Una deconstrucción de los superhéroes como Shazam o Superman y que cogía al héroe de los 60 y 70 creado por Mick Anglo sino que hay que hablar de la secuela de dicha obra realizada e inacabada por Neil “Sandman” Gaiman y Mark “Fábulas” Buckingham, en la que pudieron tener la suerte de contar con el colorista original D´Israeli. Panini recopila en un lujoso tomo cartoné “La Edad de Oro” , la primera de las tres sagas de seis números que orquestó originalmente Gaiman para la editorial Eclipse en los años noventa, junto con el por aquél entonces debutante Mark Buckingham conocido por sus labores como entintador de Chris Bachallo.
Gaiman quiso continuar donde Moore lo había dejado con “Olimpo” es decir, mostrar cómo era la Utopía construida por Miracleman y el resto de sus compañeros tras la batalla contra Kid Miracleman, desgraciadamente sólo pudo publicar ocho de los dieciocho números previstos porque la editorial quebró y sus derechos pasaron a estar en manos de Tod “Spawn” McFarlane, con quién vivió una dura disputa legal en la que tuvo que ser ayudado por Marvel para poder recuperar los derechos de la colección en 2009, lo que consiguió que Marvel pudiera republicar toda la obra totalmente restaurada aunque teniendo que sustituir el nombre de Alan Moore por el del “guionista original” y encontrando Gaiman y Buckingham al fin el medio para acabar su historia 21 años después.
Este primer tomo, recoge toda la primera saga restaurada conocida como “La Edad de Oro”, en la que los autores a través de historias aparentemente inconexas pretenden mostrar cómo es la vida en el reino de Miracleman. Lo ecléctico y rupturista de esta obra permitió a Mark Buckingham desarrollar diferentes estilos y recursos.
La siguiente historia es “Oración y Esperanza”, un relato en que se nos muestra la divinización que ha sufrido Miracleman y todo su entorno, ejerciendo con su labor de dios, ha dispuesto que aquellos que logren subir a la cima del Olimpo podrán pedirle dádivas, así que Gaiman nos pone en la piel de un extraño grupo de penitentes. Nuestro narrador es un hombre con esperanza que se reúne con otros tres desconocidos para ascender la gargantuesca edificación: Taipez un extraño anciano asiático, Cairo un decidido joven que quiere erradicar el hambre y la enfermedad de su pueblo y la joven artista, Gwen.
Aquí podemos atisbar al futuro Buckingham que veremos en Fábulas con unas viñetas profusamente recargadas de elementos, capaz de pasar del arte pop, al barroco o la psicodelia. Gaiman retrata como pocos los sentimientos y emociones de los personajes y en esta angustiosa subida descubriremos que todo rastro de humanidad en Miracleman ha desaparecido tornándose en un dios caprichoso que da o quita vida y dones como quiere. Una fuerza de designios más allá de unos pobres mortales que deben vivir con el hecho de que nada pueden contra él.
En “El Grito”, un Buckingham caricatureco en rallar lo obsceno nos relata un inquietante encuentro entre un pobre diablo que lo único importante que ha hecho en su vida fue conocer antes de su ascensión a Miracleman. Una historia perturbadora en la que no sabemos nada de la interlocutora de nuestro narrador. De nuevo Miracleman es sólo una excusa para narrar la vida de un invisible.
“Tendencias” es una historia que pretende imitar a la historias juveniles como “Carlitos y Snoppy”, o la “Banda”, imitando un estilo mucho más exagerado, luminoso y redondeado Buckingham tiene que recrear el lado oscuro de esta Utopía en la que hay grupos de gente que en oscura rebeldía apoyan al monstruo conocido como Johnny Bates alias “Kid Miracleman”, la oscura fuerza responsable de la muerte de cientos de miles de personas en su lucha contra Miracleman y cuya leyenda ha generado el movimiento conocido como “los Bates”.
“Memorias del Inframundo” es quizás el relato más experimental a nivel visual, en el que con un dibujo realizado en ceras blandas que pretende contar cómo es la vida de los clones robóticos de Andy Warholl con los que Miracleman pretende restaurar las artes del mundo y da vida a nuevas formas en “el Olimpo”. Una gran historia que parte del hecho de intentar clonar a Emil Gargunza, el creador y captor de la familia Miracleman, a la que sometió al sueño inducido al que reducía todas las historias escritas del personaje anteriormente.
“El cuento de Winter”, trata sobre como los aparentes dones de Miracleman pueden convertirse en maldiciones. No olvidemos que entre las dádivas de este nuevo dios existe la de ceder su esperma a toda mujer que quiera tener hijos, teniendo como resultado la aparición de un nuevo superser como la propia hija de Miracleman. Buckingham se muestra aquí como un ilustrador de cuento, imágenes tiernas y amables para contar toda la odisea espacial de Winter desde que salió de la Tierra hasta que volvió al Olimpo.
De nuevo hay que ser capaces de leer más allá de lo evidente. Observar ese duro costumbrismo de una familia destrozada por el aparente don que les dio Miracleman, una dura y trágica historia en el que los dialogos madre/hija son sobrecogedores, pero adornada con alegre infantilismo, en el que Mark recuerda a Mcay.
Para mí la más sorprende historia de todas las realizadas por Gaiman en este tomo, una historia de genero que os pondrá como mínimo algo inquietos.
En “Carnaval” Gaiman termina su truco de magia y lo que aparentemente eran unas historias inconexas sobre cómo se vive en el utópico mundo de Miracleman, se convierte en un tapiz de encuentros durante la gran celebración del nuevo dios. Todos los personajes que hemos ido conociendo se cruzaran entre sí, y un dios con pies muy de barro intentará sacar las respuestas de si está sirviendo bien a sus fieles. De nuevo un gran uso del costumbrismo mágico y de los mecanismos de cohesión que hace que todo el puzzle encaje y veamos la obra como un todo y no como historias sueltas.
Por último cierra este tomo “Recuperación”, de nuevo el Buckingham más puro, con su inimitable estilo en rostros y personajes, muy cercano a la escuela de Alan Davis, nos trae un relato prácticamente mudo digno de imitar “Un viaje alucinante”, en el que se explora toda la matriz de cambios de cuerpo creada por los Qys. Volveremos a ver los resultados de la batalla contra Kid Marvelman y supondrá la vuelta de un añorado compañero por parte del superhéroe ahora hecho dios.
Sin duda una continuación más que soberbia de un hito del cómic, un Gaiman aún lejos de ser el genio ganador de cuanto galardón existiera en la industria y un Buckingham aún distante de convertir las páginas de cómic en maravillosas fábulas ilustradas nos llevan por un cóctel de géneros y situaciones que dese luego no deja indiferente a nadie.
La edad dorada ha concluido veremos que nos deparan las siguientes edades y si Gaiman aún recuerda la historia que quería contar.