Por fin llegó a España una de las series infantiles más polémicas, posiblemente, de los últimos años. ‘Juan Pilila’ (Filmin) es la serie infantil danesa, dirigida a públicos de tres a seis años, protagonizada por Juan, una persona con, como dice su introducción, “la más larga de las pililas”. Con ella afrontará situaciones de emergencia, ayudará a los demás, tendrá algún que otro percance y, por su puesto, protagonizará algún que otro enredo. Todo ello mientras vive en casa de su bisabuela, con ella y con su perrito Bular.
Juan no es un infante al uso. A pesar de que su comportamiento haría pensar en que es un niño de corta edad, corporalmente se trata de un señor robusto, con gorro de invierno lila y bañador a rayas, bigote tipo revolucionario, y una pilila enormemente extensa, reversible y autónoma. A veces será él quien afronte las situaciones, pero, en su mayor parte, su “pilila” demostrará ser un personaje independiente, con pensamiento y voluntad propias, capaz de meter a Juan en problemas… o solucionárselos; según el momento o la situación.
‘Juan Pilila’ es correcta como serie e inteligente en su planteamiento
Con esta serie, de perspectiva originalísima, e historias todas ellas de tono desenfadado, divertido, desacomplejado y algo gamberro, el mensaje pretende ser de integración y utilidad social a las personas con características físicas distintas a la mayoría. Se evita en todo momento ser negativos y la pilila, con su pensamiento propio y “utilidad”, busca demostrar justamente esto: cualquier característica física, por extraña que sea, podría tener un aspecto positivo que también conviene aprovechar… y no discriminar o estigmatizar.
Juan es un hombre vergonzoso y, en algún momento, avergonzado respecto a su idiosincrasia; pero nunca acomplejado. Este es un matiz muy importante, a partir del cual se entiende la integración de Juan en el barrio y la pequeña localidad, donde la vecindad se puede extrañar de la aparición alguna vez de la pilila (por ejemplo, para invitar al cumpleaños de la bisabuela o repartir el correo colgándose de las farolas como si fuese una liana), pero nunca se muestran hostiles o negativos hacia ella o hacia Juan.
Entonces, como serie infantil, ‘Juan Pilila’ cumple con solvencia todo lo exigido por su formato: veinte capítulos cortos de cinco minutos cada uno, con historias de trama sencilla contadas por un narrador omnisciente, temporalmente lineales, de mismo espacio, con pocos personajes, y que pone el foco -con mucho cuidado- en demostrar la “utilidad” de la pilila y de que, precisamente por esto, Juan tendría que sentirse no orgulloso, pero sí digno y útil de ser como es y tener la pilila que tiene. “¿Acaso no eres Juan Pilila?”, le dirá la voz narradora en no pocas ocasiones, “Pues claro, pensó Juan”.
La inocencia es clave
La serie, vista sin complejos, además, tiene gracia. Las tramas van ganando con el tiempo en complejidad y profundidad, aun a pesar de su sencillez. Y la pilila es tan llamativa que, con la mirada simple de una crianza cualquiera, el mensaje de fondo de la serie cala con gracia y claridad. Lo complicado con esta serie, como pasa tantas veces, no es tanto la mirada de los infantes como la de sus padres que, ya sin esta inocencia, podrán ver en esta serie de todo… tanto bueno como malo. De ahí, justo, la polémica que generó.
¿Qué os parece a vosotros? A mí, polémicas aparte, correcta como serie e inteligente en su planteamiento. Cuando la veáis, tenéis ‘Juan Pilila’ en Filmin, contadnos qué tal.