Después de Murasaki Baby, un pequeño indie con bastante personalidad en su apartado artístico, Ovosónico vuelve con otra aventura entrañable de la mano de su responsable Massimo Guarini, nombre propio en el mundo creativo que ha trabajo anteriormente para Suda51 y Grasshopper Manufacture, por ejemplo.
En esta ocasión nos encontramos con un título que camina entre los límites de lo que se ha dado en llamar últimamente walking simulator, juegos centrados en contar una historia pero con un sistema de juego muy básico o limitado. Si bien a mi siempre me ha parecido un término con cierto carácter peyorativo injustificado teniendo ejemplos tan magníficos como What remains of Edith Finch, no puedo si no admitir que es una etiqueta bastante acertada en ocasiones. Last Day of June es un puzzle, uno único, que tenemos que ir resolviendo pieza a pieza.
Carl y June, nuestros protagonistas, están perdidamente enamorados. Un día en una excursión al lago cercano a su pueblo, ocurre un terrible suceso que deja a Carl en silla de ruedas. June no tiene tanta suerte. Al cabo de un tiempo, Carl descubre que puede volver al pasado para intentar cambiar, de forma indirecta, los sucesos de ese día para que en el presente, June vuelva a estar con nosotros.
Para ello controlaremos únicamente al resto de habitantes del mini-pueblo; el niño, la amiga, el cazador y el anciano. Cada uno de ellos, si bien no estaban presentes en el accidente, son determinantes en lo que pasó aquella fatídica tarde. Nuestra misión es hacerles cambiar de idea, con la esperanza de que afecte de forma significativa al resultado final, aunque veremos desde el principio que no es nada fácil.
Con un argumento como este, está claro que vamos a entrar de lleno en una aventura emocional constante y Ovosónico es totalmente consciente de ello. Se arma de todas las posibilidades a su alcance para hacernos partícipes del dolor de Carl. No hay un momento más evidente que en las escenas correspondientes a “el presente”. En silla de ruedas, con la cabeza gacha, apenas con vida, con evidente dolor, recorre el pueblo recordando escenas del pasado (¿o es el futuro?, ¿un presente alternativo?, ¿sueños y esperanzas?).
Por supuesto, no todo es deprimente en Last Day of June. Los segmentos jugables, en contraposición, tienen un tono alegre y distendido, como corresponde a los hechos de “el pasado”, antes del accidente que se lleva a nuestra June. El sistema de juego es muy sencillo: volvemos a las tres de la tarde de ese mismo día controlando a uno de los habitantes del pueblo. Nos explican, de forma muy somera, qué hacían en esos momentos y nuestra labor es, primero, averiguar qué fue lo que hicieron que afectara al resultado para, después, buscar una alternativa. Al principio es muy sencillo, tanto que no hay tutorial ninguno que nos ayude. Una vez avancemos, sin embargo, veremos la verdadera dimensión del asunto: los cambios realizados no sólo afectan al resultado final de esa tarde, sino también a lo que hagan el resto de personajes. No es fácil burlar a la muerte.
¿Que buscamos una cuerda para poder jugar a la cometa y así hacer que el niño deje la pelota? Muy bien, esperemos que no la necesitemos para otra cosa más adelante, ¿verdad?.
Ahí es cuando somos conscientes del tamaño del puzzle en su totalidad y tendremos que ir cambiando entre personajes para avanzar en la historia poco a poco. Bueno, tampoco muy lentamente, ya que en total estamos ante unas cuatro horas de juego, de las cuales gran parte son escenas cinemáticas y la repetición una y otra vez del momento del accidente, que por circunstancias desconocidas tenemos que ver de forma obligatoria cada vez que cambiamos algo en el pasado, e incluso si no cambiamos nada. Está bien que no nos den opción a saltarlo si cambia el resultado, pero cuando ya lo hemos visto antes, sería necesario un botón de omitir escena.
Otro pequeño problema derivado de la sencillez del sistema de juego es que a veces nos da la sensación de estar ante un producto destinado a niños, sobre todo en las secuencias donde controlamos al cazador. Esto no es un defecto de por sí y si bien no es un juego que contenga secuencias y escenas inadecuadas para un infante, la profundidad de la historia y el tono melancólico general deja claro que Guarini pensaba en jóvenes y adultos a la hora de contarnos esta historia. En este sentido, sí que puede resultar algo contraproducente.
