Un libro que reúne seis novelas diversas, pero hermanadas por un aliento común, sobre el mundo rural y la naturaleza de nuestro país.
De un tiempo a esta parte se ha popularizado el término la España vacía —o la variante que busca señalar razones y responsables de ese vaciamiento, la España vaciada— para hablar de muchos territorios de nuestro país. Aquellos que, paulatinamente, van cayendo en el olvido y la despoblación.
Última etapa de un éxodo rural que primero tuvo como destino las capitales de provincia; y que ahora va un paso más allá, desde éstas hacia las grandes áreas conurbanas.
De esa España rural —desaparecida ya o, en buena medida, en vías de desaparición— trata una obra que la Editorial Almuzara ha publicado recientemente: La España del silencio. Novelas del mundo rural y la naturaleza, del escritor, naturalista, realizador televisivo, director de documentales y divulgador Borja Cardelús y Muñoz-Seca.
«He vivido mucho, más que ningún otro de mi estirpe. Lo suficiente como para haberme percatado de la mudanza de los tiempos. (…) Es como si nuestro mundo, el de los lobos y los animales salvajes, se estuviera achicando. Hay una mano que poco a poco nos acosa, nos prima, nos cerca. (…)
Por eso he querido dejar constancia. Contar mis trabajos, mis cuitas, no sea que el futuro depare un mundo donde el lobo sea solo un recuerdo, una sombra que se desvanece con el paso inapelable del tiempo.»
Este nuevo volumen reúne, en sus setecientas páginas, seis novelas.
Publicadas individualmente en el pasado, aunque escasamente promocionadas, juntas componen un mosaico del paisaje y el paisanaje de una España de pueblos en permanente contacto con la naturaleza.
Sus títulos son: Fugitivo, El alimañero, Voces de la marisma (Historias y leyendas de Doñana), El último trashumante, Hstorias milenarias de las tierras ibéricas y Monte y albero.
«Las primeras lluvias del otoño metieron blandura a la tierra y la volvieron trabajadera. Los paisanos engancharon el yugo a las bestias y se aplicaron a la tarea de pasar la reja del arado, envolviendo la tierra con el rastrojo viejo. Pero no era labor sencilla, sino que requería su maestría. Lo importante era tirar derecha la besana, el surco primero, porque ese es el que lleva la mano de todos los demás, y unas tierras asurcadas como es debido se orean bien y el agua llovediza corre por los caballones como corresponde»
Diferentes entre sí, con protagonistas, temas y lugares diversos, pero hermanadas por un aliento común.
En sus páginas, el lector encuentra la voz del lobo y las huellas de canes, ovejas, liebres, linces, jabalíes…
Y las andanzas de gentes que vivían de manera tradicional, con arreglo a los ritmos naturales, pegados a los páramos, bosques, marismas, sierras… en los que transcurrían sus existencias.
Constituyen un testimonio de esa España rural milenaria, tan cambiada y abandonada en las últimas décadas, que fue durante muchos siglos la espina dorsal del país y el lugar donde vivía la mayoría de la población, dedicada a oficios hoy olvidados.
«A medida que avanzaban los días se fue instalando en el término la mordedura del invierno. Durante el día el sol era apenas una vaga referencia de luz, porque sus rayos no lograban caldear los cuerpos ateridos y los paisajes descoloridos. Y los calmazos nocturnos dejaban al amanecer su cosecha de campos emparamados y de candelizos, flecos de hielo suspendidos en los aleros.»
Un testimonio construido, además, recurriendo a un riquísimo vocabulario, propio del medio rural. Un lenguaje que fascina, como si estuviese leyendo algún texto exótico, al lector urbanita.
Buen libro éste para los lectores que quieran volver la mirada a nuestras raíces.
Pero sin idealizaciones bucólicas ni recreaciones artificiales, sino con autenticidad y conocimiento por parte de un autor que ha pateado los parajes sobre los que escribe y conocido al paisanaje que retrata.
Está bien editado en cartoné con sobrecubierta por la Editorial Almuzara. La imagen de la cubierta, obra de Antonio Cuesta, retrata un zorro, y la de la contracubierta es un bello óleo de un lobo del pintor Manuel Sosa.
También las páginas interiores están trufadas de imágenes de fauna: grabados y dibujos a plumilla que le dan un aire elegante de libro antiguo.
Borja Cardelús y Muñoz-Seca es autor de una ingente obra creativa, que abarca los campos de la narrativa, el ensayo, la televisión, el cine o el teatro, habiendo publicado cuarenta libros y dirigido setenta películas, en los ámbitos de la naturaleza y de la difusión de la memoria hispánica.
Ha desempeñado cargos como presidente del Patronato de Doñana, del Organismo Parques Nacionales, y secretario general de Medio Ambiente, y creador de la Unidad de Naturaleza de Televisión Española.
Entre sus obras cabe destacar la serie de televisión La España Salvaje, que presentó S. A. R. el Príncipe de Asturias; las series De Polo a Polo o La Marisma y el Llano; los largometrajes El Camino Real y Crónicas paralelas de Iberoamérica; o los libros La Civilización Hispánica, La huella de España en Estados Unidos, Inca o El Mar Español, así como sus seis novelas sobre el mundo rural y la naturaleza, objeto de esta obra. Es Premio Nacional de Medio Ambiente, y en la actualidad presidente de la Fundación Civilización Hispánica.
Puedes encontrar este libro aquí.