Los productos tecnológicos reacondicionados se están convirtiendo en una alternativa interesante para detener la sangría medioambiental que supone esta fiebre irrefrenable desatada por el consumo de aparatos y dispositivos tecnológicos.
Cuando hablamos de reacondicionados, lo que se viene a la cabeza es que son productos que se han preparado de nuevo para que vuelvan a funcionar correctamente. Esto relacionaría el reacondicionamiento con la sostenibilidad y la ecología, en especial con el consumo racional de recursos, algo que es muy necesario abordar en tiempos de crisis climática y ambiental.
¿Qué son los productos reacondicionados?
La definición de reacondicionado es la citada, la reutilización de un producto que se ha vuelto a preparar para que siga siendo útil en su función primigenia. Los comercios y puntos de venta introducen en un mismo grupo distintas categorías de productos: modelos nuevos o devoluciones de clientes que solo han probado el producto; otros que son de segunda mano y experimentan un proceso de reparación y restauración e incluso estos mismos pero que son reparados por un servicio técnico ajeno al oficial.
En función de esta tipología es común que el precio que alcance cada modelo en el mercado sea diferente. Así, a menor uso inicial, mayor precio en la nueva puesta a la venta. Los productos que son últimas novedades o devoluciones de clientes aún en fecha posible para esta opción alcanzarán un mayor coste que aquellos que ya comienzan a quedar obsoletos pero siguen siendo funcionales.
¿Cómo se garantiza la calidad de los dispositivos tecnológicos reacondicionados?
Entre los productos reacondicionados se pueden encontrar auténticas gangas cuando hablamos de dispositivos de gama alta, con precios que se asemejan mucho a modelos de inferior calidad.
Siempre que se adquieran de mano de un fabricante ya contrastado, sus garantías son similares a las de un producto de segunda mano, con un periodo mínimo de 12 meses que puede elevarse a los dos años en función de cada tienda.
A su vez, el usuario puede acudir al derecho de desistimiento con un plazo ampliado y sin costes adicionales cuando el producto no se ajuste a sus expectativas. Esta posibilidad habilita al consumidor para devolver la compra en el plazo legal que le asiste sin sufrir ningún tipo de penalización.
¿Por qué son una buena opción los productos reacondicionados?
Sin entrar en la cuestión sobre la calidad de los reacondicionados y sus prestaciones frente a productos nuevos, lo cierto es que dotar de una segunda vida a dispositivos que aún son funcionales encaja muy bien con uno de los principios básicos de la ecología, la regla de las 3R. Reducir, reutilizar y reciclar. Estos aparatos, los portátiles reacondicionados y restaurados, reducen la necesidad de tener que introducir nuevos elementos en la cadena de producción al reutilizar dispositivos que siguen siendo funcionales.
Además, ocurre que la tecnología y la informática son muy dependientes de muchas materias primas que están en sus fases cenit de extracción. Su explotación ha sido tan elevada que en la actualidad es cada vez menos rentable seguir haciendo uso de esos recursos.
La crisis de los microchips desatada hace meses y que hace tambalear el comercio marítimo, con precios muy elevados de los contenedores y los grandes buques de transporte, es una consecuencia directamente ligada a este fenómeno.
Muchos fabricantes tecnológicos están advirtiendo a empresas y consumidores que no van a poder hacer frente a la alta demanda. Eso está ocurriendo con videoconsolas como Play Station 5, o con la industria automovilística, en la que numerosos componentes de la mecánica de los vehículos depende de cuestiones tecnológicas.
Un escenario de menor consumo y uso más prolongado de los aparatos tecnológicos
La dependencia actual de los dispositivos tecnológicos es tal que sería prácticamente imposible imaginar una vida sin ellos. Los expertos trabajan desde hace años con conceptos como el de mochila ecológica, que hace referencia al coste real que supone toda la vida de estos productos, desde la extracción hasta su disposición final.
Es muy similar al de huella hídrica, que hace lo propio introduciendo como elemento la cantidad de agua necesaria para todos los procesos industriales: alimentación, moda, ganadería y un largo etcétera de ejemplos; o el de huella ecológica, que agrupa todos los requerimientos energéticos que necesita una persona para su día a día.
En el apartado de consumo energético, que es uno de los más relevantes debido a la carencia y carestía de fuentes baratas, y el elevado consumo de gases de efecto invernadero que requieren los combustibles fósiles, otro dato importante a resaltar es que los ordenadores también emiten CO2. En concreto, el uso de estos equipos supone el 27% del impacto energético total del mismo, al que hay que sumar su vida final útil.
La popularización de los productos reacondicionados va en la línea de introducir cambios más sostenibles en los hábitos de vida y consumo, porque supone no sobrecargar más el planeta con explotación incontrolada de recursos. Los dispositivos tecnológicos que pueden tener una segunda vida útil se integran en los principios de economía circular, que a su vez deben ir acompañados de estilos de vida más locales y racionales.