Un equipo internacional de investigadores utilizó colecciones históricas de museos para estudiar los efectos de los antibióticos artificiales a lo largo de toda la historia de su aplicación. Descubrieron que el aumento del uso de antibióticos en la medicina y la agricultura en la década de 1950-1990 condujo a un aumento de la resistencia a los antibióticos en los osos pardos suecos salvajes. Sin embargo, también detectaron una clara tendencia a la baja en la resistencia a los antibióticos después de que se implementaron las políticas nacionales para controlar el uso de estos medicamentos.
El estudio se publica hoy en la revista científica Current Biology.
La resistencia a los antibióticos es una gran amenaza para la salud mundial y cientos de miles de personas mueren cada año debido a infecciones con bacterias resistentes
Los antibióticos y las bacterias resistentes, por ejemplo, de los hospitales, pueden escapar al medio ambiente a través de las plantas de tratamiento de aguas residuales y propagarse por el agua y el viento a grandes distancias. Desde allí, pueden ser recogidos por animales salvajes, que a su vez pueden transmitir bacterias resistentes a los humanos durante las actividades recreativas o la caza.
Sin embargo, estudiar cómo ha cambiado la resistencia a los antibióticos en la vida silvestre desde el inicio de la producción masiva de antibióticos en la década de 1940 no ha sido posible hasta hace poco. Ahora, los científicos han utilizado especímenes de colecciones de museos para analizar los cambios en las comunidades bacterianas que viven en la boca de los animales salvajes y se conservan como depósitos sólidos de cálculo en los dientes. Este cálculo dental puede permanecer sin cambios durante milenios, lo que permitió el estudio de comunidades bacterianas históricas ─los microbiomas─ de osos pardos suecos de hasta 180 años.
«Buscamos específicamente genes bacterianos que proporcionen resistencia a los antibióticos«, comenta Jaelle Brealey, investigadora postdoctoral en NTNU en Noruega y autora principal del estudio. «Su abundancia sigue de cerca el uso de antibióticos humanos en Suecia, que aumentaron en el siglo XX y luego fueron disminuyendo durante los últimos 20 años. También encontramos una mayor diversidad de genes de resistencia a los antibióticos en el pasado reciente, probablemente como resultado de diferentes tipos de antibióticos utilizado por los humanos«.
«Encontramos niveles similares de resistencia a estos medicamentos en osos de áreas remotas y en los que se encuentran cerca de los hogares humanos»
Los osos pardos escandinavos suelen vivir lejos de los humanos, pero a veces se acercan a pueblos y ciudades. Los investigadores esperaban encontrar más genes de resistencia a los antibióticos en osos que vivían en regiones más densamente pobladas de Suecia. Sin embargo, para su sorpresa, no se observó tal relación.
«Encontramos niveles similares de resistencia a los antibióticos en osos de áreas remotas y en los que se encuentran cerca de los hogares humanos. Esto sugiere que la contaminación del medio ambiente con bacterias resistentes y antibióticos está muy extendida«, asegura Katerina Guschanski, autora principal principal del estudio con investigadores de la Universidad de Uppsala y la Universidad de Edimburgo.
Suecia fue uno de los primeros países en implementar estrictas medidas de control para el uso de antibióticos, introduciendo la prohibición de los antibióticos en la agricultura a mediados de la década de 1980 y un programa estratégico nacional contra la resistencia a los antibióticos en medicina en 1995. Estas medidas parecen haber surtido efecto. Las bacterias orales de los osos que nacieron después de 1995 muestran una baja resistencia a los antibióticos, aunque no tan baja como en los osos que vivieron antes de que los humanos comenzaran la producción masiva de antibióticos. Sólo la comparación de los microbiomas a lo largo del tiempo podría revelar estos cambios.
«Nuestro estudio destaca una vez más el valor de las colecciones históricas de museos, como la del Museo Sueco de Historia Natural, como un recurso único para comprender el efecto de las acciones humanas recientes en el medioambiente«, apunta Daniela Kalthoff, conservadora del museo y coautora del estudio.
Los microbiomas históricos podrían usarse no sólo para investigar el pasado, sino también para controlar los cambios ambientales en respuesta a nuevas estrategias para reducir la contaminación y la polución. Este estudio proporciona un ejemplo alentador de cómo las políticas gubernamentales pueden ser efectivas para mitigar una amenaza importante para la salud a nivel mundial. Muestra que las acciones humanas, tanto negativas como positivas, tienen un efecto profundo en el medio ambiente.
Fuente: Current Biology.