En una mano tenemos Street of Rage, uno de los beat’em up más adorados de la historia de los videojuegos. En la otra, Hotline Miami, ese shooter indie que nos sorprendió con su colorida y psicodélica ultraviolencia. Chocamos ambos elementos con fuerza y añadimos un poquito de Rusia decadente y ya está. Tenemos la receta de Mother Russia Bleeds.
El género de «Yo contra el barrio» no recibe muchos títulos hoy en día (ahora me vienen a la cabeza los grandiosos Castle Crashers y Scott Pilgrim vs The World: The Game), y es una lástima porque además de ser pura diversión llena de acción, son perfectos para jugarlos con algún amigo, pero hoy por hoy solo los estudios indies se atreven con él. Sin ir más lejos, aquí tenemos los chicos de Le Cartel, que con la bendición de Revolver Digital (el publisher de juegos indies que convierten en oro todo lo que producen) han conseguido traer a nuestros PCs este fantástico beat’em up de estilo ochentero.
Controlaremos a un grupo de amigos liderados por Sergei, que tras una serie de acontecimientos se verán encerrados en una prisión en la que se practican experimentos con extrañas drogas. Aquí comienza la vorágine de violencia, drogas y música tecno que nos conducirá hasta su final. Y tengo que decir desde ya que, al igual que con Hotline Miami, la banda sonora es genial.
Pero siguiendo el argumento, en definitiva tendremos que buscar el culpable de administrar a toda Rusia las drogas experimentales, que prácticamente convierten en zombi a la gente, y de paso dar una paliza a todos sus esbirros por el camino.
La esencia de los combates es al más puro estilo 16 bits. Contamos con ataques fuertes y débiles, golpes aéreos, agarres y lanzamientos, y por supuesto podremos usar todo tipo de objetos como armas, cada cual más bestia. Extintores, bidones, sillas metálicas, bates de béisbol… Además de armas más «clásicas» como cuchillos, motosierras o pistolas y rifles. En la variedad está el gusto. Podremos usarlas un número limitado de veces, ya que se rompen con el uso, pero también podremos lanzarlas para atacar a distancia. Al principio hay que acostumbrarse al control de los personajes, tanto por los tiempos de las animaciones como por la precisión de los ataques, que a veces nos harán golpear al aire, pero al final resulta bastante cómodo y directo.
Pero ahí no acaba la cosa. Las drogas serán un elemento principal para sobrevivir en esta cruda aventura, ya que nos servirán tanto para recuperar salud como para entrar en modo «berseker» temporalmente, aportándonos una fuerza sobrehumana capaz de, literalmente, reventar cabezas de un puñetazo, entre otras joyitas. Pero esto requerirá dosis de droga que tendremos que recolectar. Para ello, tendremos que estar atentos a los enemigos consumidos por esta droga, que reconoceremos por su piel verde. Cuando acabemos con ellos comenzarán a convulsionar y será en ese momento cuando podamos sustraer la droga de su cuerpo para rellenar nuestra jeringuilla. Esto aumenta notablemente la dificultad, ya que para recuperar salud tendremos que esperar a que aparezca un enemigo verde, acabar con él y sustraerle la droga durante unos largos segundos, y esto a veces es imposible cuando estamos luchando contra otros cuatro o cinco enemigos en pantalla.
Encontraremos jefes finales en cada zona, auténticos tipos duros con los que tendremos que tener mucho cuidado y averiguar la forma con la que acabar con ellos. El escenario a veces jugará un papel importante en estos enfrentamientos, teniendo que aprovechar a nuestro favor ciertos elementos, como un tren que pasa cada cierto tiempo o una apisonadora que nos persigue.
Hasta tres amigos pueden unirse a la aventura y combatir junto a nosotros, pero eso sí, sin posibilidad de juego online. Podremos activar o no el fuego amigo y elegir el personaje que queramos. Sergei, Natasha, Iván y Boris, cada uno con unos atributos diferentes, haciendo que debamos utilizarlos de forma diferente. Natasha es muy rápida, pero sus golpes son débiles y tendremos que golpear muchas veces a los enemigos para tumbarlos. En el caso contrario tenemos a Iván, la mole del grupo, tan lento como potente. Sergei y Boris son los intermedios, aunque cada uno se inclina ligeramente a un estilo de combate distinto.
Gracias al multijugador, las dificultades y los cuatro protagonistas podremos añadir bastante rejugabilidad al juego, algo muy bienvenido sabiendo que la aventura principal dura poco más de cuatro horas.
En lo visual tenemos un estilo pixel bastante directo, agresivo, casi grotesco, pero bien llevado. Las animaciones destacan por tener desenfoques de movimiento, algo que se suele considerar pecado en el pixel art, pero que aportan dinamismo y en ningún momento molestan. Destacan los «fatalities» en el modo berseker, en los que la cámara muestra un plano detalle de la ejecución en cámara lenta de lo más violenta.
Sin duda la ambientación es el punto fuerte del apartado, que gracias a una paleta de colores muy bien elegida, nos muestra una Rusia decadente en cada nivel, con cuidado en los detalles de los fondos. Por poner una pega, no vendría mal más variedad de enemigos, porque se suelen repetir bastante, aunque esto es una norma no escrita en los beat’em up.
La banda sonora, como os adelantaba antes, es una delicia. El estilo tecno agresivo, de corte ochentero, viene que ni pintado al juego, y sabe muy bien cuándo y cómo sonar. Hay temas concretos para situaciones especiales, como los jefes, haciendo las batallas mucho más potentes. Los sonidos están dentro de la media, sonando lo que se espera que va a sonar, sin llegar a despuntar.
Si sois de los que no pudieron soltar el mando con Hotline Miami, estoy seguro de que Mother Russia Bleeds os va a entusiasmar. Y si encima tenéis unos cuantos amigos para que os ayuden a repartir estopa, mejor que mejor.
