La Cosa de Byrne parte claramente del personaje kyrbeano plasmado en Fantastic Four 51, con la dualidad entre el hombre y el monstruo, que estará presente en todo el volumen que nos ocupa. Un ser noble, muy humano, debe enfrentarse cada día a su deforme aspecto físico, al tiempo que intenta conservar su humanidad interior. Aún así no deja de ser una serie secundaria, menor dentro del cómputo total del guionista, pero un buen complemento a sus 4 Fantásticos. Quizás de haber contado con otro dibujante estaría más valorada, pero lo cierto es que Ron Wilson, pese a que tiene momentos bastante chulos, es un dibujante del montón, con buena narrativa, pero con una figura humana básica y en muchas ocasiones carente de fondos en sus viñetas.
El presente tomo Marvel Héroes de La Cosa, se abre con dos episodios de su primera serie, los números 50 y 100 de Marvel Two-in-One, donde ya se plantea la necesidad de que Ben Grimm sea la Cosa, ya que a través de viajes temporales de Ben, vemos como sin él los Cuatro Fantásticos no pudieron detener a Galactus ni la Antorcha devolvió los recuerdos a Namor, con lo que indirectamente no se fundaron los Vengadores y Cráneo Rojo campó a sus anchas. Ben Grim es la Cosa y así debe ser; sin él, el Universo Marvel sería un lugar muy diferente.
Estos capítulos muestran también una situación que vendrá a ser el motor de la serie. Alicia está en el hospital tras el ataque de Annihilus al Edificio Baxter, y Ben Grimm se plantea en qué punto se encuentra su relación. La llama del amor se ha apagado, se da cuenta de que algo falla, que no la quiere como antes, y sobre todo lo que le pesa es que al ser novia de un súper héroe está en peligro constante.
A partir del tercer número la serie despega. Y para empezar contamos con los Inhumanos y el destino de Luna. En aquella época, la hija de Pietro y Cristal era una humana normal sin poderes; Crystal no quería exponerla a las nieblas, pues al ser hija de mutante e inhumana desconocía las posibles consecuencias, pero Pietro quería que su hija, nieta de Magneto, fuese más que humana. Al final, gracias a la intervención de Mandíbulas (no, no hablaba él, pero eso es otra historia), Mercurio entró en razón y el tema de los poderes de Luna quedo aparcado por un tiempo. Esta aventura nos deja un pequeño combate entre la Cosa y Rayo Negro que a pesar de su brevedad posee cierta intensidad.
Estos números siguen tocando las dudas de Ben, acerca de seguir con Alicia o no, así como el conflicto interior por ser un monstruo. Afortunadamente también hay tiempo para un número de corte más humorístico, firmado durante el mes de los asistentes, y que presenta en el personaje de Zapatones al típico paleto yankie. O incluso un par de episodios de corte más mágico, donde el espíritu de un antiguo esclavo egipcio posee el cuerpo de la Cosa.
Y llegamos entonces al momento en que Ben Grim, junto a sus compañeros masculinos de equipo, entra en una extraña plataforma y es trasladado a Mundo Batalla, donde decidirá quedarse pasadas las Secret Wars. En este punto la serie sufre un cambio de rumbo, viviendo aventuras al estil de un ranger espacial, faceta ésta de gladiador galáctico que Bendis ha intentado recuperar para el personaje en los recientes Guardianes de la Galaxia.
Entre los distintos mundos que visitará encontraremos uno con reminiscencias de los Jawas de Star Wars (trama secundaria que desembocará en el regreso de Ultrón), una recreación de Muertestadt (el reino de Latveria) o mundos de fantasía, magos y guerreros varios. Y este es el segundo inconveniente que le veo a la serie.
En un primer momento Mundo Batalla fue concebido como un planeta formado por fragmentos de otros, que el Todopoderoso extrajo y ensambló en uno nuevo. De hecho en el fragmento terrestre es donde encontramos a la segunda Spiderwoman. Al acabar las Secret Wars, Denver, el fragmento de la Tierra al que me refiero, regresó, gracias al Hombre Molécula, pero el resto fragmentos quedaron allí, y el planeta Mundo Batalla siguió, ahora con Ben Grimm en él. Al final de las Secret Wars se estableció que el planeta, por la energía residual del Todopoderoso se adaptaba a los deseos de sus ocupantes (de hecho el Capitán América reparó así su escudo roto, y por el mismo motivo se explica la participación de Masacre en las Secret Wars originales aunque nadie la recuerde). El problema que le veo es que del Mundo Batalla original no queda nada, toda la aventura que vive Ben es en otro planeta, uno que obedece a sus deseos más profundos, aquellos que incluso él mismo desconoce.
No está nada mal la idea, de hecho es muy Borgiana y permite que el gran enemigo de Ben en estos episodios sea él mismo, ese desconocido, ajeno a nosotros, que somos nosotros mismos, nuestro Yo oculto, reprimido. Pero insisto en que poco tiene que ver con la idea original de Mundo Batalla.
Así Ben vivirá aventuras donde desempolvará de nuevo sus habilidades de piloto, será el engendro entre normales (curiosamente ahora el humano entre seres pétreos), y otras más, pero siempre con la amenaza de su otro yo sobre él, con el recuerdo de Alicia y con la proximidad de Tarianna. Pero todos sus problemas en Mundo Batalla son debidos a él mismo, y no se dará cuenta hasta casi el final. Y justo en el momento en que tendremos el choque entre ambos Ben Grimms, se producirá también el alzamiento de Ultrón, que curiosamente quedará en nada.
Mundo Batalla perecerá, implosionará, Ben Grimm volverá a ser la Cosa por siempre jamás y regresa a la Tierra con la cabeza de Ultrón bajo el brazo. Los viejos fans sabemos que esa trama se continuó en los Vengadores Costa Oeste de Engleharth y Milgrom.
Comentar que en la edición del presente tomo Panini ha remontado los dos números de los Cuatro Fantásticos incluidos, eliminado tramas secundarias de los mismos (que sí se publicaron íntegros en los 4F de Byrne), para que quede sólo la trama relacionada con la Cosa, y que el resultado no se resiente en absoluto.