Este libro, parte divulgativo, parte reivindicativo, hace un completo repaso a las pseudociencias, teorías de la conspiración y otros elementos característicos de un grupo amplio del espectro político de izquierdas, que han abandonado las ideas de la Ilustración para abrazar un nuevo primitivismo, terapias alternativas o que eligen teorías alternativas sobre hechos contrastados a nivel político, alimentario o, incluso, sobre temas delicados como el terrorismo.
Comienza Schwarz su viaje buscando en las raíces más profundas de lo que parece ser una moda del siglo XX y es aquí donde descubrimos a Madamme Bavlatsky, la fundadora de la Sociedad Teosófica, que viajó por todo el mundo y fue acusada repetidas veces de fraude a lo largo de sus 59 años de vida, comprendidos entre 1831 y 1891. Esta mujer influyó en gran medida en gente como Rudolf Steiner o Bergier, el primero, fundador de la antroposofía y, defensor de la mística del Manuscrito Voynich el segundo. Anteriormente, el abad Agustín Barruel, desde el exilio, había proclamado que la Revolución Francesa era obra de los Iluminati.
Con estos antecedentes que influyeron mucho más de lo que se piensa en la mentalidad del siglo XIX y principios del XX, el capítulo 3 nos habla de uno de los mayores miedos que atemorizan a la población, la energía nuclear. A raíz del nacimiento de Greenpeace, Schwarz hace un repaso por el movimiento hippie, la prohibición del DDT, la llegada de la era de Acuario y la explosión de popularidad de los gurús indios como el Maharishi Maesh Yogui.
Con este bagaje, los movimientos posteriores, que dieron lugar a la postmodernidad y con ella la neofobia, quimiofobia, el regreso al ludismo y el espiritualismo, fueron creciendo a partir de los años 70-80 con premisas tales como que un chamán debe ser igualado a un cirujano, la creencia a pies juntillas de que la carta del jefe Seattle es un manifiesto ecologista original, que Unabomber, el multiculturalismo mal entendido y el primitivismo, son filosofías a respetar, seguir y promover dentro de una visión nueva del mundo.
De esos polvos vienen estos lodos y Schwarz, en los últimos capítulos del libro nos traslada a un presente que a todo el mundo le suena, sin duda. En “Con las cosas de comer” repasamos todo lo relacionado con la comida, desde las “intolerancias” modernas, la moda de lo bio, el veganismo o la paleodieta, la intervención de PETA, los transgénicos, el glifosato y otros males modernos, no sin antes darnos una lección de historia de la agricultura con Vasílov y Lysenko, científicos soviéticos que intentaron otra forma de cultivo y fracasaron estrepitosamente.
En el penúltimo capítulo, “Los villanos visten de blanco” encontramos todo tipo de conspiranoias relacionada con la salud, el omnipresente cáncer y todo lo que lo causa (sea verdad o no), los pseudomédicos que dicen curar las enfermedades más horribles con remedios demostradamente falsos; gente como Belle Gibson, que simuló un cáncer para hacer dinero y del que dijo haberse curado milagrosamente; la homeopatía y otras pseudoterapias como el reiki, la reflexología podal, etc.
Mauricio-José Schwarz utiliza el humor y la ironía de manera muy fina y agradecida en todo el libro. Ya desde la primera página, donde nos advierte que este libro está libre de gluten (y otras más cosas que deberéis leer por vosotros mismos), hasta algunas de las tablas de terapias que aparecen, encontramos ese peculiar estilo de escritura que hace que el libro sea ameno y accesible a todo el mundo, porque si hay algo que se le puede agradecer a Schwarz es que sea un excelente comunicador y divulgador científico.
Recomiendo adentrarse en “La izquierda feng-shui” más allá de si se está de acuerdo con los postulados del autor o no, porque desde la historia de Madamme Bavlatsky hasta los últimos cuadros de conspiraciones famosas, el lector no hace más que aprender mientras se divierte y quizá alguno de sus planteamientos se vea dinamitado al conocer un poco más el surgimiento y difusión de estas corrientes de pensamiento que tanto daño pueden hacer a la sociedad. Leer a Schwarz siempre es un placer y un acierto. Recomendable para todos los públicos.
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