Pero no es el único álbum al que se hace referencia de manera indirecta a través de las citas en el guión, como la referencia a “Spirou y los herederos”, en la primera escena en la redacción del Moustique, que fue la primera aventura en la que el tándem Spiru-Fantasio viajaron a Palombia. O esa referencia ofensiva a Zantafio en la página 18, ya sabéis: el archienemigo de la pareja protagonista y primo de Fantasio.
Pero vamos a ir desentrañando poquito a poco esta magnífica obra de tintes ecologistas: todo comienza con una pequeña historieta de cuatro páginas en la que un fotógrafo naturalista, que lleva encima a una pequeña y pizpireta rubia llamada Fieretta y descubre a un pintoresco okapi blanco, con tan mala suerte que son vistos por un grupo de furtivos que comercian con colmillos de elefantes y manos de gorila. ¿Manos de gorila? Sí, amigos míos. Debidamente disecadas son vendidas como ceniceros.
Obviamente, su actividad ilícita no puede dejar testigos por medio. Así que ni siquiera el que uno de ellos sea una niña de corta edad los detiene. Dejamos a los dos personajes tirados en medio de la selva con sendas heridas de bala… y el okapi blanco.
A partir de ahí, saltamos en el tiempo: una multinacional china está construyendo una presa en Palombia, que amenaza tanto el hábitat de los marsupilamis como las tierras de los indios chautas, y Spirou y Fantasio, como reporteros de la revista Moustique, realizan un completo reportaje al respecto. Pero, como va en contra de varios de los anunciantes de la revista, la nueva redactora jefe (un arquetipo de la típica ejecutiva agresiva contemporánea más preocupada por el mercado que por lo que significa la empresa) insinua que no debería publicarse o, en su caso, retocarse para que no resulte agresivo para los intereses de la empresa que paga su publicidad. Fantasio se pliega al juego, pero Spirou no, y dimite de mala manera. Esa dimisión le cuesta un conflicto con Fantasio, más predispuesto a seguirle el juego.
Pasemos ahora a otra trama paralela: la galería Bernard, tras la exposición de “Egon Ich” (gran juego de palabras sobre el egocentrismo: “Ego” es “yo” en latín, al igual que “Ich” en alemán), decide exponer unas curiosas obras anónimas que recibe, y que representan cruces entre dos animales con una fuerza y trazados la mar de llamativos en un movimiento que la crítica da en llamar “zooísmo”. De hecho, hay dos adinerados que desean hacerse con la obra de este misterioso pintor: Rastrillo y Platañes y el jeque Ibn Kher Osen. Y es ese pulso en lo tocante a lo económico lo que hace que la avaricia rompa el saco. ¿Por qué?
Pues porque ese artista es Borneo, uno de los, digamos, “ayudantes” del espectáculo de Noé en el circo. Un personaje con una sensibilidad artística muy especial al que Franco Demonio, el maestro de ceremonias del circo, vende a los medios de comunicación. Y, debido a esa exposición mediática, es secuestrado con imprevisibles consecuencias. ¡El dinero no lo compra todo!
El caso es que se descubre que esos cuadros forman parte de un objetivo mucho mayor… y es Fieretta la que, entonces, descubre que tiene un vínculo con los animales que no esperaba y que se le ha ido manifestando en forma de curiosos sueños. ¡Al final son, precisamente, los animales y su vínculo con ellos los que harán que la rebelde adolescente se reconcilie con su padre! Pero os dejo descubrir por vosotros mismos cómo termina esta trama y quién es realmente Borneo.
Y vamos ahora a por un par de guiñitos curiosos: en la página 14 se alude a que hay lugares más interesantes que Marcinelle, siendo la llamada “escuela de Marcinelle” una de las grandes corrientes de la BD y, precisamente, a la que pertenecería Spirou. Y, para aquellos a los que les guste la cocina, les dejo aquí la receta del “pudin del desempleado” -pouding du chômeur (pág.72)-, un platillo típico quebequés de curiosa historia.
Y, por cierto, sin entrar en detalles, porque supondría arruinar la impresión, el final de la trama de las pinturas zooístas es muy potente artísticamente hablando, y muy alegórico en el sentido de que obliga a pensar hasta qué punto somos los humanos los animales. Os invito a descubrirlo.
Tres tramas de las que dos tienen un potente trasfondo, y las tres van cargadas con un mensaje ecologista inequívoco. Y se entremezclan con singular maestría. Se ve a Zidrou cómodo dentro del universo de Spirou, a la par que demuestra conocer bien al personaje, y Pé apuesta por un dibujo figurativo, convincente y de trazo cálido. Ambos apuestan en esta aventura por la baza de la emoción y la magia más que por la acción pura y dura. ¡Y les ha dado buen resultado!
Un álbum al que simplemente podemos calificar como bellísimo y diferente. Muy recomendable tanto para los que conocemos a Spirou, como para los que no. Crema fina, oigan.
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