En la reseña del tomo anterior nos quedamos en una buena presentación de los personajes ya crecidos tras la primera parte que duró hasta el tomo sexto: Paxtown parecía haber empezado a hacer honor a su nombre gracias al trabajo de la alcaldesa Tomie Katana, ex estrella del pop y ex novia de Richard Aldana, que ha hecho bandera de la lucha contra las mafias y la delincuencia. Adrian ha crecido, trabaja en las minas y consigue dinero extra peleando en los rings, Y Richard ha entrado en una época crepuscular, pero sigue siendo un luchador formidable. Richard y Adrian continúan reuniéndose, pero el choque de planteamientos vitales y generacionales chocan, ya que los diez años que han pasado han hecho que Adrian se enfrente a él como un igual, hombre a hombre.
Son muy raras las series que consiguen mantener el interés del lector con un lanzamiento tan espaciado, y Last Man es una de esas series. Como ya indicamos, en el tomo anterior se presentó de manera muy bien llevada la segunda parte de la serie, y la terna Vives–Balac–Sanlaville consigue reconectar la serie tras un ficticio lapso de una década y retoman un buen ritmo narrativo. En este caso nos encontramos con una trama menos introspectiva para los personajes (aunque tiene sus momentos, ya que los personajes siguen mostrándonos cosas sobre sí mismos, sobre todo en el caso de Elorna), pero retoma las escenas de acción con escenas de persecuciones, revelaciones traumáticas y situaciones inesperadas. También encontramos un planteamiento mucho más adulto en el sentido de que estamos ante escenas y situaciones “de dos rombos”, que nos debe hacer plantearnos a quién le recomendamos este cómic llegado el caso. Pero es que esas escenas subidas de tono son necesarias narrativamente hablando: enfatiza el paso a la vida adulta de los protagonistas. ¡Ah! Y no nos olvidemos de esos toques de humor negro e irreverente.
Ese humor cínico y sarcástico se centra, sobre todo, en la crítica que desliza hacia las sociedades modernas y el sistema que las sustenta, un tema recurrente en toda la obra, así como de la podredumbre que esconde. En este número, pese a ese punto ácido, detectamos también cierta amargura y un punto más vicioso, en el que se recrea un poco más en la podredumbre subyacente centrado en las figuras de Adrian y Elorna y la desilusión que experimentan frente al mundo adulto: política corrupta y desalmada, pedofilia, trata de blancas, falta de un futuro claro… hasta el punto de que Adrian olvida el toque de “viaje iniciático” que tenía la primera parte de la saga: ahora es un hombre joven que se refugia en la rutina, el alcohol, la pelea, y el sexo. Y está lleno de complejos y culpa.
Pero el personaje protagonista de este tomo es, sin duda, Elorna. Encuentra el coraje, se adapta y se sobrepone ante una situación muy adversa, es capaz de dar con quien quería y convencerlo, aunque pierda a alguien de los suyos en el proceso. Toma las riendas de ella misma, y madura con rapidez manteniendo claras sus prioridades.
Pero no hemos hablado de cómo se desarrolla la acción de “Last Man 8”, este tomo de 216 páginas que nos ofrece Diábolo Ediciones: Tras el desencuentro inicial con Adrian, saltamos a ver cómo se las gasta Tomie Katana, que tiene noticia de la presencia del veterano luchador en Paxtown. Richard se despide en malos términos de Adrian y encuentra a una mujer importante en su pasado con la que terminará teniendo un “sonado reencuentro”. Y Adrian hará lo propio para desfogarse.
Mientras tanto, el destino de Elorna y Gregorio es más incierto: ella cae en una red de trata de blancas, y Gregorio es enviado a trabajar a las minas. Obviamente, los poderes de la gente del Valle son fundamentales para que Elorna cumpla su papel. De hecho, ella descubre cuál es su poder en este tomo, y será fundamental para que ella entienda ciertas circunstancias
Reaparecerá mejorado, aunque aún no lo entienda, un viejo conocido del Valle que ya dio alguna guerra en el tomo anterior. Y varios de los secundarios recurrentes.
En todo caso, el tema es el siguiente: ¿Cómo será el reencuentro de Adrian con Elorna? ¿Regresarán al Valle? ¿Volverán para defenderlo? ¿Superarán todas las rémoras que les quedan de su vida en Paxtown? ¿Y podrán dejar atrás a toda la pléyade de enemigos que se han hecho? ¿Cómo reaccionará Gregorio, que desde el principio parece ser el que peor lo lleva? ¿Qué pasa con el ejército del Valle, que se acerca? Y aparecerá un enigmático y poderoso personaje ¡Os toca descubrirlo, amigos lectores!
Pero no acaba aquí la cosa: como es habitual, los autores añaden algunas páginas (ocho en este caso) en clave de humor con respecto a la producción del volumen, que suelen arrancar una sonrisilla hasta al más pintado. Y, como también es habitual, dos páginas de pegatinas para que puedas hacer con ellas lo que quieras (lo suyo es que las pegues en donde corresponde).
Y vamos a un detalle ciertamente conmovedor: el columen empieza con una sentida dedicatoria a las víctimas del atentado el pasado 13 de noviembre en la sala Bataclan. Da la casualidad de que Balac estaba presente en el concierto de Eagles of Death Metal la noche del trágico concierto. Además, pienso que el estado de ánimo provocado por ese luctuoso hecho ha tenido su reflejo en el devenir de los acontecimientos de este tomo, más oscuro que los anteriores.
No obstante, desde aquí apoyo y defiendo el cambio de tono de esta serie, que contribuye a esa capacidad de sorprender en cada tomo. Además, presagia que en breve habrá un cambio de ritmo, un regreso a la más pura acción, me apostaría lo que fuese. Llevan ocho tomos. ¿Cuánto será el total? ¿Diez? ¿Doce? El fin se acerca, y pronto tendremos que decir adiós a los personajes, pero no sin gozar de ser testigos de su crecimiento. Porque, amigos míos, los eventos que sin duda ocurrirán van a jugar un papel fundamental en el devenir de las relaciones entre los personajes. Y si no, tiempo al tiempo.
Como siempre digo de ella, una saga muy, pero que muy recomendable, que es capaz de fusionar lo mejor de la narrativa europea con lo mejor del formato manga. Un euromanga en toda regla que es capaz de satisfacer al lector más recalcitrante.
Disfrutadlo.
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