La novela que hoy nos ocupa viene precedida por todos los éxitos juveniles que ha firmado su autor, llevados en gran medida a la gran pantalla, traspasando por tanto el papel y llegando a un público más amplio si cabe.

John Green nació en Indianápolis en 1977, y se graduó en lengua y literatura inglesa, así como en teología en el Kenyon College. Tras iniciar su carrera en el mundo editorial como crítico y editor, ha sido galardonado con el Premio de honor Printz y el Premio Edgar por sus diversas novelas para el público juvenil. También ha sido finalista del Book Prize del LA Times. Junto a su hermano, fundó el Vlogbrothers, uno de los proyectos de vídeo online más populares del mundo. John vive con su familia en Indianápolis, Indiana. Las novelas con su firma que reposan en millones de estanterías son: El teorema Katherine, Noches blancas, Bajo la misma estrella, Buscando a Alaska, Ciudades de papel y Will Grayson. No es de extrañar, pues, que esta novela se anuncie en las librerías con grandes carteles y pilas de ejemplares esperando a que miríadas de adolescentes se lancen a devorar las páginas donde las historias están tejidas con las mismas referencias con las que se construyen sus vidas. Y es ahí donde radica su éxito, en lo acertado que está el autor creando ficciones cercanas, emotivas y reconocibles por su principal público lector.

La editorial Nube de Tinta es la encargada de su publicación y la traducción ha corrido a cargo de Noemí Sobregués, quien ha traducido con anterioridad otros libros de John Green. Podemos acceder tanto a la versión en papel como digital. El título original es Turtles All the Way Down (en el interior encontraréis el porqué de este nombre). La lectura del libro os llevará poco más de seis horas.

Nos encontramos a finales de verano en Indianápolis y la historia nos sumerge en el día a día de Aza Holmes (Homelsy para su mejor amiga, Daisy) con una claridad desgarradora e inquebrantable. Vive con su madre, profesora de matemáticas en el White River School donde estudia Aza. Su padre ha muerto hace pocos años y obviamente eso ha dejado huella en la protagonista, su madre y la relación entre ambas. Aza es una adolescente que sueña con la universidad y tiene una amiga de esas con las que cualquier chica sueña, Daisy Ramirez. Es su mejor amiga desde Primaria y aunque tiene una situación económica más desfavorable, y eso la obliga  compaginar los estudios con un trabajo precario que odia, las dos comparten los mismos sueños y anhelos. Sin embargo, la vida de Aza se ve asaltada por su neurosis obsesivo compulsiva; la condiciona de tal manera que puede empujarla al borde mismo del abismo.

También hay chicos; por un lado Mychal, en quien pone los ojos Daisy, y por otro Davis Pickett, hijo del magnate Russell Picket. Aquí es donde llega el hilo vertebrador de la historia. Al Señor Pickett lo iban a detener por presuntos sobornos y demás negocios turbios, cuando la noche en que se iba a practicar la redada este desaparece misteriosamente. Con su desaparición, sus dos hijos, Davis y Noah, quedan solos ya que son huérfanos de madre. Noah es más pequeño, por lo que Davis tendrá que asumir el rol de hermano mayor. La finca donde viven, de un tamaño colosal, se les queda más grande ahora si cabe. Noah se refugiará en sus videojuegos y en un mundo de introversión, mientras que Davis recuperará su vieja amistad de la infancia con Aza.

La finca está junto al Río Blanco, donde Aza y Daisy han jugado de pequeñas en lugares tales como la que llamaban isla de los piratas, por lo que dada esta cercanía hará que se produzca el  reencuentro entre Aza y Davis que se irá haciendo más personal según avance la historia. La guinda la ponen los 100.000 dólares de recompensa que se ofrecen por cualquier tipo de información que permita encontrar al desaparecido. Lo cierto es que la más empeñada en obtener la recompensa es Daisy, pero Aza se verá arrastrada en esta investigación cual improvisadas detectives y que pronto tornará de una manera imprevista para ambas, así hasta el final.

Como digo, esta es la historia, pero no el alma del libro. Si algo consigue el autor es que de una manera fluida, con diálogos abundantes y breves pinceladas, sí conozcamos los lugares, pero los personajes son los que realmente brillan gracias a la narración en primera persona de Aza. Se hacen de carne y hueso ante nuestros ojos y es aquí donde el amor, la lucha por adaptarte a situaciones que te superan, el valor de la amistad, la tristeza de la pérdida… crecen ante nosotros y nos agarran haciendo especial la lectura. Diría que muy emotiva en algunos pasajes llegando a tocarte la fibra, en especial si te sientes identificado con alguno de los personajes. El autor consigue que empatices con ellos.

Como libro, está pensado para el público juvenil, de tal manera que las escenas se pintan desde ese prisma. Interesantes son las descripciones de las visitas de Aza a la consulta de la doctora Karen Singh, quien la atiende desde hace años. Allí, Aza cuenta el drama de sus pensamientos intrusivos, el demonio que la atenaza y la atormenta. Su obsesión a poder contraer una enfermedad. Estas escenas son llevadas al extremo y compartimos el horror de vivir con ese grillete. Desgraciadamente el Escitalopram y el Lorazepam poco alivian y son útiles sólo en momentos puntuales como un flotador en medio del mar. Aza se rebela contra la disciplina de la medicación y, claro, esta no hace su efecto deseado. Me quedo con la reflexión de Virginia Wolf que se nombra a propósito de lo fácil que es describir determinadas emociones humanas y lo complicado de verbalizar el sufrimiento o padecimiento.

Me quedo con los diálogos; frescos, salpicados de realismo. Interesante la transcripción de los SMS, ya que no hay que olvidar que los mensajes escritos es la forma de comunicarnos en multitud de ocasiones. Pasarán generaciones, pero hay cosas que son intemporales: el pavor a una cita, saber cuándo debe uno llamar o no, desconfiar de uno mismo, reñir de manera hiriente con tu amiga aunque la quieras infinitamente.

Son magistrales las descripciones de la pasión de Aza por su coche, Harold; el autor lo convierte en alguien vivo y presente en la vida de la muchacha. Destaca con que transparencia los jóvenes identifican a los dioses que aprisionan a los adultos. Es graciosísimo el dominio de Daisy del universo Star Wars. De hecho, escribe relatos en internet que son seguidos por miles de fans, en especial, su personaje inventado, Ayala. Es fabulosa, también, una escena de Aza con su madre, donde la sinceridad descarnada abre sus corazones de una manera que lejos de alejarlas les ayudará a entenderse y por tanto permanecer unidas.

Concluyo, pues, ponderando un libro vibrante, fresco, plagado de emociones y sensaciones, miedos y alegrías, vida y muerte; donde el protagonismo recae en sus personajes, quienes luchan por lo que todos anhelamos: ser felices a pesar de todo.

Jaime Santamaría
Economista con alma de escritor. Amante de los viajes, tanto de los que requieren maletas como imaginación. Siempre con ganas de aprender.

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