Editorial NOVA ha publicado en nuestro país esta continuación que lleva la firma del autor chino Baoshu. La traducción ha corrido a cargo de Agustín Alepuz Morales, quien lo ha hecho directamente del chino como ocurrió en las tres novelas previas, dándole por tanto mayor riqueza a la versión en nuestro idioma. La imagen de la cubierta es obra de Stephan Martiniere y mantiene la misma estética que la empleada en la trilogía original. De hecho, el interior mantiene igual acotación en Partes y formato de edición, de tal manera que juntas conforman un todo.
Bao Shu (Guangyuan, provincia de Sichuan, China, 1980) es un reconocido autor de ciencia-ficción que con su primera novela publicada, Las ruinas del tiempo, obtuvo en 2014 el equivalente chino al premio Nebula. Bao Shu es, además, un fan acérrimo de la obra de Cixin Liu, a la que rinde homenaje en La redención del tiempo, la novela que continúa la historia de la magistral Trilogía de los Tres Cuerpos. La obra ha ayudado a miles de lectores a profundizar un poco más en la épica del fenómeno editorial que ha conquistado Occidente tras vender cinco millones de ejemplares.
En Fantasymundo ya hemos hablado de la Trilogía de los Tres Cuerpos que da pie a esta extensión: El problema de los Tres Cuerpos, El Bosque Oscuro y El fin de la Muerte. ¿Significa esto que hay que haber leído la trilogía original para afrontar la lectura de La redención del tiempo? No, pero sí aporta un plus importante. Hay continuas referencias y la clave fundamental de esta novela es llenar huecos o contemplar alternativas a lo desarrollado en las novelas anteriores. Sea como fuere, estamos ante una novela de hard fiction que hará las delicias de quienes gustan este subgénero, a caballo entre la especulación más extrema, la filosofía y quizá, por qué no, lo espiritual con base racional.
Considero interesante que nos detengamos en el significado de la palabra redención; esto es, acción y efecto de redimir, poner término a un dolor, penuria u otra adversidad. Pues bien, esta acepción define muy bien el alma del libro, ya que al final del cuarto año de la Era de la Crisis, Yun Tianming, enfermo de cáncer, decide acabar con su vida. Esto conlleva un viaje hasta el final del universo (descrito en el Prólogo de la novela que ahora nos ocupa), ya que congelan su cerebro y lo lanzan al espacio para interceptar a los trisolarianos. Lo que ocurrió y se narró en la novela final de la trilogía original es resucitado de alguna manera en este libro de continuación en formato de recuerdos narrados en voz alta, tanto de sueños como de vivencias propias. Una narración que tratará de explicar algo tan colosal como el final del universo y, por ende, del tiempo.
La historia, tras una tabla cronológica de las distintas Eras y el citado Prólogo ubicado en la Era del Final del universo, arranca siete siglos más allá de nuestra época actual, en la denominada Era del Planeta Azul. Allí encontramos a Yun Tianming en una estrella a 300 años luz, DX3906, acompañado por otra mujer que no es Cheng Xin, sino Ai AA. Los dos, únicos habitantes de ese planeta de hierba azul, vivirán recordando lo que para nosotros (lectores) significará el descubrimiento de secretos no desvelados. Un onírico viaje al pasado.
El protagonista, en las primeras páginas, reflexiona a propósito de cómo él ha sido utilizado por los trisolarianos para poder acabar con el orden presente de la humanidad. A través de su mente y de sus sueños los trisolarianos pudieron aprender del ser humano y ocurrió lo que ocurrió. Esta parte de la novela nos ofrece una profusa y detallada descripción de la relación del protagonista con la especie alienígena enmarcada en un juego de estrategia.
No faltarán continuas referencias a Cheng Xin, la portadora de la espada y su amor platónico, que ahora vaga en una nave junto a Guan Yifan en torno al planeta azul en otra línea temporal por culpa del relativismo.