Por lo demás, hay que dejar claro que el puzzle solo es una forma más de narrarnos la historia y que, por sí mismo, no conlleva excesiva dificultad ni nos tendrá reflexionando ante nuestro próximo movimiento, sino que es algo más bien lineal y directo. Esto no quita para que la historia esté bien hilada y nos tenga interesados hasta su final, del que obviamente no voy a desvelar nada.
La jugabilidad, por tanto, es muy sencilla y sólo necesitamos de un par de botones para realizarlo todo. Aparte de la progresión obligatoria de cada uno de los personajes tendremos varios coleccionables a buscar por el escenario, pero se encuentran todos rápido, ya que el pueblo es muy pequeño y no hay muchos sitios para esconderse. El truco está en las mil y una puertas que vamos abriendo según juguemos con cada uno de sus habitantes.
Está claro que Last day of June se apoya, pues, en dos pilares básicos: su capacidad para conmover con su historia y su aspecto técnico. Antes de entrar a valorar el tema visual, que suele ser lo común, aquí debo centrarme más en otro tema. Es probable que muchos no lo sepáis, pero este título está directamente basado en un videoclip musical. Uno precioso, realizado por Jess Cope y con personajes diseñados por Hajo Mueller, para la canción Drive Home de Steven Wilson y que perfectamente podría servir como trailer del juego.
De hecho, Last day of June surge fruto de la colaboración entre el estudio Ovosónico y el músico y productor Wilson, ex-frontman de Porcupine Tree entre otros y que lleva unos años con una carrera notable en solitario. Versiones y loops de varios de sus temas más famosos de sus últimos trabajos están presentes en el juego: Significant other, Routine y The raven that refused to sing, entre otras, nos acompañarán de forma magistral durante nuestro recorrido. De hecho, la BSO es brillante y no sólo cumple su cometido sino que consigue ser una pieza clave en la generación de emociones. Sólo por esto ya os puedo recomendar el juego como ejemplo de narrativa.
Sin embargo, no es justo atribuirle todo el mérito a la banda sonora. Artísticamente arriesgado, nos encontramos ante lo que parece ser un cuadro al óleo, lo que resulta coherente con parte del argumento y con la principal afición de June, la pintura. Todo está realizado a trazos, los personajes no están definidos en su totalidad, como demuestra la ausencia de globos oculares, por ejemplo. Los fondos están desenfocados y las luces y la paleta cromática exageradas, predominando los azules para “el presente” y los colores cálidos para “el pasado”. Todo muy bien hilado.
El resultado es sencillo pero efectivo. Se nota el gran esfuerzo realizado por el estudio tanto en su realización técnica como en el planteamiento artístico y argumental. Esto no significa que estemos ante un despliegue técnico fuera de lo común. Al final la cantidad de elementos y escenarios dentro del juego es muy limitado y las posibilidades de exploración muy escasas: la zona del lago, la casa de Carl y June y el pueblo, que se compone de cuatro viviendas y un par de calles. Se juega con tener pocos elementos para poder trabajarlos lo máximo posible.
No me quiero dejar en el tintero otra característica curiosa: no tiene voces. Como además, tampoco tienen ojos, su expresividad está reducida a la expresión corporal y a ciertos gruñidos que a ratos recuerdan a los Sims. Sin embargo, somos capaces de identificar en todo momento el estado de ánimo de cada personaje, sin dudarlo. No sólo risas y alegría, sino también emociones más complejas. Podemos distinguir cuando Carl está no sólo triste, sino también agotado mentalmente por todo lo que supone para él los diversos viajes al pasado.
Aún así, los poquísimos textos que vemos en pantalla están traducidos al español.
En conclusión y teniendo en cuenta su reducido precio de lanzamiento, no puedo hacer otra cosa que recomendar Last Day of June a todos aquellos que disfrutan con una buena narrativa. No está exento de defectos, como su corta duración, sencillez y una nula rejugabilidad, pero una vez acabado, se te queda en la memoria.