Acabé de ver ‘Katla’ (Netflix, 2021) con la sensación de que esta serie ya la había visto antes. De hecho, casi desde el primer episodio, no pude quitarme ‘Les renevants’ (Canal+ France, 2012) en ningún momento de la cabeza. Pues, a pesar de sus diferencias argumentales, el mecanismo narrativo que empodera a todos los demás hilos argumentales es el mismo: la aparición repentina con vida de seres queridos dados por muertos y cómo, quiénes quedaron con vida y tuvieron que enfrentarse a ese duelo y a su respectivo momento traumático, reaccionan ahora a esa reaparición y a todo lo que ella trae consigo.
La diferencia aquí está en el punto focal. Y es que Katla es un volcán islandés, real, que al entrar aquí ficticiamente en erupción expulsa de su base a gente dada por muerta allí. Personas que vuelven, además, con su edad y recuerdos intactos respecto al momento de su desaparición. Poco a poco, a medida que el volcán va aumentando su presión y son más virulentas sus sacudidas, nuevas personas van apareciendo. Los capítulos iniciales son, en consecuencia, la presentación de estos personajes y sus historias: quiénes eran, cómo desaparecieron y qué circunstancias traumáticas arrastran ahora con su regreso para sus seres queridos.
En «Katla» todo es demasiado prototípico
Esto implica una triple tensión. La primera es el misterio tras estas apariciones pues, aunque coincide temporalmente con la erupción del volcán Katla, no existe una causalidad demostrada y, por supuesto, parece increíble el creer que algo así pudiera suceder. La segunda es la tensión de las apariciones: la reacción de los seres queridos, las emociones a flor de piel en el entorno familiar y social de cada uno. Y la tercera es la tensión de las consecuencias de sus reapariciones: la infidelidad de un hombre otrora casado para con su mujer… y con su amante; la tensa relación de dos hermanas; o la crisis de una pareja para la cual el regreso de su hijo muerto supone un obstáculo difícil de afrontar.
El problema es que estas tensiones están articuladas de forma muy poco clara, especialmente en los primeros capítulos. Esto, junto con un ritmo narrativo extremadamente pausado, hacen que los hechos y el retrato de los personajes tengan un encaje confuso; dificultándonos así la posibilidad de conocer y empatizar con quienes padecen una situación tan extraordinaria como ésta. Es así como los que deberían ser los protagonistas se desdibujan y ceden el paso a algunos de los personajes secundarios, bastante más interesantes que ellos y perfilados de forma más llamativa (tenemos, entre otros, a una bruja que lee los posos del té e interpreta las tripas de los animales, por ejemplo).
La serie es demasiado parecida a algo ya antes visto
Posiblemente, la gente de Netflix Islandia sospechase algo respecto a este problema y, por eso, recurren de forma tan insistente y abusiva a los trucos de guion (cliffhangers) para enganchar un capítulo con el siguiente. Con todo, la treta no funciona porque aquello que debería llamar nuestra atención para pulsar el botón de “siguiente” y pasar al próximo, especialmente en los primeros capítulos, simplemente, no está; y cuando asoma, en la segunda mitad de la serie, para el espectador medio ya es demasiado tarde.
‘Katla’ (Netflix, 2021) es una serie con cosas que ofrecer e historias que contar pero que o no se atreve a mostrarlas en todo su potencial o, cuando lo hace, es para desarrollarlas solo hasta un punto muy reconocible; tanto que nos sonará como algo ya antes visto. Esto no sería grave si los personajes y sus historias nos fuesen de interés, atractivas por algún motivo, pero tampoco lo son; porque todo es demasiado prototípico. Y, cuando podría ser algo original o atrevido, es justo cuando la serie llega al final de sus ocho episodios (de, aproximadamente, cuarenta minutos de duración cada uno).
No sabemos aún si tendrá segunda temporada, pero, francamente, tampoco nos preocupa demasiado. Lo visto hasta ahora no nos anima a seguir y eso que, aunque su producción es ambiciosa y tras sus tramas está un experto en estas lides como Baltasar Kormákur (creador de la fantástica serie ‘Atrapados’), todo es demasiado parecido a algo ya antes visto como para querer repetir la experiencia.