No intentéis comprender la sinopsis ni su sarta de términos indescifrables, ya que tendríais que leer el libro para entenderlos (y ni así), pues nos encontramos ante un libro… peculiar. “Los impostores” es una novela corta, satírica y absurda, muy en el estilo de Terry Pratchett si le sumamos la velocidad de una montaña rusa. Su ritmo es trepidante, saltándonos los dos primeros capítulos de explicaciones sobre el universo en cuestión, y una vez te subes, ya no te bajas hasta cerrar la contraportada. Lo que no es necesariamente bueno.
Bester salta de subtrama inverosímil a subtrama inverosímil sin que te dé tiempo a asimilarlas; personajes caricaturescos aparecen por doquier sin función alguna en la historia más que la de hacer el chiste; se introducen detalles inútiles, incluyendo descifrados, paso a paso, de mensajes codificados que me he tenido que saltar, mientras que otras explicaciones que ayudarían a comprender algo de lo que sucede se quedan a medias. En resumen, un worldbuilding defectuoso para tratarse del escritor de “El hombre demolido” y “Las estrellas, mi destino”.
En definitiva, “Los impostores” parece ser una explosión de ideas originales y válidas que se quedaron a medio desarrollar; un viaje psicotrópico al final del cual no entiendes nada. Su ritmo trepidante (obviando algunos párrafos explicativos) es lo único que lo salva. Legible, entretenido hasta cierto punto y divertido. Pero no va más allá. No es un libro del que vaya a acordarme en unos meses, ¿qué digo meses? Semanas.
¿Recomendado? Solo a los muy forofos de la ciencia ficción cómica o del mismo autor, y que hayan vivido en los ochenta para que puedan entender la mitad de las sátiras. Los demás son libres de considerar si emplear su tiempo en una novela de aportación pobre y fácil olvido.
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