A diferencia de otras temporadas, la cuarta temporada de La Maravillosa señora Maisel no comienza con la vorágine entusiasta que supusieron las anteriores. Puede ser por el extenso hiatus debido al covid, claro, pero me decanto más por el cambio de rumbro significativo en esta nueva oportunidad. La maravillosa señora Maisel es una producción de Amy Sherman-Palladino emitida en Amazon Prime Video.
Después de verse con la maleta en la mano y el avión ya invisible a sus ojos, a Miriam no le queda otra que darle un vuelco a toda la vida que creía que al fin empezaba a coger buen camino. Salir del barro, ponerse los tacones y buscar un micro ante el que poder plantarse.
Reconectamos con una historia que, al igual que a Miriam, nos dejó tirados en aquel aeropuerto sin opción a réplica ni reclamo. Reconectamos con la desilusión, la vergüenza, el orgullo herido y la enorme frustración. Y al final, de eso es lo que va esta temporada. De Miriam lidiando con su trauma como su cabezonería le permite, que no es, desde luego, siguiendo las medidas ordinarias.
Aún así, pese a que el sentimiento de confusión es palpable en la narrativa, también lo es en la dirección y en la fotografía, lo que da pie a algunas decisiones cuestionables.
Uno de los elementos que más me sacó de la historia de una forma continuada y desagradable fue la fotografía de los primeros capítulos, trabajo de M. David Mullen. Y bueno, que sea la fotografía lo que te tire todo el ratro fuera de un coche que está en movimiento es bastante problemático. Se regulariza con el paso de los capítulos y regresa al estilo que han ido señalando desde la primera temporada, con una fotografía muy precisa y limpia, con preciosos planos en cámara fija y planos con un movimiento paulatino pero certero cuando se trata de captar el ambiente de los monólogos. No obstante, esos dos primeros episodios fueron muy incómodos a nivel visual. Por mucho que lo pienso, hay varias decisiones que, si no erróneas, si considero confusas.
La cuarta temporada profundiza en lo humano y se extiende hacia las aristas de la comedia, aprovechando que ya todos los personajes tienen un recorrido y el espectador los conoce. O al menos a la mayoría de ellos. Por primera vez la señora Maisal y compañía no arrancan solo lágrimas de risa, también hay dolor, lamento y felicidad ahí, bien encorcetados. Fue un descubrimiento apreciar esas nuevas facetas de Abe y Rose, cuyos cambios han sido tan paulatinos como firmes. Conocemos a una Susie distinta, una que empieza a aceptar no estar sola en el mundo y lo que eso supone en su vida.
Se ahonda en los miedos y defectos de los personajes, es la temporada que más se aleja del caos y la pompa de los focos y se acerca más a la rutina, lo cotidiano y lo introspectivo que se esconde tras ello.
Disfruté muchísimo del cambio visible en personajes ya conocidos como el de Imogene Cleary. Porque el empoderamiento y la deconstrucción no son como una actualización de una app que llegue a todo el mundo al mismo tiempo y se intale de forma automática. Cada persona tiene sus tiempos, su determinación y una vida que cambia por ello. Mientras que en Imogene vemos esa culminación de crecimiento personal en esta temporada, podemos ver cómo otros personajes como las camareras del local en que trabaja Miriam cambian gracias a su influencia.
Tener representación visible y accesible es un elemento fundamental para el autoconocimiento y la reclamación de derechos. La presencia de Miriam, que no tiene pelos en la lengua, que no se corta a la hora de exigir espacio y derechos, se convierte en un estandarte para ellas y otras mujeres que escuchan su nombre. Y eso afecta al club, vaya si afecta. Pero las lecturas en profundidad de ese tema las dejo para cuando se hayan visto los ocho capítulos.
Esta nueva temporada toma muchas decisiones nuevas, muchas desacertadas, pero con el honesto deseo de comunicar algo humano y más profundo, no tan centrado en la adrenalina frenética de los focos y más en lo que se esconde dentro de la persona que se planta delante del micro, lo que ni siquiera se admite a sí misma.
