Este nuevo tomo de Panini, arranca con el número siete, que además cuenta con un dibujante invitado, Michael Walsh (“Vengadores Secretos”), intentando un trazo naturalista y jugando con una composición de número circular, va a ser el encargado de revivir los principales momentos en la historia de amor entre Wanda y la Visión, por lo que volveremos a los tiempos de la “trilogía de Nefaria”, o a la mítica etapa de John Byrne al frente de los Vengadores Costa Oeste, para terminar con ese triángulo amoroso que nos mantuvo a todos en vilo durante la etapa de los Vengadores de Busiek y Perez.
Todo ello con los mejores cuadros de texto que le he leído a King y como siempre mostrando cosas que jamás esperamos ver un cómic, como una costumbrista charla de enamorados de la Visión y Wanda en la cama, con momento chiste malo incluido. Pero mi momento favorito del número es sin duda, la “comida familiar” en la que vemos en una misma mesa a: Mercurio, Agatha Harkness, Bova y hasta a el Zumbador y es que compleja es una palabra que se queda corta para describir a la familia que formaban Wanda y Visión. No dejéis pasar el detalle de la “siempreviva” de Wundagore y que como en apenas 24 páginas King ha resumido una trágica historia de amor que acabó en amistad y actualmente en distanciamiento.
Un número que de nuevo se apoya en este raro costumbrismo de la serie, donde tirar pelotas con fuerza magnética a perros irradiados con rayos gamma, ir a no comer a un caro restaurante o tocar un piano hecho de Vibranium, es el día a día de esta disfuncional familia. Víctor se presenta como esa pieza que falta para suplir al ausente Visión, es un confidente para Viv y Vivian y un gran amigo para Vin, pero como todo en esta serie también es mucho más, la llegada de Víctor es una tragedia a punto de estallar, y las peores tragedias son aquellas que nacen de las mejores intenciones. Y es que sin querer entrar en revelar más de la genial vuelta de tuerca que le da King a la serie, sólo os emplazo a que leáis con detenimiento toda la reescritura que hace de la vida de Mancha y como además de comenzar la caída de las piezas de domino de la idílica familia Visión, hace un gran retrato de la vida de un adicto.
Los silencios de King se refuerzan gracias al magistral trabajo de Walta que encuentra en el colorista Bellaire, al mejor compañero de aventuras que podía desear, todo el dibujo tiene una gama de color que nos mete en cada sensación de la historia, sonreímos y nos maravillamos con las raras anécdotas familiares y rápidamente cambiamos a una mueca de horror cuando la tragedia se desata. El dibujo de Walta puede hacernos pasar de la ternura, al miedo o el horror, sentirnos encerrados y claustrofóbicos como los personajes de la historia. Pero es que esta maestría en ambientes y emociones de la que ya hizo gala en sus colaboraciones con El Torres en los imprescindibles “El bosque de los suicidas” y “El Velo”, se acompaña con una gran capacidad para narrar acción superhéroica y mostrar que la Visión no deja de ser la máquina de matar perfecta que Ultrón diseñó para acabar con los Vengadores. Clasicismo con experimentación, páginas llenas de personajes al más puro estilo George Perez, para cambiar a acciones panorámicas y rupturistas, como todo en esta serie, un riesgo visual anclado en la tradición.
Antes de emitir juicios sobre el comportamiento de la Visión y las acciones que realizará a causa de los actos de Víctor Mancha os recomiendo que leáis todo el tomo, pues este gran puzzle de engranajes de King sólo cuadra cuando cogemos perspectiva del conjunto y vemos que no hay ningún cambio radical en el atemporal Vengador que no sea perfectamente coherente con la historia.
Es una historia dura con momentos descorazonantes y crudos, una historia sobre la obsesión sobre el ser diferente y cuyo último número de nuevo deja unas reflexiones muy intensas sobre la vida y el suicidio algo que nunca habríamos esperado de un cómic mainstream de un vengador.
La Visión es un cómic que hay que leer, más allá de que gusten los Vengadores o la Visión, es la prueba viviente de que el cómic superheróico puede ser profundo y complejo, reflexivo y lleno de matices, es un clásico al instante y un referente para mí de cómo deberían hacerse las cosas.
Un androide quiso soñar que pudo tener una familia, y con un androide y un nuevo modelo de familia acaba esta historia, pero no debemos olvidar que el primer paso para cumplir los sueños es tener clara tu Visión.