“Cuando esos monumentos se erigieron como resplandecientes centinelas blancos junto a la ribera del Nilo, es evidente que los egipcios no se imaginaron que acabarían convirtiéndose en unas ruinas eternas y vacías. Eran gentes ocupadas, construían, comerciaban, conspiraban, aprendían, vivían atrapadas en los quehaceres cotidianos que entraña ser humanos en un mundo cada vez más complejo. Al igual que nosotros, escribían en las paredes y estaban obsesionados con los gatos”
A diferencia de Parcak, que sucumbió en el mundo de la arqueología a través de las películas de Indiana Jones, yo caí en sus brazos tras ver la increíble reconstrucción de Roma de Gladiator. Y sé que gracias a la increíble narrativa y trabajo de esta arqueóloga americana, nacerán más arqueólogos, fascinados por nuestro pasado pero también por el futuro de una disciplina que aún tiene muchísimo que contarnos.
Un patrimonio por descubrir
“La arqueología desde el espacio” no trata una técnica novedosísima pero sí que ofrece herramientas para poder aplicarla de verdad y más al alcance del vulgo. Se trata de la reconstrucción y localización de sitios a través de la fotografía satelital comparada, la especialidad de Sarah Parcak y que la ha llevado a crear el programa GlobalXplorer, con colaboración mundial estilo crowfunding en el que han participado miles de personas de todo el mundo para mapear la selva peruana e intentar discernir los yacimientos arqueológicos sin descubrir en base a fotografías por satélite pagadas por una beca TED.
Y es que, como bien sabemos o podemos intuir, aunque la arqueología es una herramienta fundamental para saber quiénes somos, la capacidad económica de los arqueólogos ha venido variando a la baja en los últimos años, lo que ha llevado a una caída en las investigaciones, un aumento desquiciante del paro en el sector y, lo que a largo plazo es peor: dejar los yacimientos de la mano de cazatesoros o piratas que, en busca de un beneficio económico a veces irrisorio (véase los niños que profanan tumbas en Egipto para sustentar a su familia), destruyen un patrimonio que jamás podrá volver a su contexto.
Así, siguiendo el ejemplo de otras plataformas de mente colmena, Parcak se presentó al concurso de TED proponiendo su plataforma colaborativa. Y la ganó. Y su proyecto fue un éxito sin si quiera tener que acercarse a un paletín. No solo eso, sino que ayudó a concienciar a nivel mundial sobre la importancia de la catalogación de yacimientos y ayudó a unas cuántas personas a sentir que estaban haciendo algo importante por la humanidad. Y es que la arqueología sin divulgación sirve, pero para menos de lo que esperábamos.
Una historia de amor por la arqueología
En “La arqueología desde el espacio” Sarah Parcak nos ofrece una obra poco convencional, puesto que, lo que más tiene, de lo que más se impregna el lector, es de un amor superior a una disciplina que ha fascinado, fascina y fascinará a millones de personas a lo largo de las eras.
Se trata de un relato no lineal en el que podemos descubrir tanto los inicios en las investigaciones de la autora como detalles de las diferentes excavaciones en las que ha participado hasta ahora, la mayor parte de ellas en Egipto.
Para una arqueóloga actualmente sin trabajo remunerado (bendito país) como yo, “La arqueología desde el espacio” representa todo lo que pudo haber sido y aún no fue, los deseos, los sueños húmedos de cualquier estudiante: adentrarse en cámaras funerarias, realizar increíbles descubrimientos en selvas cerradas de Latinoamérica, recorrer el mundo para maravillarse con las conferencias de otros colegas… una vida imparable que, aunque nos dé un poco de envidia, sin duda representa la vocación que pretende inculcar tanto en las nuevas generaciones como en personas interesadas en preservar el patrimonio.
He de reconocer que en algunos pasajes, como cuando Parcak es consciente del destrozo que se está realizando en un lugar de su investigación en medio de la pandemia por los saqueadores de tumbas, he tenido que llorar. No solo porque en el mejor de los casos los arqueólogos somos unos estorbos que impiden el progreso por cuatro piedras y dos cacharros rotos, sino por la incapacidad manifiesta que tenemos de que nos hagan caso, algo que la autora consigue sortear creando un libro impresionante, lleno de emoción y conocimiento, que debería llegar más al gran público de lo que creo que llegará.
Además, Parcak no solo nos interpela con datos técnicos o anécdotas de excavaciones. Al más puro estilo de las charlas TED la autora se atreve a construir dos relatos ficcionados sobre la vida de una mujer, Meryt, en el Reino Medio de Egipto desde su infancia hasta su muerte (a través de los vestigios encontrados en una tumba) y una posible evolución de la arqueología en el año 2100, llena de cacharritos y habiendo desaparecido la disciplina como universitaria. Quizá no es lo mejor del libro, pero no se le da mal la narrativa y ayuda bastante a congeniarse con el resto de lo que nos viene contando anteriormente.
Una vida dedicada a la disciplina
Sarah Parcak es egiptóloga y especialista en teledetección e imágenes por satélite. Nació en 1979 y se licenció en Egiptología y Estudios Arqueológicos en Yale, doctorándose en Cambridge. Además de dar clases en la Universidad de Alabama, ha aparecido en varios documentales de la BBC, como “Egypt’s Lost Cities”, que seguían sus investigaciones en Egipto. También ha participado en documentales sobre Roma y los pueblos nórdicos en Terranova, todos ellos centrados en su labor de detección por satélite. En
2015 ganó el premio TED y un año después el Premio al Ingenio Americano de la revista Smithsonian.
“La arqueología desde el espacio” es su última obra divulgativa, pero también ha publicado otro título no traducido al español: “Satellite Remote Sensing for Archaeology” en 2009.
A través de este libro el lector, estoy convencida, aunque no haya sentido el flechazo por las piedras caídas y los miles de pedacitos de cerámica a recomponer, descubrirá un nuevo mundo y se dejará querer, puesto que Sarah Parcak es una gran comunicadora consciente de que su trabajo es crítico a la hora de conservar nuestro pasado.
«La arqueología desde el espacio», de Sarah Parcak, está editado en Ariel, traducido por Beatriz Ruiz Jara, en edición rústica con solapas y con una extensión de 424 páginas.
“Mi vida entera es una ruina. Literalmente. No, este libro no es un grito de socorro ni un viaje hacia el autoconocimiento. Soy arqueóloga. (…) Se podría pensar que estoy obsesionada con la tierra que piso y con todas las maravillas que pueda contener; aunque no resplandezcan, su valor es incalculable. Esa tierra contiene nada menos que los indicios de quiénes somos, de cómo hemos llegado hasta aquí y de cómo podríamos prosperar en el futuro”.