Nada mejor que una protagonista a punto de palmarla para empezar a contar una historia. Si una chavala huyendo por su vida para no ser mordisqueada como un huesito de pollo no te indica que su vida es una mierda, pocas cosas lo harán. Mestiza es el primer libro de la saga Covenant de Jennifer L. Armentrout, autora de De sangre y cenizas. El título ha sido lanzado por el sello Puck.
Alexandria es lo que denominan una mestiza, nacida de la unión entre un Hematoi y un humano, y su destino parece estar limitado a dos caminos. Convertirse en una Centinela para matar daimons o convertirse en criada de los puros. Como lo de ir limpiando los pasos de los demás no le hace especial ilusión, Alex se mete en la academia de entrenamiento de los Centinelas: Covenant. Y ahora no le queda otra que mantenerse con vida el tiempo suficiente para lograr ponerse el birrete en la cabeza y convertirse en Centinela o terminará como un daimon más al que masacrar.
La novela está hecha para ser una lectura ágil y dinámica, pero la forma en que están configurados los textos es liosa y confusa. Hay muchísimos diálogos que no están separados correctamente, de manera que parece que todo lo dice el mismo personaje, pero no es así. Tuve que releer más de una página para desentrañar quién estaba diciendo qué y por qué. Las erratas se le pueden escapar a todo el mundo, pero ese lío se repetía de forma continua y era tremendamente molesto.
Tengo debilidad por las historias de fantasía actual que se sustentan en la mitología, sobre todo la griega. Quizás porque la pandilla del Olimpo es algo así como el grupo de Gossip Girl original, siempre buscando salseo y dando problemas. Así que, en cuanto se presenta la idea de que su árbol genealógico sigue dando guerra, pues mira. Quizás sea por genética o por cultura, pero sus descendientes han acabado teniendo los mismos líos. No obstante, hay muchos elementos a los que les habría venido bien más contexto que «esto es así y ya está». Algo especialmente hiriente e irritante con la situación de todos aquellos mestizos que no han podido salir de la servidumbre. ¿Tres cuartas partes de los mestizos son drogados en contra de su voluntad para convertirse en esclavos y lo único que les sale decir es «Alex, tú eres diferente»? Entiendo que los mestizos en formación paramilitar tengan pánico de verse robados de toda identidad, que observen a la servidumbre con la marca en la frente no por lo que son individualmente, sino por el miedo que supone para ellos acabar así por un paso en falso. Pero que los esclavos sean usado como una mera herramienta de miedo y no se les humanice lo más mínimo me mosquea.
No es difícil empatizar con Alex ni con Aiden, aún con sus fallos y orgullos siguen siendo gente bastante maja. Me habría gustado leer un mayor desarrollo entre ambos que evidenciara la implicación emocional que tienen. Traté de ver un sentimiento más profundo entre ellos, pero por lo que leía apenas veía un impulso hormonal y una necesidad intensa de conectar con alguien debido a sus respectivos pasados. La relación de Alex con Caleb, en cambio, es otro cantar. Es un vínculo torpe, pero familiar. La hermandad que ambos comparten supone una de las anclas más importantes de Alex, más allá de las pérdidas y las discusiones. Respecto a Seth, su presencia promete no solo aventuras devastadoras en los próximos libros de la saga, si no también muchos líos del corazón.
Mestiza es una novela con las bases de lo que en un futuro sería De sangre y cenizas. Una lectura ágil y entretenida.