Hay escritores españoles por los que uno siente debilidad, que transmiten con mayúsculas, que son maestros en el arte de la escritura y el entretenimiento, no por floridos o rimbombantes, sino por precisos. Es el caso de Javier Negrete. Quien haya leído algunas de sus novelas sabrá a que me refiero. La famosa “suspensión de realidad” toma en este autor un cariz de dogma ineludible, la impostura no va con él. Se diría que ha vivido todo aquello sobre lo que escribe y simplemente lo cuenta tal y como fue.
Sin embargo, no estamos ante una novela en esta ocasión, sino ante un ensayo sobre historia antigua. “La gran aventura de los griegos”, publicado por La Esfera de los Libros, es un ensayo histórico atípico. Negrete, profesor de griego en Plasencia, nos regala un manual orientativo sobre la historia antigua del pueblo heleno, y de aquellos otros grupos humanos que tuvieron influencia en el devenir de su providencia. Y digo “orientativo” porque Javier no se dedica a pontificar sobre historia, sino que nos da opciones a elegir entre los puntos oscuros que siempre han rodeado a la historia helena.
En «La gran aventura de los griegos» esta forma cercana de divulgación hace sencillo lo aparentemente complicado: que logremos conectar desde la modernidad con un pueblo que vivió hace siglos y que nos parece mítico, irreal
Desde la Edad de Bronce hasta su decadencia tras la conquista romana en el siglo II antes de Jesucristo, Negrete nos regala este recorrido histórico de la Grecia Antigua, lleno de franqueza, posibles teorías, lógica e ironía. La virtud más esencial de sus novelas, el convencimiento de la realidad de lo que nos cuenta, sigue presente en este ambicioso ensayo de magnas proporciones. “La gran aventura de los griegos” podría ser perfectamente un manual válido para una asignatura lectiva, una clase magistral del perfecto profesor, que hace partícipes a sus alumnos de las lecciones de la historia.
Ojalá Negrete tuviese la oportunidad de pasear por la historia antigua como novelista, al igual que lo hizo en “Salamina” el año pasado. ¿Os imagináis una novela de Javier sobre cada momento histórico de la antigüedad? Sería magnífico. Por desgracia, la vida de un solo autor sería insuficiente para llevar a cabo tal proyecto. Sin embargo, lo más cercano es la hechura de ensayos de este tipo, muy lejanos de al típico sermón al que asistimos en ocasiones cuando intentamos acercarnos de forma académica a un tema tan amplio, arduo y apasionante como este.
Llena de anécdotas, erudición, humildad y buenas dosis de lógica, el texto nos lleva por los momentos más importantes del devenir histórico heleno, y su relación con los distintos pueblos con los que compartió cercanía geográfica o cultural. Indro Montanelli e Isaac Asimov, en su vertiente divulgativa, fueron los modelos en los que Negrete intentó basar su “La gran aventura de los griegos”, y se nota su influencia, sobre todo en el primer caso. Ese humor que destilaba el periodista florentino, perfectamente envidiable desde el punto de vista profesional, está presente en Negrete, tanto en este ensayo histórico, como a lo largo de su admirada carrera como novelista.
La cita de Terencio, de su comedia «Heauton Timoroumenos» (El enemigo de sí mismo), del año 165 a.C., con la que este atípico manual abre el texto, deja clara la intención de Negrete al escribirlo: “Homo sum, humani nil a me alienum puto” (“Hombre soy, y nada de lo humano me es ajeno”. En muchas ocasiones, este tipo de textos incide demasiado en los grandes momentos, aquellos que quedan para la posteridad y son pasto de discusiones de académicos que se enquistan en el tiempo, y no hacen sino agravar tendencias contrarias cuando se encuentran nuevas pruebas que apoyan unas u otras teorías. Negrete no sólo se centra en esto, sino también en el aspecto humano de la historia. ¿Cómo vivían los antiguos griegos, cómo eran, qué sentían cuando se veían a sí mismos, eran felices? Esta forma cercana de divulgación hace sencillo lo aparentemente complicado: que logremos conectar desde la modernidad con un pueblo que vivió hace siglos y que nos parece mítico, irreal.
Negrete no solo recorre los vericuetos vitales de los griegos, sino que también nos dibuja a los propios historiadores que han dedicado su vida a divulgar su mundo. Conoceremos sus diferentes puntos de vista, y también la vida, milagros e influencia de los griegos contemporáneos que tuvieron la suerte de transmitir (o transfigurar) los hechos o leyendas que los rodearon, como Heródoto, Tucídides o Plutarco. Javier no se “casa” con nadie, será incluso sincero con respecto a cada uno de estos transmisores, dejándonos claro en que medida podemos fiarnos de las diferentes teorías a las que dieron origen. El autor propone, no fija una línea histórica a seguir, y nos dibuja las diferentes alternativas que tenemos en el estudio de una época histórica apasionante y de gran influencia en nuestro propio presente y futuro.
Cuesta encontrar un inconveniente a este ensayo
El texto viene acompañado de varios mapas e ilustraciones a todo color, y de gran calidad. La edición es más que correcta y el papel es de los que aguantará bien el paso del tiempo, como corresponde a una obra de referencia a nivel divulgativo. Quizá un pero, bastante rebuscado, sea que las notas no aparecen a pie de página, sino al final, con el continuo paso de las páginas que eso supone. Me ha costado encontrar al libro un inconveniente, si he de ser sincero.
Sin duda, Negrete me recuerda a dos profesores de historia que tuve, hace ya años, cada uno en su nivel. Sus lecciones eran siempre divertidas, siempre apasionantes, y despertaban un hambre de conocimientos que jamás llegó a apagarse, por mucho que uno se alimentara con la palabra escrita. Ésa es su auténtica virtud. Si os gusta la historia antigua, o la helena en particular, no debéis perderos este ensayo, de veras merece la pena.
