Entre las novedades manga del pasado mes de octubre de Norma Editorial llegaba el 6º tomo de Last game, el nuevo shojo de Shinobu Amano que enfrenta a dos jóvenes que han rivalizado durante 10 años en un último juego de amor.
Si no conoces este manga o todavía no lo has leído, te recomiendo que le eches un ojo a la reseña de los dos primeros tomos, ya que este artículo puede contiene spoilers de los volúmenes anteriores. Así que lee bajo tu propia responsabilidad.
Si en el tomo 5 de Last game habíamos visto al parque de atracciones obrar su magia sobre Yanagi y Kujo, el 6º volumen nos devuelve a su normalidad, donde ella es demasiado emocionalmente torpe para darse cuenta de que Yanagi le gusta, y él demasiado cobarde y terco como para decírselo.
No obstante, ambos están cada vez más cómodos el uno con el otro, y su relación se solidifica muy lentamente (lo cual llega a resultar un poco frustrante a estas alturas). Este es el momento que Tachibana, la desaparecida rival femenina, elige para hacer su reentrada con las ideas más claras que nunca: no se rendirá en su intento de conquistar a Yanagi. Su presencia supone, a su vez, un empujón necesario para Kei. ¿Pero se atreverá él a revelarle a Kujo sus sentimientos?
Entre reuniones de antiguos alumnos, cumpleaños de los miembros del club de astronomía (con borrachera épica incluida), visitas al planetario y vacaciones en el campo, Kujo y Yanagi vivirán momentos muy dulces, avanzando pasito a pasito en su relación. Pero los rivales seguirán interponiéndose (intencionalmente o sin pretenderlo) entre ellos.
Y es que este tomo se centra bastante en Tachibana y Kei (sobre todo en este último); en aquello que los define y los motiva. Conocemos un poco más a la chica, que empieza a parecer más humana y menos pérfida, así como nos asomamos al pasado de Kei a través del pueblo en el que viven sus padres, el cual el grupo visitará con el club de astronomía. Como ya he mencionado en pasadas reseñas, el rival masculino es uno de los personajes secundarios mejor desarrollados y más interesantes de Last game, y este tomo solo consigue acrecentar esa impresión.
Aunque el 6º volumen nos muestra más profundamente a los rivales, no quiere decir que Kujo y Yanagi no tengan sus momentos, con escenas preciosas y frustrantes a partes iguales. No obstante, hay una en concreto que puede suponer un punto y aparte en la relación de la pareja. Unida a un final que deja con el corazón en la boca, marcan sin duda una línea sin retorno que obligará a este cuadrado amoroso a poner las cartas sobre la mesa (o eso espero).
Last game cruza así su ecuador (que suele ser la parte crucial donde la mayoría de los shojos se desinflan) con soltura y con un buen equilibrio entre comedia y romance que mantiene el interés del lector. Y es que, si bien la historia no es súper original que digamos (pues en ella nos encontraremos un montón de escenas y situaciones muy típicas en este género), Shinobu Amano ha sabido darle su particular giro, construyendo de esta forma un manga con mucha personalidad. En gran parte gracias a sus protagonistas, cuyo carisma magnético no te dejará despegarte de su eterno tira y afloja; y te dará muchas ganas de gritarles que se confiesen de una vez, que ya está bien de boberías, hombre.
El dibujo de la mangaka también acompaña: Amano tiene un estilo clásico del shojo, estilizado y muy expresivo; sus líneas son muy finas y no se detiene mucho en el detalle ni en los fondos, aunque sabe construir unas escenas preciosas en los momentos precisos.
Como es habitual, la edición de Norma es muy correcta y la traducción natural, poniendo un cierre de oro a un manga que hará las delicias de los amantes del shojo.