aficionados.
Si continuará en esta línea o se volverá otro shonen más, solo el tiempo (y los sucesivos volúmenes), lo dirán. Y yo seguiré aquí para contároslo.