Dimensiones Ocultas es un nuevo proyecto editorial que ya cuenta con tres títulos disponibles (“Sé lo que hicisteis el último verano” de Lois Duncan, la antología de relatos “Dimensiones Ocultas” y el que vamos a prestar atención en esta reseña); una apuesta por el terror y el horror sin límites, con una importante carga estética y acercando novelas al mercado en castellano que no entraban en los planes de muchas editoriales.
Y ahí también entra en juego la importante tarea de presentar nuevas autoras y autores al público.
“Mi ligue de la ouija” (“My ouija boyfriend”) es el debut en castellano de David Irons, un peculiar escritor y cineasta inglés.
Y, por favor, creedme: Irons ha llegado para quedarse.
Nadie está preparado para lo que contiene “Mi ligue de la ouija”.
El argumento
La joven Kathy Waltz es una chica afortunada. Acaba de cumplir los dieciséis años y ha encontrado lo que siempre ha querido: el amor. El único problema es que su nuevo novio está muerto.
¡Se han conocido a través de una sesión de Ouija!
Y ya se sabe: de la Ouija nunca, nunca, puede salir nada bueno…
Ella le dio su amor, pero él quería su alma.
¡Enamorarse nunca ha sido tan aterrador!
Primer paso: la trama
¿Parece sencillo, verdad?
Una novelita de terror de bajo presupuesto, una serie b literaria, con una premisa que parece sacada del rincón más oscuro de la estantería de un videoclub o de las sesiones golfas en un festival de terror.
Y, quedándose en el argumento, parece difícil que David Irons presente una novela de casi 500 páginas.
Algo falla: no puede ser que la historia de una chica que se enamora de un espíritu de oscuras intenciones, con el que contacta al trastear con una ouija, llegue casi al medio millar de páginas.
Esto debería encender nuestro sentido arácnido… y habríamos acertado.
Los primeros capítulos de “Mi ligue de la ouija” ya lo dejan claro: esta novela no es lo que parecía, ni David Irons es el tipo de escritor que, erróneamente, se presumía.
La historia de Kathy Waltz y su misterioso ligue es el centro de la novela…o no. Irons construye una telaraña de historias, todas conectadas, que engloban a una buena cantidad de personajes y algún que otro pasado oscuro. Es la historia de Kathy, su padre y su madrastra, Suzi, pero también es la historia de Suzi y su círculo de amigas, adultas y distantes.
También tiene importancia la conexión de Kathy y las hijas de las amigas de su madrastra.
Y no nos podemos olvidar de Izzy, una joven en una fuga continua.
Ah, y también es la historia de una voz maligna, dura y cursiva, que flota, buscando venganza.
Uno para Si, dos para No
La galería de personajes tiene un peso importante. Hay algún que otro cliché pero Irons huye de lo normativo, creando una serie de caracteres en conflicto, tan adorables como insoportables.
Ir conociendo los rincones luminosos y oscuros de cada una de ellas es uno de los puntos fuertes de «Mi ligue de la ouija» y eso demuestra el gran trabajo de David Irons. El mejor ejemplo es el grupo de hijas de las amigas de la madrastra de Kathy o, como prefiero llamarlas dentro del desorden de mi cabeza, “las Mujercitas del horror”.
Una serie de chicas adolescentes, llenas de matices, tan contradictorias como la vida misma. Natalie, la falsa piadosa envuelta por dogmas religiosos, Margot, la hija de clase alta enamorada de su caballo (pero pobre en sentimientos) y Jacquelyn, el cable a tierra de las demás.
Kathy e Izzy también caen en esa ambigüedad, rompiendo la típica idea de que las supuestas protagonistas deben de cumplir una serie de normas.
Lea bajo su responsabilidad
“Mi ligue de la ouija”, en su edición a cargo de Dimensiones Ocultas, tiene una advertencia de contenido sensible, muy necesaria, en su contraportada: relaciones tóxicas, sangre, decapitaciones, vómito, posesiones, pornografía, gente quemada y mucho más. En general, puede herir tu sensiblidad.
¿Cómo encaja eso con su (falsa, falsísima) apariencia de sencilla novela de terror, quizás algo juvenil?
Vayamos por partes.
Primero: todos y cada uno de los trigger warnings anteriores aparecen en el libro, de una forma u otra, o todos a la vez. Eso hace que “Mi ligue de la ouija” desafíe algún prejuicio inicial de estar frente a esa sencillita novela de terror juvenil. No es una lectura para todo tipo de lectores pero tampoco usa esos elementos como único punto de atención.
Segundo: David Irons sabe y conoce hasta dónde quiere y puede llegar. Hay momentos muy desagradables, otros terroríficos, violentos, impensables, asquerosamente divertidos y hasta de carcajada insana pero tampoco salta ninguna línea roja (carmesí, profondo rosso, como mucho).
“Mi ligue de la ouija” es una carta de presentación impresionante. David Irons es un excelente escritor de terror con una voz propia y un estilo apabullante. La novela derrocha ritmo, desde el principio hasta el final.
