Este libro, sin embargo, resulta una perspectiva novedosa respecto a sus predecesores, más amplia y analítica y audaz. Su intención declarada aquí es la de hablar sobre:
“Cómo las reivindicaciones hechas en nombre del capitalismo han sido corrompidas para construir un sistema radicalmente distinto de lo que sostienen sus partidarios. (…) En la actualidad, tenemos el sistema de mercado menos libre que se haya creado nunca. Es profundamente corrupto, porque sus líderes afirman que es lo contrario de aquello en lo que se está convirtiendo.” (pág. 11).
¿En qué se está convirtiendo?, ¿a través de qué mecanismos?, ¿en qué mentiras se basan, exactamente, estos mecanismos corruptores? Las tres preguntas son claves aquí, y a ellas da respuesta Standing en su maravilloso libro, basado en datos de tendencia globales, con una mirada esencialmente anglosajona y especialmente británica, pero también con un guiño de sus editores hacia el caso de España que resulta muy de agradecer -pues aporta claves propias capaces de incrementar el valor de la lectura.
Todas las mentiras recogidas por Standing en ‘La corrupción del capitalismo’ convergen en un quién, en un grupo social que, lejos de ser aquellos empresarios innovadores y arriesgados cuyo imaginario está en el centro mismo de la promesa capitalista, los está substituyendo, sin embargo, de forma subrepticia, sibilina y silenciosa. Ese grupo social son los rentistas, aquellas personas cuyo beneficio financiero no proviene de la creación y/o de la producción de algo, sino solo de la propiedad, o la posesión o el control de activos escasos (bien porque su escasez sea natural, bien porque esta se provoque de forma artificial).
Un grupo social, el de los rentistas, que antaño era víctima de la mofa y la burla del capitalismo. De hecho, durante la etapa de surgimiento y expansión del capitalismo, la nobleza y alta burguesía substituida eran la representación del rentismo en su expresión más pura: inmensas propiedades y terrenos, derechos de acceso o de paso obtenidos de forma privilegiada gracias a su clase social, ante quién los demás debían doblegarse. Incluso con el capitalismo ya dominando la economía global, la misma teoría del capitalismo postula que los rentistas tenderán a disminuir mientras el capitalismo tienda a expandirse.
Entonces, ¿si un nuevo y creciente tipo de rentistas están emergiendo e imponiendo sus intereses en la economía global, se podría entender que seguimos en un sistema capitalista o no? La teoría de Standing, sumamente interesante y analizada a fondo, es que estamos en un capitalismo en acelerado proceso de corrupción, cuyo fin parece ser el de substituir el sistema competitivo empresarial por un nuevo tipo de plutócratas más semejantes a los viejos burgueses que a los nuevos innovadores -tantas veces falsamente exaltados-.
Aquí Standing se refiere, en concreto, a aquellos que se benefician de forma inmoral y en absoluto ética del sistema de patentes y de registro de la propiedad intelectual; de aquellos que pregonan el libre mercado y la competitividad abierta, mientras se benefician de pingues subvenciones públicas directas y/o indirectas (en forma de exenciones fiscales, devoluciones o subvenciones directas); de aquellos que alaban la colaboración público- privada, pero que al final la defienden solo para obtener a bajo precio bienes públicos o actividades de interés colectivo generadas a partir de un esfuerzo conjunto; o de aquellos que utilizan la generación de deuda y la emisión de crédito como mecanismo para hacer pública la deuda generada de forma privada (a través de rescates bancarios, de autopistas…)
Aún más, este nuevo rentismo utiliza intensivamente su influencia sobre lo público para obtener una transferencia de capital, desde las clases bajas y medias tributarias a las clases altas rentistas, que no es sino un poderoso mecanismo generador de desigualdad. A través de este mecanismo, las clases bajas y medias desvían parte de sus ingresos a una clase alta que aumenta subrepticiamente todavía más sus beneficios. La brecha entre unas clases y otras se incrementa, y esa brecha tiende a acelerarse cuanto más poder atesora el nuevo rentismo entre sus manos.
La lectura de Standing bebe claramente de otros ensayos, claves en los últimos años en cuanto a sus análisis de la crisis del capitalismo y sus síntomas. Aquí están muy presentes libros fundamentales como el "Postcapitalismo" de Paul Mason (Paidós, 2016) o "La doctrina del shock" de Naomi Klein (Paidós, 2010) o "El estado emprendedor" de Mariana Mazzucato (RBA, 2014) o "Desigualdad ¿Qué podemos hacer?" de Anthony Atkinson (FCE, 2016), entre otros. A partir de sus granos de arena, Standing nos presenta una playa de ideas fundamentadas alrededor de una idea común: el sistema capitalista está dando paso ya a otra cosa.
Con ‘La corrupción del capitalismo’ (Pasado y presente, 2017) se cierra una trilogía destinada a analizar cuáles son los síntomas de ese otro sistema hacia el cual el capitalismo parece encaminarse. Ahora Standing pone en nuestras manos la responsabilidad de empezar a hacer cosas que eviten el ser esta transición algo inevitable. O, por lo menos, si tenemos que dejar el capitalismo atrás, el hacer cosas que nos lleven hacia un modelo distinto a éste, mejor, más humano y solidario y justo. Pase lo que pase, lo consigamos o no, con análisis rigurosos como el de Standing no podremos quejarnos de no estar bien advertidos.
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