Nota: este documental llega a las salas de cine como evento cinematográfico. Exhibidores como Yelmo, Grup Balañà y los Cines Verdi en Barcelona, lo emitieron los días 6 y 7 de mayo, vinculado a una programación cultural especial; consúltese también en FilmAffinity para saber en qué otros cines se emitirá.
Esta semana, concretamente el 2 de mayo, se cumplieron quinientos años de la muerte de Leonardo da Vinci (1452-1519), uno de esos genios que a lo largo de la historia lograron destacar en prácticamente en cualquier disciplina en la que trabajaron; para el caso del personaje en cuestión, tenemos que se dedicó a la pintura, la escultura, la arquitectura y el urbanismo, indagó en la anatomía, la ingeniería y la botánica, y cultivó también la poesía, la música y la música, y probablemente nos dejemos algo más en el tintero. Desde luego, la etiqueta de «hombre del Renacimiento» se le queda corta. Y es que Leonardo era un curioso por encima de todo y muchos de sus dibujos conservados son una buena muestra de aquellas materias del conocimiento que trabajó a fondo, llevado por esa curiosidad y por el sueño de llevar al ser humano hacia adelante. «La Última Cena» (c. 1495-1498) y «La Mona Lisa» –o «La Gioconda»– (c. 1503-1519) constituyen dos piezas únicas en la historia del arte y son quizá dos de sus obras que nos vienen a la cabeza cuando pensamos en su nombre; y añadiríamos a una lista de cuadros suyos obras como «La dama del armiño» (1490), «La Virgen, el Niño Jesús y Santa Ana» (c. 1510-1513), el «San Juan Bautista» (c. 1508-1513) o «La Anunciación» (1472-1473), pintura de su período de formación y que nos sirve para, en comparación con sus óleos posteriores, comprobar hasta qué punto evolucionó Leonardo en su arte.
Pero Leonardo es también el hombre que ha dejado dibujos icónicos como «El hombre de Vitruvio» (1490), así como precisos esbozos sobre anatomía (como, por ejemplo, un estudio sobre el embrión humano, datado entre 1510 y 1513) y sobre artilugios e inventos como un antecedente del helicóptero (1486), el plano para una máquina voladora (1488) o mapas muy detallados, como el que trazara sobre Imola para César Borgia (1502).
Todas estas obras aparecen (¡cómo no hacerlo, es lo que esperamos!) y se comentan en «Leonardo V Centenario», película documental dirigida por Francesco Invernizzi –de quien vimos hace unos meses su fascinante pieza «Bernini, el artista que inventó el Barroco«–, presentado recientemente en la tercera edición del Festival Internacional de Cine de Barcelona-Sant Jordi (o BCN Film Fest) y que, como se menciona al inicio, se podrá ver en salas por tiempo muy limitado. Pero sorprenderá (y muy agradablemente) que se ponga el foco especialmente en el Leonardo «científico», el «ingeniero», el «anatomista», el «cartógrafo»… en última instancia, el observador que pacientemente mira el mundo que le rodea: no sólo el hombre como medida de muchas cosas, sino la naturaleza que lo envuelve y sobrecoge, la ciencia que ha desarrollado y que nos permite ver en su propio interior, algo que hasta entonces estaba prácticamente prohibido pero que el genio florentino pudo realizar a través del estudio de cadáveres.
Invernizzi y su equipo –en un rodaje que se alargó durante unos cien días, algo inusual en la realización de documentales, y que puede que ofrezca más resultados en futuras películas– nos acerca al artista curioso que imaginó que el hombre, como Dédalo e Ícaro, podría volar y por ello busca el legado de los dibujos de Leonardo en la ciencia moderna y lo sitúa como un precedente de la aeronáutica de los hermanos Wright. Resigue su labor en cuanto al urbanismo, la arquitectura y la ingeniería militar (diseñó armas para este último, a pesar de que desdeñaba el uso el de la fuerza). El fondo en sus cuadros ya muestra la capacidad de observación de Leonardo en relación con la geografía y que trasladó a dibujos cartográficos para mecenas como el mencionado Borgia, Ludovico el Moro Sforza en Milán, los Médici en Florencia o Francisco I en Francia, para los que trabajó y le protegieron; a destacar, por ejemplo, el diseño de fortificaciones, túneles y máquinas militares para la defensa de la capital lombarda en tiempos del duque Sforza.
Conocemos al Leonardo pintor y dibujante, al escultor que proyectara un enorme caballo de bronce, a la postre no construido –pero que, gracias a sus esbozos inspiró la pieza que se fundió y situó en 1999 en el Parque del Hipódromo de Milán–; pero a menudo dejamos en segundo plano al Leonardo ingeniero e inventor, el hombre «práctico» que, como expusiera Invernizzi en un coloquio posterior en la sesión del festival barcelonés, «imaginara» y «diseñara» inventos que hoy en día (con todos los avances técnicos posteriores, desde luego) serían el tanque, el helicóptero, el avión y el submarino, que dejara esbozos de construcciones como los canales y otras construcciones hidráulicas, o que «ideara» componentes que sirven para bolígrafos, pilas o lentillas. Quizá por ello el documental pone el foco a lo largo del mismo en esta vertiente del Leonardo «inventor», más que en la del «artista», a la que estamos acostumbrados, y a través de los muchos dibujos que dejó en sus cuadernos de estudio. Y el resultado, lo tenemos muy claro, es un pleno acierto.
Si también sois personas con una curiosidad «renacentista», este documental será de ineludible y deslumbrante visionado. De la mano del director y con la colaboración de ingenieros como Maurizio Longoni, arquitectos y urbanistas como Stefano Boeri, profesores de robótica como Antonio Bicchi de la Universidad de Pisa, historiadores del arte como Gigetta Dalli Regoli o del director del Museo de Ciencia y Tecnología de Milán, Claudio Giorgione, así como la participación de la Aeronautica Militare Italiana (o las fuerzas del aire de este país), el documental nos lleva a conocer las múltiples facetas de un genio renacentista, universal, como fue Leonardo da Vinci. Un curioso, un observador, un genio.