Esta es la historia de Antonina Miliukova, esposa de Pyotr Tchaikovsky. La mujer que estuvo a la sombra del genio y que murió años después que él, justo en el momento en que estallaba la revolución bolchevique, sola y desquiciada, abandonada en un manicomio.
¿Cómo llegó Antonina a esa situación? ¿qué terribles padecimientos sufrió para acabar sus días de una manera tan indigna y miserable? La película dirigida y escrita por Kiril Serebrenninkov pretende responder a estas preguntas, principalmente desde la especulación y la fabulación, pues es muy poco lo que se sabe realmente de ella, y ese poco es a través de las cartas del propio compositor, que hacen referencia principalmente a las turbulentas relaciones en el seno de su familia.
En «La mujer de Tchaikovsky» nos adentramos en una historia que es auténtica épica vital, con una narrativa heredera de las grandes novelas realistas de, por ejemplo, Tolstoi
A partir de este escaso material, Serebrenninkov crea una historia sobre una mujer desesperadamente enamorada de un hombre que no puede corresponderla, pues se da a entender que Tchaikovsky es homosexual. El compositor, necesitado de dinero y ansioso por acallar rumores, accede a casarse y en principio, parece esforzarse por corresponder a su esposa. Sin embargo, con el tiempo el distanciamiento será cada vez más acentuado, y Antonina irá cayendo en una espiral de desesperación y frustración.
Por el camino será tentada a divorciarse con argucias legales (pues una mujer no podía simplemente pedir el divorcio, había que alegar una razón de peso) y conocerá a otros hombres que la animarán a dejar a su marido e irse con ellos, pero ella se mantendrá firme como una roca, aferrada a la idea de que su marido la ama y que se mantendrán juntos… hasta que la muerte los separe.
Cada fotograma es un auténtico cuadro
“La mujer de Tchaikovsky” es una película fascinante en varios aspectos. Lo primero que destaca es la impresionante fotografía de Vladislav Opelyants, que hace de cada fotograma un auténtico cuadro. Poco a poco nos adentramos en una historia que es auténtica épica vital, con una narrativa heredera de las grandes novelas realistas de, por ejemplo, Tolstoi. Todo apoyado por un notable trabajo interpretativo, en cuyo centro se sitúa Alyona Mikhailova, que da vida con precisión a una Antonina con una desesperación creciente, arrebatada, impotente, pero firme. De vez en cuando, y ya en la primera escena, nos encontramos con ciertos momentos abiertamente fantásticos y surrealistas, en una suerte de realismo mágico, que, sin embargo, está muy contenido y dosificado, dando más bien un aire onírico a estas escenas.
Reivindicación feminista
Hay también un firme propósito de visibilizar a esta persona, de darle una voz y una presencia de las que careció en vida. Esta recreación recuerda inevitablemente a la Juana la Loca que Pilar López de Ayala interpretó en la película de Vicente Aranda. No en vano, la película se inicia con un texto que explica las dificultades con las que vivían las mujeres en esa época y cómo estaban subordinadas a la autoridad de los hombres, especialmente sus padres y sus maridos. En este sentido, es una película abiertamente feminista.
En el aspecto negativo quizá lo único que se puede añadir es quizá una duración ligeramente excesiva, que se nota en momentos en los que la película se ralentiza un poco y casi se estanca, pero no es algo que afecte demasiado al disfrute del viaje que propone. Es fácil dejarse llevar y pasar por alto esto defectos. En definitiva, es una película más que recomendable.