Los datos recogidos por la nave Juno de la NASA durante su primer paso por la Gran Mancha Roja de Júpiter en julio pasado indican que esta icónica formación es bastante profunda. También ha podido apreciarse que el planeta tiene dos zonas de radiación previamente inexploradas. Estos hallazgos se han anunciado en el congreso de la American Geophysical Union, celebrada el lunes en Nueva Orleans.

«Una de las preguntas fundamentales sobre la Gran Mancha Roja es, por supuesto, dónde están sus raíces”, asegura Scott Bolton, principal investigador del proyecto Juno, del Southwest Research Institute de San Antonio. «Los datos de Juno indican que la tormenta más famosa del Sistema Solar tiene casi el ancho de una Tierra y media, y sus raíces penetran unos 300 kilómetros en la atmósfera joviana”.

El instrumento científico responsable de esta revelación fue el radiómetro de microondas (Microwave Radiometer, MWR) de Juno. «Tiene una capacidad única para penetrar de forma profunda bajo las nubes de Júpiter”, asegura Michael Janssen, coinvestigador del proyecto en el Propulsion Laboratory de Pasadena, California. «Está demostrando ser un instrumento excelente para ayudarnos a encontrar el origen de la tormenta y de lo que convierte a este fenómeno en algo impresionante«.

La Gran Mancha Roja de Júpiter es un óvalo gigante de nubes carmesí, situada en el hemisferio sur del planeta gaseoso, que gira al contrario de las agujas del reloj, con vientos mayores que los registrados por cualquier tormenta terrestre. Mide 16.000 kilómetros de ancho (dato tomado el 3 de abril de este año), 1,3 veces el diámetro terrestre.

«Juno descubrió que esta gran mancha hunde sus raíces una distancia entre 50 y 100 veces mayor que los océanos terrestres y es más caliente en su base que en la cima”, comenta Andy Ingersoll, profesor de ciencia planetaria en Caltech y coinvestigador en el proyecto Juno. «Los vientos están asociados con diferencias de temperatura, y que su base sea más caliente explica los feroces vientos que podemos ver en la cima de la atmósfera”.

Esta tormenta joviana ha sido monitorizada desde 1830, pero posiblemente existe desde hace unos 350 años, como mínimo. En el siglo XIX, medía de ancho unas dos Tierras. En los tiempos modernos parece haber disminuido su ancho, medido por telescopios con base en tierra y con naves espaciales. En 1979, cuando las Voyager 1 y 2 pasaron por Júpiter en su viaje a Saturno y más allá, esta tormenta medía dos veces el tamaño terrestre. Las mediciones actuales indican que el óvalo ha disminuido en un tercio su ancho y en un octavo su altura, desde los tiempos de las sondas Voyager.

Juno también ha detectado una nueva zona de radiación, justo sobre la atmósfera del planeta gaseoso, cerca del ecuador. En esta zona hay hidrógeno energético, oxígeno e iones de sufuro, moviéndose casi a la velocidad de la luz.

«Cuanto más te acercas a Júpiter, más extraño se vuelve todo”, afirma Heidi Becker, encargada de liderar el equipo que controla la radiación de Júpiter en el proyecto, en el JPL. «Sabíamos que la radiación probablemente nos sorprendería, pero no pensábamos que encontraríamos una nueva zona de radiación tan cerca del planeta. Sólo pudimos hacerlo porque la órbita única que describe Juno alrededor del gigante gaseoso nos permite acercarnos mucho a la cima de las nubes durante los vuelos, y literalmente Juno voló a través de esta zona”.

Esta zona de radiación fue identificada por el Instrumento Detector de Partículas Energéticas de Júpiter (Jupiter Energetic Particle Detector Instrument, JEDI). Se cree que las partículas se derivan de átomos energéticamente neutros (iones de movimiento rápido sin carga eléctrica) creados por el gas que circula alrededor de las lunas de Júpiter Io y Europa. Los átomos neutros se convierten en iones a medida que sus electrones son eliminados por la interacción con la atmósfera superior de Júpiter.

Juno también encontró señales de iones pesados de alta energía dentro de los bordes internos del cinturón relativista de radiación de electrones de Júpiter, una región dominada por electrones que se mueven cerca de la velocidad de la luz. Estas señales se encontraron en vuelos sobre zonas que no se habían explorado antes. El origen exacto de estas partículas aun no se comprende.

Hasta la fecha, Juno ha completado ocho vuelos sobre Júpiter. El próximo tendrá lugar el próximo 16 de diciembre.

La nave Juno fue lanzada el 5 de agosto de 2011 de Cabo Cañaveral, en Florida, y llegó a la órbita joviana el 4 de julio de 2016.

Alejandro Serrano
Cofundador de Fantasymundo, director de las secciones de Libros y Ciencia. Lector incansable de ficción y ensayo, escribo con afán divulgador sobre temáticas relacionadas con el entretenimiento y la cultura cercanas a mis intereses.

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