Una nueva investigación ha descubierto que las abejas macho inyectan toxinas a la reina durante el sexo, que le causan ceguera temporal. Toda la actividad sexual tiene lugar durante un breve período temprano en la vida de la abeja, durante el cual los machos mueren y las reinas pueden vivir durante muchos años sin aparearse de nuevo.
Boris Baer, profesor de entomología en UC Riverside (California), afirma que los machos desarrollan toxinas que afectan a la visión, para maximizar la fugaz oportunidad que tienen de transmitir sus genes. «Las abejas macho quieren asegurarse de que sus genes están entre los que pasen a la siguiente generación, así que disuaden a la reina de aparearse con otros machos”, puntualiza Baer, autor senior del estudio publicado en la revista eLife. «Ella no puede volar si no puede ver apropiadamente«.
Las toxinas identificadas por el equipo son proteínas del fluido seminal de los machos, una sustancia que ayuda a conservar el esperma. Anteriores trabajos llevados a cabo por el equipo de Baer también habían descubierto que las toxinas del fluido seminal de las abejas macho podían matar el esperma de sus rivales. Todas las abejas fabrican esas proteínas, unas más que otras.
Baer se interesó en el fluido seminal de las abejas hace años, como estudiante doctoral. Durante los primeros proyectos, notó que si a las reinas de abejorros se les inyectaba líquido seminal y no el esperma durante la inseminación, dejaban de aparearse y eran más agresiva con los machos. Quiso descubrir la razón.
Hace casi diez años, Baer y su equipo internacional de científicos comenzaron a analizar qué proteínas podrían estar presentes en los fluidos de las abejas. «Encontramos al menos 300 de esos ‘agentes secretos’ con misiones específicas”, comenta.
El equipo investigador no se sorprendió del todo al encontrar una proteína que ataca al esperma de otros machos, es un comportamiento que puede hallarse en otros insectos. Pero sí se sorprendieron al encontrar la proteína que impacta en los genes responsables de la visión en los cerebros de las reinas.
Para probar si la proteína tenía este efecto, el equipo de Baer mostró a las reinas inseminadas una luz parpadeante, y midió su respuesta con pequeños electrodos en su cerebro. Los efectos en la visión y la reducción en la capacidad de vuelo se presentan en horas, pero Baer cree que probablemente sean reversibles a largo plazo, ya que las reinas tienden a volar más tarde, cuando establecen nuevas colonias.
El objetivo es mejorar el apareamiento de las abejas y su supervivencia
El estudio de las proteínas seminales de las abejas requirió de un equipo interdisciplinario de entomólogos, biólogos, bioquímicos, etc, para identificarlas y examinar sus efectos en las reinas. El equipo incluye a la esposa de Baer y coautora, Barbara Baer-Imhoof, especialista en polinización de UC Riverside. Como parte de este proyecto, Baer-Imhoof condujo experimentos en los que instaló pequeñas etiquetas en las espaldas de las abejas reina, leídas por escáneres instalados en las entradas de la colmena.
«Estas etiquetas son similares a las de las cajas de autoservicio en los supermercados”, comenta Baer-Imhoof. El experimento mostró que las reinas tenían dificultades para encontrar el camino de vuelta a sus colonias si habían sido inseminadas.
Una comprensión a nivel molecular de los hábitos de apareamiento de las abejas melíferas podría usarse para mejorar los programas de reproducción y ayudar a los insectos que polinizan muchos de los alimentos que comemos. Recordemos que las abejas están ahora en grave peligro debido al masivo uso de pesticidas, y que nuestra supervivencia está ligada a la suya.
«Más de un tercio de lo que comemos depende de la polinización de las abejas, y hemos dado por sentados sus servicios durante demasiado tiempo”, advierte Baer. «Sin embargo, las abejas han experimentado muertes masivas en las últimas dos décadas. Cualquier cosa que podamos hacer para aumentar su número beneficiará también a los humanos”, señala.
Fuente: eLife.