Antes os he comentado que no es estrictamente necesario haber leído la trilogía previamente, pero quien lo haya hecho disfrutará volviendo a ver mencionados los sofones, el personaje Thomas Wade y el intento de asesinato cuyo resultado condicionó el devenir de la humanidad. Lo mismo ocurre al descubrir más del Bosque Luminoso y del Oscuro, los efectos de las ondas gravitacionales. Ahondaremos en las figuras de los buscadores y el Espíritu. Sabremos de una antigua yo llamada Ai Xiaowei, la era de los humanos galácticos, el funcionamiento del módulo inteligente llamado Anillo, la singular Tomoko, los microuniversos, los nulificadores,…
Llama la atención el carácter simbólico y espiritual que alcanza el libro en ocasiones con gran influencia de la cultura occidental, compaginado esto con el uso de reconocidas teorías científicas que sirven para explicar los fundamentos de lo que se nos describe. Se llega a mencionar incluso una raza divina y un enfrentamiento cósmico entre El Oculto y su enemigo El Maestro. Un escenario, pues, a caballo entro lo real y lo mitológico donde los lectores nos vemos arrastrados en una misión por recuperar el universo de diez dimensiones fuera del tiempo. Es aquí cuando destaco el componente hard de la novela; pero, que nadie se asuste, las hay de más difícil digestión. Aunque, creedme si os digo que La redención del tiempo es una perfecta ocasión para que aquellos aficionados que aún no la hayan probado se acerquen a un texto que pretende hacer simple la explicación de dilemas universales. Efectivamente, lo hace de una manera sencilla, cercana, muy metafórica (cercana al cuento), cobijándose en mitos imperecederos con continuas referencias filosóficas clásicas tales como el mito de la caverna de Platón, jugando a la par con las recientes teorías modernas de los posibles universos de distintas dimensiones. Incluso se intentará dar respuesta a lo que es la materia oscura. El autor, en esa querencia romántica que muestra durante todo el libro, eleva la fuerza del amor, incluso a los enemigos, al rango de la verdad más importante de todo el universo, todavía más que el de su propia supervivencia.
La tercera parte de la novela, protagonizada por el anciano Rapsoda y su reina Monarca en el Palacio de la Eternidad en la sima de las estrellas, profundizará en temas tales como búsqueda de la raza que creó el universo, las entidades de baja entropía, el Dios creador y el Ángel de la muerte,… En esta parte, me quedo con el dialogo de dos cuerpos digitales. La novela cuenta con un epilogo y un Post-epílogo que me han hecho esbozar una sonrisa. Como comprenderéis, no puedo deciros el motivo. Tan sólo que traerá a personajes conocidos y el final, sin ser original, me ha parecido un broche adecuado.
Emisión de La Nave dedicada a este digno Apéndice que rinde homenaje a unas novelas llamadas a ser todo un clásico.
La parte que más me gustado ha sido la segunda, por cómo narra de manera sencilla aspectos infinitos, la historia misma del universo, la resolución y entendimiento del todo. De hecho, es curioso el uso reiterado de la mitología griega y un aspecto que se muestra en la serie de TV The Magicians (que por no incurrir en spoilers no citaré, pero que reto a que adivinéis). Me quedo, sin duda, con la permanente explicación del papel que juega el tiempo en el universo, que lo convierte en protagonista principal de la trama.
Estas novelas, de nuevo, muestran cómo la literatura de Ciencia Ficción permite a sus autores expresarse sin fronteras en un país que aún las mantiene. Estamos hablando de un autor nacido en los ochenta que homenajea a su mentor nacido en los sesenta. Esto se traduce en una novela de corte clásico, altamente especulativa, pero apoyada en mitos, descubrimientos y anhelos ya consolidados en textos anteriores. Un viaje que en ocasiones me ha recordado secuencias de 2001, Una odisea del espacio (1968) o páginas que destilan una épica propia de la Fundación de Asimov (de hecho, encontramos el planeta Trántor durante la novela, en otro claro homenaje). La lectura del libro también me ha hecho recordar una exposición que vi hace mucho tiempo en el planetario de Madrid, la cual versaba a propósito del caos que rige el universo. Una titánica y permanente lucha de fuerzas que nos recuerda lo insignificantes que somos y lo mucho que aún nos queda por aprender.
En conclusión, un ameno libro que sirve de perfecto complemento a la elogiada Trilogía de los Tres Cuerpos. Y, si no la has leído, seguro que tras La redención del tiempo lo harás.
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