‘Mars‘ es un híbrido de documental verdadero, documental falso e historia de ciencia ficción que resulta tan imperfecto como todas las naves espaciales pioneras, y al mismo tiempo igual de encomiable. Mezclando divulgación científica en 2016 con una trama ficticia en 2033, asistimos al primer viaje tripulado a Marte, además de a la historia de cómo ese avance fue posible.
El proyecto está basado en el libro ‘How we’ll live on Mars’, de Stephen Petranek, tiene diez productores ejecutivos, uno de los cuales es Ron Howard (director de ‘Apollo 13’), y en él aparecen luminarias de la ciencia como Robert Zubrin, Neil deGrasse Tyson (autor de la nueva ‘Cosmos’), Andy Weir (autor de ‘Marte’, la famosa peli con Matt Damon) o Elon Musk, el magnate fundador de varios proyectos científicos, como Tesla o SpaceX, que aquí recibe tratamiento casi de "infomercial" para recaudar fondos y buena voluntad universal.
Tras todo este pedigrí, hay que decir que las partes documentales son mucho mejores que las ficticias. La misión a Marte está tratada de una manera muy seria y circunspecta, sin ningún tipo de humor, y llena de desgracias e imprevistos que deberían hacerla emocionante pero acaban haciéndola quedar como muy trillada y excesivamente pulida en el laboratorio para poder mostrar de qué manera la mente humana se adapta a los imprevistos.
Desde luego, la herencia de la epopeya del ‘Apollo 13’, uno de cuyos puntos centrales era cómo convertir algo cuadrado en algo redondo usando solo la que había en la nave, resulta clara aquí. Por contra, compárese todo eso, por ejemplo, con la sencilla (y auténtica) parte de la familia Kelly: el padre, Scott, y su hermano gemelo están participando en un proyecto real para la NASA que tendrá apartado al primero de la Tierra durante un año entero para luego comparar los efectos de la ausencia de gravedad con el cuerpo de su hermano.
La entrevista con la hija de Scott, Charlotte, donde dice cuánto le echa de menos, habría resultado excesivamente empalagosa en la ficción, pero en la realidad queda emotiva, real y cercana al espectador. Y así es el resto de la serie: la misión, llena de protagonistas internacionales (americanos, rusos, coreanos, franceses, nigerianos y hasta el español Alberto Ammann), sigue su estudiado curso por una adversidad enfrentada con mandíbula prieta, mientras que uno desea que se vuelva cuanto antes a la parte documental, que a su vez mezcla promesas (y amenazas) de futuro, último grito del presente y emotivos retazos del pasado (Kennedy, Apollos varios, la explosión de ‘Challenger’, algún que otro astronauta pionero aún vivo, etc).
Como es de esperar, habrá partes donde el vocabulario suene a demasiado técnico, pero NatGeo tiene callo en esto, y la TV norteamericana también, así que si se deja uno llevar y permite que los términos extraños le resbalen por el oído, se puede disfrutar mucho, porque además la miniserie completa son menos de 5 horas en total.
La serie se estrenó el pasado 14 de noviembre en National Geographic Channel y consta de 6 episodios de unos 48 minutos cada uno.