Netflix incorpora a su catálogo una serie chilena: ‘Los carcamales’ (Netflix, 2021). La idea es original y divertida: hartos de que sobrevivir sea cada vez más difícil en una sociedad entregada al “libre mercado” (pensiones privadas, sin Seguridad Social…), e impulsados por una abogada de lo social mujer de uno de ellos, tres jubilados deciden convertirse en justicieros de causas perdidas. De entre los casos antiguos de Estela (interpretada por Gloria Münchmeyer) es que salen las misiones de estos tres hombres: el devoto esposo y líder de la banda, Julián (Patricio Contreras); un viejo marxista e idealista experto en las luchas de la calle, Juan (Sergio Hernández); y un empresario arruinado por sus vicios y adicciones, Mariano (Alejandro Goic).
Estos tres hombres, con el pseudónimo de “Los carcamales”, irán afrontando injusticias, resolviendo entuertos e imponiendo su ley sobre las sentencias de las leyes de los hombres, a través de escenas cada vez más surrealistas y disparatadas. Momentos histriónicos, algunos de ellos casi absurdos e irreales, pero que siempre tiene el trasfondo de una sociedad chilena en que sobrevivir es cada vez más difícil.
El problema de ‘Los carcamales’ no es su idea sino su materialización
Múltiples son las dificultades de todo tipo que encontramos aquí y que malogran la experiencia casi desde el primer capítulo.
El primer problema es de dirección. La evidente dificultad de movilidad de estos “carcamales” es constantemente puesta a prueba. No obstante, más que superarla con trucos de cámara o en el montaje o con dobles o de cualquier otra forma, la cutrez de todo lo hecho nos deja una sensación de irrealidad que nos saca de la ficción y, en cierta manera, desvirtualiza la denuncia social que la propia serie quiere poner en pie; hasta el punto de poder llegarla a considerar más una caricatura que una denuncia.
Las actuaciones principales tampoco ayudan. Lo hiperbólico y exagerado de su tono hace que, lo que deberían ser situaciones dramáticas o con cierta vis amarga, incluso dolorosa, acaben pareciendo absurdas y con poco sentido. Tampoco han cuidado la dicción de los actores, desastrosa en los momentos de tensión, lo que hace que sus modismos particulares resulten, para quién no está familiarizado con ellos, algo críptico o, por lo menos, de difícil comprensión. De tal forma es así que, al final, acaban siendo los personajes jóvenes los que aportan algo de calidad al conjunto.
Serie repleta de avisos sobre la pobreza y la miseria en una sociedad dónde es el mercado el que pilota y domina el timón
Y si la dirección y las actuaciones principales son mejorables, el guion o los secundarios poco pueden hacer para salvar una serie que comienza a sentirse naufragada ya desde sus primeros capítulos. Algo que ya pasó en su primera emisión en la televisión chilena que, programando “Los carcamales” en prime time, tuvo que relegarlos pronto a un horario nocturno para contentar a los escasos fans de una ficción que, como tantas otras, tienen el defecto de malograr una buena idea inicial a través de decisiones de producción poco sensatas.
Y es una pena porque ‘Los carcamales’ (Netflix, 2021) está repleta de avisos sobre la pobreza y la miseria en una sociedad dónde es el mercado el que pilota y domina el timón: el elevadísimo precio de los medicamentos, el abuso jurídico de los más poderosos, las injusticias y abusos con aquellos que carecen de dinero y posición… Una realidad tan escasa en nuestra televisión como necesaria de reflejar en nuestras pantallas pero que, en esta ocasión, naufraga estrepitosamente.
