Y es de uno de esos productos de los que vengo a hablaros, gracias a los chicos de Medusa Comics, tenemos recopilada la miniserie integra de “Aguas Oscuras”, publicada originalmente por Titan Comics, en la que el escritor Victor Gischler se acompaña de un irregular elenco de dibujantes entre los que se incluyen a Steve Scott (X-men Forever), Rodney Ramos (52), Alex Shibao (Silent Hill), Tazio Bettin (Hunters: The Shadowland) e Ivan Rodríguez (Daredevil: Tierra de Sombras). Es un cómic canto a la nostalgia que nos devuelve a los felices tiempos del 96, antes de la Tierra Unificada y el resto de cosas que nos encontramos en la actual película.
Eso sí este cómic es una precuela para desarrollar al personaje de Joshua Adams, interpretado por el actor William Fichtner, al que con mayor o menor fortuna los artistas de este cómic intentan retratar. Adams muy lejos de ser el general estratégico que veremos en la película, es un impulsivo capitán, con una gran fobia al mar. Sí, ya se que resulta curioso tener como protagonista de una historia en las profundidades del océano a alguien con pánico al mar abierto, pero al señor Gischler le pareció un recurso gracioso para forzar gags, eso sí, sólo al principio de la obra, luego esa característica se deja de lado, como toda coherencia en la trama.
Allí un submarino de la Marina se encargará de recoger a Adams y a la doctora Morgan, una de las científicas a cargo del Área 51, su misión será descubrir qué tiene de particular dicha nave y de nuevo obtener toda la información posible sobre los aliens.
A partir de dicha premisa el cómic intenta parecer un taquillazo palomitero en toda regla. Así tendremos personajes estereotipados, maniobras imposibles, un correcto uso de la uniformidad y las maniobras militares de submarino muy propio de películas como “La Caza del Octubre Rojo”, hasta el típico momento de “enseñar carne” de la coprotagonista femenina que no viene para nada a cuento, drones (sí, por mucho que sea un termino que parece propio del siglo XXI realmente los drones como tales se empezaron a usar y perfeccionar en los 90) y por supuesto patrióticos marines y aliens.
El inicio del cómic como ya he dicho sin ser más allá de un entrenimiento que adormezca nuestra neuronas y el meter con calzador al personaje de Adams cumple con la labor de entretenernos a base de plagiar situaciones y planos de los principales clichés del género, pero llega a abusar tanto de los mismo que llega a resultar tedioso y aburrido. Puede que al principio el hecho de que Adams tenga talasofobia (miedo al mar abierto), podría dar mucho juego, pero no es más que un engaño del guionista para poner un falso talón de Aquiles a nuestro héroe, no esperéis ataques de pánico del buen soldado pues ¡atención! Como logró hacer un curso de buceo ya está listo para realizar una incursión en una nave alien con un grupo de marines sin ni siquiera temblar.
Siguiendo de nuevo con los tópicos cuando nuestros valientes soldados salen victoriosos y hasta con un trofeo de su incursión, resulta que Adams gracias a haber estado en contacto con las criaturas tiene una revelación que va a obligar al equipo a volver a detener el plan de los incursores. El dibujo cambia para dar un toque más de terror y evanescencia, sin duda es el momento en el que mejor se retrata a Adams con los rasgos de Fichtner. Este dibujo va muy bien porque lógicamente si se intenta hacer una autopsia dentro de un submarino es absolutamente indispensable que el espécimen despierte y comience un baile de cazador cazado muy propio de la primera Alien de Ridley Scott.
Y aquí aunque se supone que siempre tenemos al mismo guionista es donde empiezan las incoherencias aún más graves que las ya planteadas. Resulta que si anteriormente los marines eran capaces de detener a una escuadra entera de alienígenas, en este segmento uno solo de ellos logra desestabilizarles, pese a la ayuda de los blasters. Adams en su “unión” a estas criaturas fuerza unos planos de viaje mental que en verdad resultan bastante anticlimáticos aunque por si mismos son de lo mejor dibujado de este tomo.
Por lo demás final contrareloj palomitero, un burdo intento de que Morgan tenga el más mínimo peso en la historia, que de nuevo queda forzado y fuera de lugar.
Otra reiterada incursión y fuga en el último momento y sí, en las dos páginas.finales igual hasta podemos atisbar qué tiene este cómic de precuela, con respecto a “Independence Day: Contraataque”, que de nuevo queda forzado y uno no entiende porqué no ocurre eso desde el principio del cómic.
Dicho esto pasamos a la sección de extras, que sin duda es de lo mejor que tiene el tomo. En la misma encontramos una timeline con los principales sucesos desde 1996 hasta 2016 en el mundo de Independence Day, incluyendo cómics y novelas, material bastante útil si se pretende dar un mínimo de coherencia a la nueva cinta de Emmerich. También interesantes son las notas sobre los aliens del doctor Okun (del que de verás me encantaría saber cómo sobrevivió a su encuentro en el Área 51). Un innecesario e incompleto perfil de Adams. Una galería con unas trece portadas e imágenes promocionales de la película y una pequeña biografía de los autores que incluye incluso a los coloristas Stefani Rennee, Thiago Ribero y Marcio Menyz, un bonito gesto a agradecer a Medusa Cómics.
En definitiva un cómic que no llega si al entretenimiento barato propio de las catastróficas películas de Roland Emmerich. Unos personajes desaprovechados donde sólo brilla Adams. Una historia innecesaria que no aparta nada nuevo al mundo de Independence Day. Un batiburrillo de dibujantes que lastran y hacen pesada una lectura que debería ser ágil y rápida. En definitiva un cómic sólo para fanáticos de la patriótica lucha contra los invasores y para los que busquen desconectar su cerebro de toda compleja lectura durante un rato. Un buen cómic de playa que en mi opinión tiene un precio excesivo para el contenido que ofrece.