El paso de la colección de Marvel Knights a Marvel MAX supuso dejar atrás la gamberrada firmada por Ennis y Dillon, donde recurrían a la salvajada para, exageración mediante, lograr una carcajada en el lector. Ahora Ennis y LaRosa vuelcan al personaje hacia la crudeza, hacia un realismo sucio y salvaje, que ya no hace tanta gracia.
Cuando Frank sale a cargarse a los mafiosos de turno, según sus palabras “salgo y vuelvo cuerdo al mundo”, y es entonces cuando añade que con eso “siento algo parecido a la paz”. Algo hay en este funcionamiento y estas motivaciones que da a entender que no es un justiciero al uso, que es igual de sádico y cruel que aquellos a quienes extermina, la diferencia es a quien elige como blanco, pero el ensañamiento y frialdad son los mismos. La oscuridad lo poseyó en Vietnam y lo devoró en Central Park.
Así las cosas, mientras el Castigador está acabando con una familia de mafiosos italianos, con escenas durante la masacre dignas de aparecer en un comic de The Walking Dead sin desentonar en absoluto, surgirá la ocasión para el re encuentro con su antiguo socio Microchip, cuyos rumores acerca de su muerte fueron exagerados.
El problema es que Microchip no va de frente, captura a su ex socio Frank y pretende convencerle de que deje de ser el Castigador, que deje de matar mafiosos y empiece a matar terroristas. Algo con lo que Castle no está de acuerdo, no quiere hacerle el trabajo a un sistema corrupto. Y a partir de aquí hay distintas facciones que pretender cargarse al Castigador ellos mismos o liberarlo, con lo que la trama se va complicando más, al tiempo que Frank sigue prisionero… ¡hasta que deja de estarlo!
Hacia el final del arco, con la liberación de Frank Castle y su ajuste de cuentas, la aventura entra en su recta final. Y una cosa esta clara con el Castigador, no importa cuáles sean tus motivos, si estás en el bando de los malos tu destino está claro.
El Castigador dibujado por LaRosa es un poco demasiado viejo, rudo, grande, incluso parece algo cansado en algunas viñetas, con demasiadas arrugadas, en lo que me gusta entender como una equivalencia del retrato de Dorian Grey: cuanto más atrocidades comete Frank en el mundo externo, más se pervierte su rostro, salvo que aquí es el suyo, no el de ningún retrato.
Hay además un efecto “de lluvia”, “informático”, como de jugar al desenfoque “azulado” en las viñetas de conversación entre Castle y su antiguo colaborador Microchip, que a mí me transmiten una cierta sensación de irrealidad, como si viéramos a través de la visión distorsionada de Frank.
Y en el resto de personajes del arco LaRosa intenta aportar un cierto rasgo distintivo a cada uno, facilitando su identificación. Así tenemos al bizco, el tirillas, el guaperas, el retaco malhumorado… Incluso Microchip parece bastante hastiado.
Para esta nueva andadura del personaje, este arco de apertura en el sello MAX, quizás el título del arco, En el Principio, sea más que apropiado. Casi podría plantearse como un reseteo respecto a lo anterior, como si la historia del Castigador empezase ahora, en este momento, lo que proporciona un buen punto para subirse a las historias de Frank.