Todo comienza con este concepto, definición de las propias autoras, Ella Berthoud y Susan Elderkin:
Biblioterapia (del gr. biblíon, libro, y therapeía, asistencia)
f. prescripción de novelas para las dolencias de la vida
(Berthoud y Elderkin, 2014)
Los aficionados a la lectura llevan -consciente o inconscientemente- mucho tiempo recurriendo a la literatura como remedio o, al menos, alivio para el dolor, ya sea éste emocional o incluso físico. Y estas autoras consideran que los mejores bálsamos proceden de las grandes novelas de la literatura mundial, y no de los omnipresentes libros de autoayuda.
Partiendo de esa premisa, y basándose en sus estudios de Literatura en la Universidad de Cambridge y su experiencia como prescriptoras de recetas literarias en la londinense The School of Life, han escrito este libro, en el que se ordenan alfabéticamente todo tipo de dolencias del cuerpo y el espíritu y se sugieren lecturas para curarlas.
El argumento de una novela, el ritmo de su prosa, el carácter de un personaje o la actitud de otro ante una situación… son los distintos “principios activos” que puede contener una obra. Algunas curan, otras ofrecen consuelo, todas alivian los síntomas. Leídas en soledad o en compañía, en voz alta o en silencio, con constancia, hasta que hagan su efecto benéfico sobre el lector.
Así por ejemplo, «El asesinato de Roger Ackroyd», de Agatha Christie, es la novela recetada para la gripe (pues el instante en que comienza la recuperación de un paciente que la padece coincide indefectiblemente con el momento en que tiene el ánimo suficiente para empezar a leer una historia de Agatha Christie, y ésa es de las mejores), «1984», de George Orwell, el remedio recomendado para frenar el odio (por lo que ocurre durante el episodio de la “Semana del Odio” de esa novela, y su volátil destinatario) y «Robinson Crusoe», de Daniel Defoe, el antídoto contra el pesimismo (por la actitud positiva a la que se obliga el protagonista, comenzando por la lista que prepara separando lo bueno de lo malo de su situación tras el naufragio).
Además de las páginas “normales” hay otras, destacadas con un marco gris que reproduce monocromáticamente la ilustración de cubierta, en las que no se recetan lecturas, sino que se dan consejos para lidiar con algunos de los problemas a los que se enfrentan muchos lectores, de la compra compulsiva de libros a la imposibilidad de abandonarlos a la mitad, pasando por la imposibilidad de encontrar tiempo para leer.
También abundan listas del tipo “Las diez mejores novelas de/para…” que cubren casi cualquier género y situación, de la literatura fantástica a buscar la risa o el llanto. O para quienes tienen una edad determinada o buscan entretener su estancia en un hospital, por citar solo un par de ejemplos más.
Quizá algunos lectores, los más disciplinados, sigan un riguroso orden de lectura de la A a la Z. Pero la mayoría optarán por buscar directamente remedio a las dolencias que los aquejan. O, más lúdicamente, saltarán de un término a otro persiguiendo las más llamativas y divertidas.
Para ayudarles a no extraviarse nunca, se incluye al final un índice de entradas y un listado con las obras citadas en sus ediciones españolas.
Este es un libro escrito por amantes de los libros para amantes de los libros (presentes y futuros, pues es difícil que no despierte el irrefrenable deseo de leer algunas de las obras que se mencionan y aún no se han leído o de releer otras a las que rescata del recuerdo).
Y a los amantes de los libros suele gustarles, además del contenido, el continente. El libro, ese objeto de diseño casi inmejorable para la lectura que se ha ido perfeccionando a lo largo de los siglos y al que ni los más avanzados dispositivos electrónicos están consiguiendo desplazar.
Como objeto físico, este «Manual de remedios literarios. Cómo curarnos con libros» resulta un atractivo volumen con una bella y sencilla cubierta (el diseño gráfico corre a cargo de Gloria Gauger) y un peso sustancial, que sorprende gratamente al tomarlo en las manos e incluso reafirma inconscientemente nuestra confianza en sus remedios. No en vano cuenta con cuatrocientas páginas de buen papel y encuadernación en tapa dura.
Traducido por Clara Ministral, se da la circunstancia de que, en esta ocasión, Ediciones Siruela y Círculo de Lectores han unido fuerzas para traer esta pequeña joya a los lectores españoles.
Son muchos los consejos que aparecen en esta obra para disfrutar y organizar mejor nuestros hábitos de lectura. Pero, quizá por modestia, falta uno: poner este libro en un lugar bien accesible de nuestra biblioteca personal.
Ya sea para recurrir a él cuando busquemos alivio a algún dolor físico o anímico, cuando simplemente queramos entretenernos unos minutos con una lectura divertida o cuando necesitemos una guía para encontrar nuevas novelas inspiradoras que leer, es bueno que esté ahí.
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