Hoy os ofrecemos una segunda reseña de “La Aguja”, uno de los cómics más interesantes que han llegado a España de la mano de Planeta Cómics y que ya reseñamos por primera vez en 2018.
Desde Fantasymundo hemos decidido lanzarnos a publicar una segunda reseña para resaltar, una vez más, las bondades de una historia para enmarcar.
“La Aguja” (publicada originalmente en 2015) está escrita por Simon Spurrier y dibujada por Jeff Stokely, y traída a España por Planeta Cómics. Esta historia consigue combinar a la perfección una trama de novela negra ambientada en un mundo de ciencia ficción. Pero este cómic no se conforma con entretener a los lectores, sino que también trata temas como el racismo y el colectivo LGTBI. Y lo más importante es que consigue integrarlo dentro de la historia sin que parezca artificial, sino al contrario: la obra perdería fuerza si se eliminarán estos temas de la trama.
Cabe destacar que fue nominado en 2016 a los premios Eisner como Mejor Serie Limitada, y cuenta con el reconocimiento de autores de la talla de Jeff Lemire o Rick Remender entre otros.
Orgullosa se alza La Aguja
La Aguja es una enorme ciudad vertical, similar a una montaña artificial, que se alza en medio de un desierto radiactivo, al cual los humanos no deben salir sin respiradores. En esta ciudad llena de ascensores, pasillos y niveles, conviven los humanos con los distorsionados (esculpidos sería el término políticamente aceptado). Esta convivencia entre humanos y esculpidos no es vista con buenos ojos por todo el mundo. Un ejemplo sería la nueva baronesa, quien está a punto de jurar el cargo tras la muerte de su padre y que considera a los distorsionados meras herramientas. Otro ejemplo serían los zoarimas, seres humanos que odian y rechazan a los distorsionados y se encuentran en constantes rencillas con La Aguja por aceptar que humanos y esculpidos convivan dentro de sus muros.
Y en este difícil contexto se encuentra Shâ, la capitana de la policía de la Guardia de la Ciudad, y una medusa, una especie de esculpidos con diversas características físicas diferentes a los humanos, entre las que destacan los zazillos, unas finas hebras tentaculares de color blanco que pueden extraer de su cuerpo y que se comportan como extremidades.
Shâ no es bien vista por la nueva baronesa, la cual le pone un plazo máximo para resolver una serie de crímenes que están teniendo lugar en la ciudad de forma misteriosa y que están afectando a la familia real.
La Aguja: guion y dibujo
Simon Spurrier es el guionista de “La Aguja”. Y la verdad es que hace un buen trabajo. La historia, sin ser nada nuevo, te consigue mantener enganchado página tras página. La idea de mezclar una novela policíaca con un mundo de fantasía con un toque de Mad Max hace que este cómic se disfrute a cada momento. Y el trasfondo de racismo entre humanos y esculpidos, junto con alguna sorpresilla más, provoca en el lector la sensación de que en todo momento están ocurriendo cosas y que debes continuar leyendo para ver cómo evoluciona cada suceso.
Por poner alguna pega, aunque es una pega totalmente subjetiva, al principio de cada capítulo te van mostrando un flashback de una página sobre un acontecimiento concreto ocurrido hace años. Estas pistas no tienen coherencia hasta el final de la historia, y si bien es un recurso narrativo muy interesante, puede que a algunos lectores (como es mi caso) les pueda poner nerviosos. Aunque también ayuda a devorar esta historia, para poder encajar todo en su lugar.
Por otro lado, se utiliza en exceso la aparición de “bocadillos” con diálogos a mitad, cosa que en las circunstancias que se muestran no aportan gran valor a la trama. Se pretende dar la sensación al lector de que está escuchando susurros a medida que pasea los ojos por cada viñeta, sin llegar a conocer toda la conversación. El problema es que las conversaciones no te generan ganas de querer saber lo que “no has podido oír”.
A los lápices se encuentra Jeff Stokely, quien practica un dibujo rápido y abrupto, el cual convierte el mundo de La Aguja en un lugar difuso, con personajes que lo son todavía más. Si bien no soy excesivo fan de este estilo de dibujo, si es cierto que encaja bastante bien con la historia que nos pretende contar. Y a esto ayuda sin duda André May, quien se encarga del color, y consigue dar unos tonos vivos que chocan con la trama, pero que le dan un toque cercano y familiar.
Sí cabe destacar algo más, es la composición de viñetas que utiliza Stokely para contar la historia. No sólo los rápidos movimientos en las persecuciones, que suceden tanto en horizontal como en vertical, sino también en situaciones más calmadas, como el descenso de una enorme torre que conforma una Splash page increíble.
Para enhebrar
Si bien es un cómic que no recomendaría a las personas más neófitas de la afición, a título personal me ha gustado mucho. Tras un primer capítulo que me supo a poco, la trama comienza a arrancar, entremezclando misterios, sospechosos y problemas comunes en La Aguja. Esto hace que cada página la puedas disfrutar un poco más que la anterior, que cada trozo del rompecabezas comienzan a encajar un poco más. Y todo simpatizando con Shâ, una protagonista que, siendo casi un cliché, funciona correctamente en esta trama.
Sin duda el gran acierto de Simon Spurrier ha sido el mezclar esta trama detectivesca en un mundo de fantasía original que permite influir en el propio misterio.