La herencia de la Ira es un tomo cartoné dentro de la línea de publicaciones de Panini Cómics que recoge la miniserie integra de cinco números “Men of Warth” que el guionista ganador de un premio Eisner, Jason Aaron (Star Wars, Lobezno, la Poderosa Thor, Paletos Cabrones) realiza con el dibujante Ron Garney (Ultimate Capitán América, Daredevil) con el que compartió números en Lobezno y en Thor: Dios del Trueno. La serie está dentro de la línea Icon de Marvel, caracterizada por ser la línea en la que los autores tienen los derechos completos de los personajes y obra.
Pese a lo ecléctico del trabajo de Aaron, sí que es cierto que hay una pequeña obsesión por su parte por las historias negras de la Ámerica profunda como se puede ver en esta obra o en trabajos anteriores como Scalped. Lo apasionante de esta obra es que toma como base la propia historia del tataraabuelo y del bisabuelo del propio Aaron. Garney va a poder soltarse el pelo en un registro muy distinto al que nos tiene acostumbrados, con un trazo roto y sucio y un entintado de mancha y clarosocuros muy reforzado por el coloreado de Matt Milla.
A continuación daremos un salto para conocer a Ira, al parecer el último de este linaje, en seis páginas demoledoras, Garney nos muestra a este sicario, casi como una sombra, ya os aviso que Aaron no se ha puesto ningún tipo de filtro por lo que la crudeza del trabajo de Ira os va a golpear y asquear como la viciosa humedad de los pantanos de Alabama.
Ira siempre pensó que moriría en algún trabajo con las botas puestas, pero un tipo llamado cáncer de pulmón tiene otros planes para él. Sobrecogedor de nuevo, lo brutal de lo inevitable y lo sardónico de Ira con esta situación. Aaron crea a un tipo realmente fascinante, vive austeramente cerca de los restos de la granja familiar, podría ser un millonario , podría alejarse de esta tierra maldita, pero no, Ira sabe bien que es un Rath, y lo único en lo que un Rath es bueno es en hacer sufrir a la gente. Un sicario tan eficiente y carente de moral, sin ningún tapujo en lanzar a un bebe a que muera ahogado en un pantano tras haber tiroteado a sus padres, es perfecto para cualquier trabajo, incluso uno que implique matar al último de los Rath, su propio hijo Ruben.
Es hora de seguir conociendo a los Rath, es el turno de Alford, hijo de Isom, que tras presenciar el crimen de su padre, será mordido por la rabia en sí misma, bañando en sangre y dolor a su propia familia y provocando que aquel que no encuentra la paz de la muerte, Monroe, la encuentre en vida al tener que darle a su padre el destino que merece todo perro rabioso, y que será el futuro padre de Ira.
El segundo episodio de esta obra no es apto para los que tenga una sensibilidad especial para con los animales, pues Aaron retrata la brutalidad con que son tratados los caballos de una familia que simplemente no cumple con los pagos al extorsionador local. Ruben sólo quiere ganar unos pavos de más, pero su incapacidad de resolver un problema imprevisto y mancharse las manos de sangre sellará su destino. Horrible ver como se puja por lo que “vale” la vida un ser humano y pensar que así se actúa de veras en muchos lugares del mundo. Sorprende ver lo bueno que es Garney retratando animales y violencia cruda, muy en el estilo del tristemente desaparecido Steve Dillon.
El último flashback va a ir dedicado a la infancia de Ruben, en la que decir que Ira fue un padre ausente es quedarse más que corto. Aaon es un bastardo que juega con nuestros sentimientos, pues en el momento en que la mínima bondad llega a Ira y parece que Ruben podrá empezar una vida lejos del legado de los Rath, la realidad nos golpeará con plomo. Son muy remarcables algunos recursos narrativos como las splash en negro en las que sólo tenemos los bocadillos de pensamiento o el monologo de los personajes. También lo macabro de que Ruben le lleve un pequeño peluche de una oveja a su futuro hijo y dicho regalo termine en un charco de sangre, repitiendo el origen del mal en los Rath.
El cómic acaba con un número “hard boiled” total, muy deudor de “Acorralado”, los Polk saben que hay que extirpar de raíz a lo que queda de los Rath. Pero Ira hará honor a su nombre y ni el mismísimo fuego del infierno podrá frenar su cruenta venganza. Aaron de nuevo me sorprende en una brutal escena, en la que un postrado Ira recibe la visita de Lizzie con su nieto, donde lejos de agradecer la venganza contra los Polk, sólo le recuerda a Ira que en vez de morir con las botas puestas, morirá sólo y postrado en una cama. Todo empezó por defender un puñado de ovejas, todo acaba con un viejo muriéndose en un hospital recordando esta historia, la historia de los Rath, haced con ella lo que bien queráis, pero aprended bien de que el hombre es el lobo del hombre.
Completa este tomo una muestra del proceso de bocetado y entintado por parte de Garney para la páginas, un texto de introducción en el que Aaron explica la verdadera historia personal detrás de este proyecto así como un conjunto de portadas alternativas que van desde el gran Alex Ross al ya mencionado y añorado Steve Dillon.
Sin duda una compra imprescindible para los amantes del género negro y que quieran ver la vertiente más macabra y dura del guionista de moda.