Y es que si los personajes a los que el Dúo Dorado nos tiene acostumbrados son casi siempre más grandes que sí mismos, prácticamente infalibles e imbuidos en una capa de honor (Como Itto Ogami, Yamada Asaemon o Hattori Hanzô), Kasajiro y su esposa Shinko la kappa se presentan como una pareja corriente, dispuestos a cumplir en su trabajo, pero recurriendo a las bromas y teniendo una vida sentimental y hogareña igual de importante que su profesión.
Eso no significa que este Kasajiro de ECC, no sea uno de los mejores policías de Edo y muy hábil con la kaginawa, o que el pasado criminal de Shinko pueda ser visto de todo menos normal, pero sus motivaciones y aspiraciones sí son las de cualquier ciudadano común: poder ganarse la vida y vivir tranquilamente.
Ya habíamos visto en la propia serie de Asa el ejecutor cual era la actitud de Kasajiro, una especie de Doctor Watson con Mary Morstan incluida. Contrapunto del recto Asaemon, Kasajiro desulmbra en su propia serie con su cotidianeidad y su brillantez para resolver los casos policiacos de la ciudad de Edo, y es Saizô el caballito, un hombre que protege a las prostitutas, el que toma el puesto de ayudante.
Así, el primer arco de la serie nos presenta el asesinato de una prostituta en extrañas circunstancias. Todo parece indicar que la trata de blancas (las prostitutas eran permitidas en áreas concretas dentro de las castas bajas, pero no si provenían de otras clases sociales) y del honor de la clase samurái.
El tema de la jerarquía japonesa está muy presente en esta obra. Aparte del propio caso, la dudosa procedencia de Shinko y su tatuaje de kappa (los tatuajes estaban restringidos a la clase baja o a los comerciantes, que sin contar a los proscritos eran la base de la pirámide feudal) presenta un quebrantamiento al orden social, por no añadir su relación de igual con su marido en el trabajo, mostrando unas habilidades y una resolución igual o superior a Kasajiro (es capaz de dibujar la escena del crimen a pincel y tinta con gran soltura). Esto repercute en que utilizar a Shinko como debilidad de nuestro protagonista no sea una buena opción para sus enemigos. La imposibilidad de mezclarse de los samuráis y rônin con las prostitutas, o las consecuencias del linaje son otros ejemplos de la misma idea.
En definitiva, una buena serie con el gran sabor de los maestros Kazuo Koike y Gôseki Kojima, que demuestran su saber hacer en una serie que, aunque ambientada en el periodo Edo, dista bastante de lo que nos tienen acostumbrados y presenta un personaje falible y cotidiano resolviendo crímenes en el ambiente urbano de la capital del Bakufu.