«Mi ligue de la ouija» es oscura, vengativa y endiabladamente divertida aunque no sea para cualquier tipo de público.
Vosotros os lo perdéis…
David Irons, escritor visual
Tenemos personajes, excesos, terror y una novela desafiante durante sus 500 páginas. ¿Qué más nos falta? Pues la presentación en nuestro país de un escritor que promete darnos muchísimas alegrías.
David Irons se presenta rompiendo paredes y prejuicios. Detrás de un título como “Mi ligue de la ouija” hay un potente trabajo de un narrador muy visual. Irons tiene un estilo de esos de los que cuesta dejar de leer, haciendo que devoremos capítulo tras capítulo.
Te enreda con sus descripciones, con unos diálogos muy reales (dentro de la locura de su argumento), tremendamente visual y con una afinidad especial a la hora de trasladar situaciones a sensaciones para el lector, a sentimientos.
Un ejemplo de ese acierto es una de las voces que encontramos en la novela. Una voz en cursiva, directa, cortante, violenta y concisa, consiguiendo que, cada vez que aparece la cursiva en un párrafo, sepas que algo chungo va a suceder…
También hay que destacar un afinadísimo, oscuro y grotesco sentido del humor que añade una nueva capa a la hora de disfrutar una locura tan enorme como es “Mi ligue de la ouija”.
Irons es un escritor preocupado por lo estético y por lo narrativo, sin dejar de lado ningún aspecto, y eso hace que el ritmo no decaiga en ningún momento, pese a la duración de la novela.
Neones, cintas VHS y mala leche
Es imposible detallar los referentes de la novela. David Irons parece ser un conocedor extremo de la cultura popular de los 80 y 90, sin dejar de lado influencias muy actuales. Y no de la cultura mainstream, precisamente.
La novela se ubica a mediados de los años 90 pero Kathy tiene una gran influencia de los 80. Es justo ahí, entre la inocencia de neón ochentera y la mala hostia noventera (algo indefinida), donde navegan las influencias.
Hay múltiples referencias directas a grupos musicales, Ouijas que se vendían en jugueterías, a la cultura underground, a un satanic panic cuya fiebre ya había pasado, al cine de terror… un poco de todo.
Y si escarbamos un poco, quizás podamos ver referencias a Pesadilla en Elm Street o Muñeco diabólico, entre muchas.
Irons también añade varias capas sociales a su novela. La crítica al adoctrinamiento de la religión, a esa voz de Dios que nos golpea dentro del cráneo, a las frías élites de la alta sociedad, al poder de la sociedad frente a las outsiders, la pesadilla adolescente del ciclo de institutos, presiones sociales, etapas de descubrimiento y sexualidad… todo eso está en “Mi ligue de la ouija”. Junto con una relación de venganza, de violencia y control de los hombres hacia la mujer, que encaja a la perfección con el ambiente del libro.
Esa ansiedad adolescente y lo peligroso que resulta tomar ciertas decisiones en esa época es otro de los aciertos de la novela. Malas decisiones, malos consejos, presión social y mentes vulnerables: pura actualidad.
La ambientación juega otro papel importante, moviéndonos en un pequeño pueblo como Glen Cove, ciudad satélite de Nueva York, donde todo el mundo se conoce y, oh sorpresa, se odia. Hay algún paseo ocasional por el Nueva York más sórdido, territorio de callejones sucios, tiendas de dudosa reputación, porno y violencia.
Y mucha, muchísima diversión y terror. La novela es una auténtica creadora de mitología. Desde el citado tablero de ouija a la estética de Kathy, pasando por chubasqueros contra las cagadas de gaviota, páginas web ensalzando la virginidad, caballos mimados, la revista Tip top, armas de contrabando, latas de cerveza y cintas de vídeo caseras.
En definitiva
“Mi ligue de la ouija” es una carta de presentación impresionante. Quizá David Irons no sea un autor para todos los públicos pero, si entras en su juego, no podrás salir de él.
Ese acierto no es sólo debido a su potencia estética o el desfase generalizado de la novela; Irons es un excelente escritor de terror con una voz propia y un estilo apabullante. La novela es un derroche de ritmo, desde el principio hasta el final.
Sacudiendo posibles prejuicios iniciales sobre estar ante una novela de terror juvenil/adulta, «Mi ligue de la ouija» es oscura, vengativa y endiabladamente divertida.
Y, por si os lo preguntabais: tiene un finalazo del que prefiero no decir nada.
Decía, en la previa de esta lectura, que Irons era «una especie de King desbocado» y en parte, no creo haberme equivocado.
Desbocado, sin ataduras y contracultural. Había llegado a esa conclusión después de haber leído «7 winters alone», su anterior trabajo en inglés, pero su estreno en castellano dinamitó mis previsiones.
He caído rendido ante esta novela y creo que representa a la perfección el trabajo de David Irons y el espíritu de Dimensiones Ocultas.
Joder, que falta me hacía algo así: corazones de neón, cintas VHS y creatividad sin control.